«Why do you come here when you know it makes things hard for me? When you know, oh, why do you come here?»
Al cabo de unas horas, su mente dejó de pensar en ella para concentrarse en el verdadero problema que tenía. Debía reparar el armario evanescente de la sala de menesteres, que se conectaba con el de Borgin & Burkes. Debía... pero no quería. Sabía de antemano todo lo que aquello traería. Pero también sabía que si no lo hacía, su madre sufriría las consecuencias. Puede que su madre no haya sido la mejor de todas, pero siempre lo había defendido. Cuando Lucius intentaba pegarle a Draco, era Narcissa quién recibía los golpes. Y él ya no era un niño, era tiempo de que defienda a su madre.
Tenía que encontrar la forma de repararlo. Decidió ir a la biblioteca.
—Alohomora —susurró, y la gran puerta se abrió. Madame Pince no estaba por las noches. Rápidamente se dirigió a la sección prohibida, buscando un libro que lo ayudará con artefactos oscuros.
Efectivamente, lo había encontrado. Había estado leyendo y anotando ciertas cosas en su pergamino, cuando escuchó un ruido cerca de él. Si alguien estaba allí, él estaba en problemas.
—Lumos —pronunció. De su varita salió una bola de luz, que lo guiaba. No muy lejos, encontró la causa del ruido.
Se sorprendió al ver quién estaba allí.
— ¡¿Granger?!
Unos cuantos libros cayeron al piso. La castaña se giró, y al reconocerlo se le heló la sangre.
— ¿¡Malfoy?! ¡Casi me matas de un susto, por segunda vez en el día! —le dijo. Sus mejillas estaban rojas, pero no de vergüenza, si no de coraje. Aquel hurón oxigenado se las arreglaba para encontrarla en los momentos más insólitos.
— ¿Qué haces aquí a estas hora? —preguntó el muchacho, mientras se agachaba a recoger los pergaminos que se habían desparramado al caerse los libros. La chica lo imitó— ¿Por qué tus pergaminos tienen notas sobre el encantamiento obliviate?
—Esa información no es de tu incumbencia, Malfoy. ¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó.
—Esa información no es de tu incumbencia, Granger. —respondió Draco, sonriendo de lado. Esto a Hermione le causo algo de gracia. Terminaron de levantar los papeles y se pararon.
—Muy gracioso, hurón. Madame Pince me ha dado un permiso para estar aquí, resulta que no tengo mucho tiempo para estudiar, por lo tanto entro algunas noches y me dedicó a eso. Al parecer... tenías razón. Soy una rata de biblioteca. —dijo con ironía.
—Bueno, quizá me merecía un poco el puñetazo que me diste. —respondió él, sonriendo. Hermione quiso parecer dura, seria, pero al final una sonrisa se desprendió de su rostro.
—Creí que era la única que tenía el permiso pero si tú estás aquí...
—La verdad, Granger, entre por contrabando. —su consciencia le preguntaba por qué le había dicho la verdad, pero no encontraba respuesta. Lo único que sabía era que no quería mentirle, no a ella—. Ya sabes, un alohomora abre todas las puertas. —ella asintió.
Draco la contemplo, la luz de su varita los iluminaba, junto a la luz de luna que entraba por las ventanas de la gran biblioteca. Los rasgos de Hermione eran finos, y bellos. Jamás había visto criatura tan hermosa, ni en el mundo muggle, ni en el mundo mágico. Era única y maravillosa. Despertaba dentro de él un instinto protector. Había un brillo en los ojos de la chica que lo alentaban a cambiar, que le brindaban esperanza. No quería, necesitaba, besarla.

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Falling in love.
Fanfiction«Desde el momento en que te vi no entiendo qué fue lo que hiciste conmigo, que no puedo borrar tus ojos de mi mente, y le pregunto al corazón qué ha pasado...» Este fanfic apoya The Free Love Campaing (@freelovecampaign) Disclaimer: los personajes y...