Parte 8 - Domingo.

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El cielo del domingo estaba completamente nublado, pero no había señales de lluvia. Jason me había dicho que quería pasar un tiempo a solas conmigo y me llevó a un lugar cerca de la facultad, un jardín que parecía más un bosque por la gran cantidad de árboles y la falta de flores. El lugar estaba desierto, tranquilo, no se escuchaba ni siquiera el canto de los pájaros, solo el sonido del agua de un arroyo cercano y el viento que jugaba con las hojas de los árboles.

-¿Vienes mucho a este lugar? -pregunté.

Estaba recostado contra el tronco de un árbol enorme cuyas raíces estaban semi-enterradas. Yo recosté mi espalda contra su pecho, apoyé mi cabeza en su hombro y sus manos se entrelazaron con las mías sobre mi estómago.

-Bastante. Cuando necesito pensar, estar solo o calmarme.

-¿Qué necesitas ahora?

-Estoy bien -dijo y besó el costado de mi frente-. Hacía mucho tiempo que no me sentía así.

El silencio nos invadió. Era normal porque yo no solía hablar mucho, pero tampoco me molestaba. Era la única persona con la cual el silencio no era incómodo. Nada estaba mal cuando él estaba cerca, y yo quería mantenerlo así, con su cuerpo pegado al mío durante toda mi vida. Quizás Jay se sentía de esa forma. Era un chico solitario. Tenía su grupo de amigos pero había perdido a una persona muy importante. Yo había perdido a todos, y ese vacío lo llenaba con él.

-¿Puedo hacerte una pregunta?

-Dime.

-¿Por qué tu hermana decidió...? -no pude terminar.

-Por las mismas razones que tú.

Un momento de silencio. Pensé en la noche en que casi lo hice, pensé en qué hubiera pasado si de verdad lo consumaba, y por unos segundos me sentí feliz de no haberlo hecho, y recordé una frase que había leído en miles de páginas de ayuda a suicidas y personas que cometían autoflagelación. "La vida mejora".

-¿Temes que Chloe haga lo mismo?

Él esperó un tiempo prudente para responder.

-Chloe -pronunció-. Chloe y yo no tenemos la mejor de las relaciones, pero aún así me preocupo por ella.

-¿Por qué?

-Porque es mi prima...

-No, ¿por qué no tienen buena relación?

-Ah... porque ella... no lo sé, siempre anda por ahí hablando de mí, ¿sabes? No lo sé, no está conforme con su vida, me detesta, le dice a todo el mundo que soy uno de esos chicos que no tiene sentimientos por nadie, me molesta mucho que lo haga, sobre todo luego de lo que pasó. Mi hermana... bueno, si Meg ya no está es por culpa de ella.

-No creo que sea su culpa.

-Chloe es la persona más pesimista del planeta, contagia su mala energía al instante. Si mi hermana no se hubiera juntado tanto con ella, quizás aún estaría conmigo. Meg la admiraba, copiaba absolutamente todo de ella. Chloe no tenía que haberle mostrado sus cicatrices, no tuvo que haberle contado cómo ni por qué lo hacía, no tuvo que haberla metido en ese mundo de mierda -su voz se quebró y fue recién cuando noté que su mandíbula se había tensado. Llevé una de mis manos a su nuca y comencé a acariciarla y a jugar con su cabello. Él se tranquilizó un poco-. Pero aún así... no quiero perder a alguien más, por eso trato de que Chloe deje de cortarse y para eso tengo que descubrir quién la molesta durante las clases.

-¿Sabes que creo? Creo que debe ser alguien que ya la conoce desde antes. Es decir, recién van pocos meses de clases, no puede tener nada en su contra solo porque sí. Recuerdo... que dijo que uno de ellos era el hijo del rector.

Él no respondió.

Comenzó a moverse. Metió su mano en el bolsillo y sacó una caja blanca y un encendedor. Me aparté de él para darle más comodidad pero me sorprendió al ver que sacó un cigarrillo de la caja y se lo metió en la boca.

-¿Fumas?

-A veces.

-¿Por qué?

-Lo hago cuando estoy nervioso. No es un vicio, no te preocupes.

-Pero es malo.

-Sé que es malo, pero no es para tanto.

-Jay... el cigarrillo mata.

-Tranquila, linda, lo dejaré cuando quiera.

-Pues hazlo ahora.

-Pero no quiero.

-No quiero que te hagas daño.

-Yo fumo, tu te cortas, cada uno se hace daño a su manera.

¿Qué mierda? ¿Cómo se atrevía a compararlo de una forma tan a la ligera?

-Es distinto, yo no puedo dejarlo pero es lo que más quiero hacer. Tú puedes dejarlo pero no quieres. Suéltalo, por favor.

El rubio seguía fumando esa porquería y yo sentía que el humo y el olor me iban a ahogar en cualquier momento.

-Cálmate, ¿si? Se apagará en cualquier momento.

-Si no lo dejas ahora, me iré de aquí.

Él suspiró y lo dejó a un lado para pisotearlo. Yo le arrebaté la caja y la pisé también.

-¡¿Qué haces?! -gritó.

-No voy a dejar que te hagas daño.

Él respiró profundo y me sonrió.

-Ven aquí -pidió. Me tomó la mano e hizo que me acurrucara sobre su pecho-. Eres muy exagerada ¿sabes? Pero me gusta. Yo cuido de ti y tú cuidas de mí. Me encanta.

-Solo quiero que estés bien. Te necesito.

-Lo sé pequeña, y también quiero verte bien. Déjame ver tus brazos.

Ya no tenía nada que esconder, así que me arremangué la camiseta y se los mostré. Él pasó la yema de sus dedos sobre los cortes y luego me miró.

-¿Cuánto tarda en cicatrizar?

-La última vez tardó casi un mes.

-¿Tiraste la porquería que usaste para cortarte?

-Sí -mentí. Ni siquiera los había tocado.

Él me sonrió.

-Estoy orgulloso de ti. Eres mi niña fuerte.

No, no lo era.

Cicatrices (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora