XVI

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«Don't you dare look out your window darling everything's on fire, the war outside our door keeps raging on, hold onto this lullaby even when the music's gone»


2 de mayo de 1998.

La cámara de los secretos estaba fría. Eso era todo en lo que su mente se concentraba, el frío corriendo por su espalda. No era consciente de todo lo que estaba pasando, parecía un sueño oscuro y doloroso de su mente. Pudo sentir como Ron tomaba su mano, y eso le trasmitió calidez. No era un sueño, era real.
Estaban en una guerra, sus compañeros y profesores morían afuera. Ellos mismos podían morir en cualquier momento, por eso debían destruir el horrocrux. Y lo hicieron.
Hermione destruyó la copa y una parte del alma de Lord Voldemort.

El agua los empapó, a ella y a su mejor amigo. Ambos estaban quietos, muy pegados, hasta que Ron, de repente, la volteó e imprevisiblemente la besó. Su mente no fue capaz de reaccionar de inmediato, y se encontró a ella misma devolviendo el beso por inercia, hasta que unos segundos después reaccionó por fin y lo empujo con ambas manos.
-Ron... No. -dijo.
-Pensé que me querías. -respondió en un susurro.
-Te quiero. Sólo... no es el momento, Ron. -la verdad es que no sabía cómo decirle que lo quería sólo como un amigo sin romperle el corazón.
Se había dado cuenta, desde que había llegado a la casa de Bill y Fleur, que Ron la buscaba y que sus sentimientos por ella se habían incrementado. No quería lastimar a Ron, pero tampoco quería avivar una ilusión que sería destruida con el tiempo. Porque Hermione sabía, desde que había estado en el departamento de Andromeda, que su corazón le correspondía a una sola persona: Draco Malfoy.

Al salir de la cámara de los secretos, se dirigieron a la sala de menesteres en busca de Harry.

Draco había ido hasta allí en busca de su varita. La quería devuelta, la de su madre no le correspondía como la suya. Goyle y Crabble estaban a su lado, habían decidido seguirlo en caso de que él no pueda ser suficiente contra Potter. Lo que ellos no sabían, es que Draco no iba con intenciones de pelear.

-Quiero mi varita, Potter.
-Matalo, Draco. Matalo ya. -decían los simios a su lado.
-Potter, mi varita. -repitió.
-No la tengo, Malfoy. -respondió-. ¿A dónde la llevaste? ¿Por qué no nos quiere decir nada sobre lo que paso?

Draco se quedó perplejo, y entendió que Hermione no les había dicho ni donde había estado ni que había pasado.

-¿De qué habla, Draco? -cuestionó Goyle.
-Sí, Draco, ¿a quién te llevaste?

La aludida entró corriendo junto al pelirrojo Weasley.

-¡Mira quien tenemos aquí! ¡Una sangre sucia! -exclamó Crabble. Draco reprimió sus ganas de pegarle un puñetazo -. Matemoslos, Draco ¡El señor tenebroso nos adorara!
-Ya callate, Crabble. -dijo el rubio.

Ni siquiera supo en qué momento y cómo, él estaba por reiterarle a Potter que quería su varita, cuando un rayo de luz salió de varita de Crabble hacia Hermione. La castaña se protegió y el hechizo quedó en el aire.

- ¡Ella es mi novia, estúpido! -grito Ron, y acto seguido salió corriendo detrás de Crabble y Goyle.
Draco quedó perplejo por un momento, miro a Hermione, y vio que ella quiso acercarse, pero salió a correr detrás de sus compañeros. No quería escucharla, ni verla, ni nada.
Antes de llegar cerca de sus compañeros, vio desde lejos como Crabble prendía fuego todo sin querer hacerlo.
-¡Demonios! ¡¿Nunca podrán hacer algo bien?! -grito, exhausto.

Hermione también había quedado perpleja. Ella nunca le había dicho a Ron que aceptaba ser su novia, él ni siquiera se lo había preguntado. Quizá no le había dejado en claro a Ron que ella lo quería sólo como amigos, pero ¿novios? Ni siquiera sabía de dónde había salido esa falacia.
Harry estaba por decir algo, cuando ambos vieron a Ron ir corriendo hacia ellos -. ¡Fuego! -gritaba el pelirrojo. Detrás de él, la llama naranja ya lo estaba consumiendo todo.

Draco subía apresuradamente la montaña de cosas inútiles e inservibles que la sala tenía, para escapar del fuego que crecía cada vez más. Goyle iba un poco más abajo, intentando ayudar a Crabble, pero este no era muy ligero, y de un momento a otra cayó, siendo devorado por el fuego que él mismo había creado.

-¡Debemos volver por ellos! -gritó Hermione.

Ellos habían corrido, con el fuego pisando sus talones, hasta que encontraron unas viejas escobas y lograron sobrevolar la amenaza.

-¿Enserio, Hermione? ¿Enserio? -contestó Ron, claramente disgustado por tener que salvar a los slytherin. Sin embargo, Harry estuvo de acuerdo con Hermione, y los 3 comenzaron a buscarlos. En efecto los encontraron, pero sólo a dos de ellos: Crabble había muerto.
Draco fue subido a la escoba de Harry, y Goyle a la de Ron. Los cinco salieron de allí los más rápido posible.

A ambos slytherins los dejaron en el pasillo. Los gryffindors se marcharon tan rápido que Hermione no tuvo tiempo de explicarle a Draco el malentendido de las palabras de Ron; fue empujada por sus amigos rápidamente hacia el pasillo que dirigía a la gran puerta principal. Había muchas cosas por hacer, mucha gente por salvar, no podían permitirse perder tiempo.

Draco quedo en el piso, tosiendo a causa del humo ingerido. Podía ver que Goyle movía la boca, probablemente hablándole, pero no lo oía. No oía nada más que a Ron pronunciando "¡Ella es mi novia estúpido!".
Después de unos segundos, logró escuchar a Goyle, este le preguntaba si le dolía algo.
¿Le dolía algo? Sí, algo que iba en medio del pecho, que bombeaba sangre a su cuerpo, y que nunca antes le había dolido: el corazón. Podía sentir cada parte de el quebrándose, fragmentándose en pequeños pedazos, como un vidrio roto. "¡Ella es mi novia!", así que ahora era su novia, ahora sus labios le correspondía a Weasley, ya no más a Draco. Se sentía terriblemente estúpido al pensar que alguien podía amarlo, más aún al pensar que Hermione Granger podía amarlo.

De repente, se levantó del suelo, y Goyle lo miro extrañado, y un poco asustado, pues vio el destello de furia que los ojos de Draco desprendían y eso significa una sola cosa: muerte.

Pero Goyle se había equivocado, él no quería matar a nadie, pero estaba en una guerra y matar era imprescindible. Con ese pensamiento rondando su cabeza, salió corriendo hacia los jardines del castillo.
Divisó a una muchacha de tercer año peleando contra un mortifago, y se decidió a ayudarla. Cuando se acercó pudo notar que ella le temía, y que el mortifago creía que Draco venía a ayudarlo a él, no a ella. Gracias a esa confianza, Draco pudo derribarlo sin mucho esfuerzo con un desmaius, y una vez que estuvo en el piso, le borro la memoria.
-Corre, intenta ayudar a alguien, y ten cuidado. -dijo él a la chica de cabellos dorados. La reconoció por verla en los jardines, era de Ravenclaw.
-Gracias. -susurró antes de salir corriendo.

Otro mortifago, que seguramente había visto todo, llegó corriendo hacia Draco y allí comenzaron una pequeña lucha.
No paso mucho hasta que su tía Bellatrix lo vio en combate contra otro mortifago. Y supo que era su fin, porque su tía sabía que él estaba defiendo el castillo.
-Expelliermus -chilló. La varita de su madre cayó lejos de él. El mortifago se le tiro encima y lo sostuvo en el piso. Rodillas clavadas en sus costados, antebrazo apretando su cuello, y varita apuntando su cara. No podía moverse, y hasta respirar la costaba.
-¡Eres una deshonra! ¡Traidor! -le gritaba su tía, también apuntándolo con su varita - ¡Mi señor debería haberte matado! -echo la cabeza para atrás y rió -. Oh, querido Draquito, vas a morir, ¡yo te mataré!

La mujer por poco no saltaba de felicidad. No le importaba quien fuera, porque lo único que buscaba era satisfacer su necesidad de matar, sentir el placer de haber tomado una vida en sus manos, eso era lo que le importaba.

-Te odio. -dijo Draco, sin miedo en su voz. El mortifago que lo retenía apreto con más fuerza su cuello y el aire comenzó a faltarle por completo.

-¡Avada Kedavra! -gritó Bellatrix. La luz verde fue directa hacia él, y cerró sus ojos con fuerza.
Su último pensamiento fueron los ojos de Hermione.

Falling in love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora