VI

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«Maybe I was just a lost soul, trapped in time, living' between life and the cracks, were blind even though we had hopes and dream that never came, yet still we all feel pain»                            «I would live inside you, words will that I keep» 


Harry se quedó mudo. Severus Snape acababa de matar a Albus Dumbledore, no podía creerlo. De a poco, casi por inercia, sus piernas comenzaron a moverse, siguiendo los pasos de los mortifagos que ya estaban afuera del castillo.

— ¡Él confiaba en usted! ¡Cobarde! —gritó Harry, provocando que Snape se volteará a verlo. Inmediatamente, de su varita salió un expelliermus, que Snape evitó con su varita. Al desestabilizar a Harry, siguió caminando hacia el bosque Prohibido.

— ¡Pelee, pelee cobarde, pelee! —volvió a rugir Harry, furioso. — ¡Sectusempra! —gritó.

Snape se cubrió, y con un expelliermus envió la varita de Harry lejos de él. Se acercó al muchacho lentamente.

— ¿De verdad crees que podías atacarme con mi propio hechizo, Potter? Sí, yo soy el príncipe mestizo. —afirmó, y se hizo un silencio.

— ¡Malfoy! ¡Malfoy! —se escuchó. Draco y Harry reaccionaron inmediatamente, conocían muy bien esa voz.

— ¿Granger? ¡Granger! ¿Dónde estás? —gritó Draco, desesperado. Intentó correr hacia el lugar donde provino la voz, pero Snape se lo negó, poniendo su cuerpo frente a él.

Harry se incorporó y corrió hacia el lugar. — ¡Hermione! ¡Hermione! —gritaba.

— ¡Harry! ¡Estoy aquí! ¡Harry!

— ¿Lo ves? —susurró Severus a Draco—. Ella tiene a Potter, no te necesita. Vámonos.

El rubio asintió lentamente, y con tristeza. Ambos se marcharon, siguiendo a los demás mortifagos que ya se habían ido.

Harry había llegado hasta Hermione, que se encontraba atada a un árbol.

— ¿Qué demonios... —comenzó a decir Harry, pero se calló al ver que un centauro salía de atrás del árbol.

— ¡Harry, yo no quería! Pero él, él... él no se corría y necesitaba llegar hasta Malfoy... entonces... —volteo su rostro para dirigirse al centauro, que permanecía callado— ¡No quería hacerlo!

—Mira, no sé qué demonios ha pasado pero debemos irnos. Déjala ir. —le dijo Harry al centauro.

—Ella me ha golpeado. No puedo dejarla ir. —dijo con firmeza.

— ¿Sabes? Esta mujer que tienes atada a un árbol es la máxima defensora de los derechos de las criaturas mágicas, como los elfos domésticos, como tu y como todos los que habitan este condenado bosque. Ahora, si no te importa, necesito que la dejes ir porque tengo asuntos que atender.

—No.

— ¡Vamos! ¡Por Merlín! Tú no te corrías, y necesitaba llegar para decirle algo a una persona. Ni siquiera te he lastimado. —dijo Hermione, bastante indignada.

—Oye —Harry se dirigió al centauro, que se acercaba a Hermione de manera amenazante—. ¿Conoces a Albus Dumbledore? El director del castillo...

—Por supuesto que sí. —respondió el centauro, igual de firmé.

—Pues él está muerto. Acaba de ser asesinado por un profesor. Ahora, me harías el favor de desatar a mi amiga de ese árbol ¡porque tenemos que enterrar a una persona! —gritó. El centauro lo miro perplejo, y sin decir una sola palabra, desató a Hermione del árbol.

—Siento lo de Dumbledore. —susurró, acto seguido dio media vuelta y se marchó tan silencioso como había llegado.

Hermione y Harry corrieron al castillo, donde los alumnos ya se habían enterado de lo sucedido. Todos, incluidos los slytherins y los profesores, se encontraban bajo la torre de astronomía, llorando a su difunto director, cual velorio. Alguien le había colocado ambas manos en el pecho, y el gesto conmovió a Hermione apenas lo vio.

Harry se acercó al cuerpo, y lloro. Todos estaban llorando, sin poder creerlo. Poco a poco, como un acto inconsciente, cada persona presente levantó su varita y lanzó una bola de luz al cielo. Era su forma de decir gracias, de decir adiós. 

Lograron borrar el morsmordre invocado en el cielo, y esa era su forma de decir que no lograrían vencerlos.

Y luego, todo cambió. Muchos alumnos tuvieron que dejar Hogwarts incluso antes de terminar las clases, puesto que no era un lugar seguro. Ya nada estaba a salvo del Señor Tenebroso.

Harry, Ron y Hermione se encontraban en la torre de astronomía. Dos días atrás, ese mismo lugar había sido testigo del fallecimiento de Albus Dumbledore.

— ¿Crees que Draco podría haberlo hecho? —las palabras salieron sin pensarlo. Hermione no quería que sus amigos supieran que se preocupaba por el rubio, pero la verdad era que no había dejado de pensar en él. Sentía que aquel muchacho que la abrazó, beso y secó sus lágrimas se encontraba perdido, demasiado lejos de su alcance.

—No. Él estaba bajando su varita. —la respuesta de Harry calmó a la castaña. Aquella parte de Draco que la conmovió no había muerto. No era un asesino, lo sabía, estaba segura de ello—. Al final fue Snape. Siempre fue Snape.

El silencio los abrumó. Hasta que Harry comentó que no iba a volver al año siguiente para terminar sus estudios en el colegio porque que debía hallar los horrocruxes. Los tres amigos decidieron renunciar a su último año. Hermione se sintió triste, tal vez nunca volviera a ver a Malfoy.

Draco, por su parte, no podía volver a Hogwarts. Snape no se lo permitió, y el Señor Tenebroso lo requería para participar de las actividades de los mortífagos.

Todo había cambiado. Y el desastre se avecinaba.


Falling in love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora