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  «This is gonna hurt but I blame myself first, cause I ignored the truth, drunk off that love, my head up, there's no forgetting you»




Su cabello rubio platinado estaba un tanto alborotado esa mañana de septiembre. Hermione desayunaba junto a sus compañeros de casa, y observaba con cautela a ese joven que tanto la atraía, Draco Malfoy.

Le dolía mirarlo y que le sea indiferente, ella era una impura, y él, hijo de mortífagos. Era imposible si quiera pensarlo.

—Hermione ¿me pasas la mantequilla? —la voz de Harry la sacó de sus pensamientos.

Hacía una semana había comenzado el sexto año escolar. Atrás quedaba el mal recuerdo de Umbridge, sin embargo Hogwarts no era nada seguro.

Volvió a observarlo, él la miraba. Esos ojos grises la intimidaban, sentía que penetraban sus pensamientos, su ser. Hermione bajó la mirada y decidió seguir con su tarea de pociones para ese mismo día, mientras tomaba su jugo de calabaza.

A Draco le era imposible apartar su mirada de aquella castaña. Dentro de él había un remolino de sentimientos por ella. Desde que la vio pasar al frente y colocarse el sombrero seleccionador había comenzado a gustarle, aunque por aquellos tiempos era solo un niño, la gryffindor ya lo atraía. Sin embargo, él sabía que ella era una sangre sucia y debía odiarla, humillarla, despreciarla. Eran los principios que su padre le había enseñado. Y los odiaba. Odiaba a Lucius, y al Señor Tenebroso, odiaba ser un maldito mortífago.

«Si no fuera Draco Malfoy, el idiota y engreído, podría hablar con ella, incluso ser su amigo» solía pensar a diario. Pero eso era imposible y él lo sabía. No quería pensar en lo que le haría su padre si se enteraba de que fantaseaba con ser amigo de una sangre sucia. Y no de cualquier sangre sucia.

Decidió emplear la legeremancia para leer los pensamientos de la chica. Aunque sabía que era una falta de respeto a la privacidad, poco le importaba.

Hermione pensaba en la cantidad de cosas que debía hacer ese día: Ir a clases de pociones, herbología y defensa contra las artes oscuras. Debía hacer sus deberes y escribirles una carta a sus padres. Iría a la torre de astronomía, escribiría allí. Era un lugar tranquilo, le gustaba.

« ¡Eso es!» pensó Draco «Iré a la torre... Como la última vez».

Se sentía seguro, ese día hablaría con ella. Sabía que no lo odiaba, la delataba su mirada, no creía posible que ella odiara a alguien. A demás, estaba aquel día que ambos habían compartido... Por momentos, se frenaba y decidía no ir ¿qué pasaría si Lucius se enteraba? ¿Qué si estaba equivocado y ella realmente lo odiaba? ¿Y si había decidido olvidar ese día? ¿Qué le diría? «Hola, ya sabes quién soy. He pasado la mitad de mi vida haciendo la tuya imposible, molestándote y burlándome de ti. Mi padre es mortífago, y he de seguir sus pasos. Mi familia es seguidora de un mestizo con complejo de serpiente obsesionado con la pureza de la sangre, que por cierto, mato a los padres de tu mejor amigo. Dicha persona me dio la orden de matar a nuestro querido director Albus. Se supone que debo odiarte porque desciendo de un largo linaje de pureza, pero de todas formas me gustas. ¿Quieres salir conmigo?» Claramente, no podía decirle eso.

La tarde transcurrió tranquila. Luego de defensa contra las artes oscuras, Hermione tenía media hora de descanso antes de la cena. Se encontraba en la torre de astronomía, sentada en posición de indio, con libros y pergaminos a su alrededor. Comenzó la carta narrando los últimos sucesos, nada importante. Molly les preparo una comida exquisita antes de partir a la estación Kingcross, allí subieron al tren y se despidieron de los Weasley. Harry les comentó que tenía la sospecha de que Malfoy era mortífago, pero ella no lo creía. Les dijo que Hogwarts estaba más tranquilo que el año anterior, y que todo estaba bien... Por supuesto, no era verdad. Se sentía un aire pesado por los pasillos del colegio, todos podían sentir que se acercaba algo grande. Les preguntó a sus padres cómo estaba todo allí en Londres, cómo les estaba yendo en la clínica de odontología. Les comentó que extrañaba estar allí con ellos. Hablar del centro Londres la transportaba, cerró los ojos y su mente divago, recordando los niños asustados en la sala de espera de la clínica, la suave música que sonaba por los parlantes, el olor a gasas, y a pasta dental...

Estaba tan sumida en sus pensamientos que no fue capaz de sentir que alguien se encontraba allí, observándola.

—Tienes linda letra. —susurró.

Hermione abrió los ojos, asustada.

— ¡Malfoy! ¡Casi me matas de un susto! —la muchacha se levantó, y recogió sus cosas, dispuesta a marcharse de allí.

—Créeme, matarte de un susto es lo que menos quisiera hacer contigo. —una media sonrisa asomó por el rostro de Draco. Hermione se sintió cohibida ante el comentario, sus mejillas se tornaron rosadas por la vergüenza.

—Eres un cerdo repugnante. —dijo con firmeza. Caminó hacia las escaleras, pero sintió que la tomaban por la muñeca. Se dio media vuelta. — ¿Qué quieres ahora?

Draco movió su varita y la pluma de Hermione apareció por detrás de él, levitando, cayó lentamente en la palma de la castaña.

—La olvidabas. —susurró. La muchacha se atrevió a mirarlo a los ojos, tratando de encontrar algún rastro de odio, pero los ojos grises del rubio le proporcionaron confianza. Si le hubiese dicho que en ese preciso instante que el cielo era color verde, Hermione le hubiese creído.

Se soltó de su agarre. —Gracias. —dijo algo confundida, y bajo las escaleras rápidamente.

Se apoyó contra una columna, intentando descubrir qué le había pasado allí arriba. Su mente no dejaba de pensar en Malfoy. ¿Podría ser cierto lo que Harry decía? ¿Podría ser un mortífago? No. No podía concebir la idea de que una persona tan joven sea un asesino. Su padre, sin embargo, lo era. Una parte de ella se quebró al pensar que Draco había crecido con un padre asesino. ¿Cómo te enfrentas a diario con esa verdad? ¿Cómo lo miras a la cara en el desayuno sabiendo que mató a gente inocente? ¿Cómo duermes por las noches? Quería correr hacia él y hacerle todas esas preguntas. Eso era algo que los libros jamás le dirían. Jamás entendería el sufrimiento de Draco al crecer con una persona así.

Luego de unos minutos, se dirigió al gran comedor, pretendiendo que nada había pasado.

Ginny notó enseguida que Hermione no quitaba la mirada de la mesa de las serpientes. Se acercó a su amiga, y en un susurró, le preguntó a quien buscaba.

— ¿Eh? No, a nadie Ginny ¿Por qué querría buscar a un Slytherin? No seas tonta. —respondió la castaña—. Sabes estoy algo cansada, me iré a dormir. Nos vemos mañana. —le dijo a todos sus amigos. Tomó unos panecillos y salió del gran comedor en silencio.

Draco no había ido a cenar esa noche. Luego de lo que paso en la torre de astronomía se dirigió a su sala común, hizo los deberes y se recostó en su cama, sin poder dormir. Granger no salía de su mente. Él sabía que la había dañado más que nadie, y se sentía completamente culpable por eso.

—Si pudiera volver el tiempo atrás arreglaría todo, créeme Granger. Lo haría. —susurró para sí mismo.


Falling in love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora