VIII

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 «Danger will follow me now  everywhere I go, angels will call on me and take me to my home»  


Lo cierto era que no podía cambiar nada. Su vida era esa, por mucho que la detestara. Y todas las palabras ya las había dicho, por consecuencia causando mucho daño.

¿Qué clase de niño había sido? Un maleducado, egocéntrico y vanidoso. Sabía que ella era mejor que él en todos los sentidos. Era como el día y la noche, la leona y la serpiente; mientras que Draco era egocéntrico, ella era tímida. Apostaría lo que sea a que la autoestima de la muchacha no era muy alta. Ambos eran inteligentes, pero ella era aún más y no podía negarlo. Hermione irradiaba bondad y compasión; él solo sabía infligir dolor a personas como ella.

Aquello pasaba por su mente, sin saber que alguien estaba leyendo sus pensamientos y viéndolos mediante la legeremancia. Draco se había descuidado, dejando abierta una puerta de su mente que cualquiera podría usar en su contra.



Hermione llegó sana y salva a la madriguera luego de volar fingiendo ser Harry, junto con los otros miembros de la orden. Sin embargo, estaba triste. Ojo loco y Hedwig habían muerto. Lo peor de todo, es que esto es recién el comienzo, se decía mentalmente la castaña.

En medio de tanto dolor, había una esperanza. La boda de Bill y Fleur se llevó a cabo los días siguientes. El mismo día en que Harry cumplía años.

Esa mañana, el ministro de Magia hizo presencia en la madriguera, reuniendo a los tres amigos frente a él.

—Muy bien, entonces. Estoy aquí, como ustedes seguro ya saben, debido al testamento de Albus Dumbledore. —dijo. Hermione se sorprendió. No esperaba que Dumbledore le dejara algo a ella también.

Harry interrumpió al ministro, antes de que continúe.

—Dumbledore murió hace un mes. ¿Por qué ha tardado tanto en darnos lo que nos dejó?

— ¿No es obvio? —dijo Hermione, antes de que Scrimgeour pudiera responder. —Querían examinar lo que sea que nos dejó. ¡No tenía derecho a hacer eso! —dijo, y su voz tembló.

—Tenía todo el derecho. —dijo Scrimgeour despectivamente—. El Decreto para la Confiscación Justificada da al Ministerio poder para confiscar el contenido de un testamento...

— ¡Esa ley fue creada para evitar que los magos no legaran artefactos oscuros —dijo Hermione— y se supone que el Ministerio debe tener una prueba poderosa de que las posesiones heredadas son ilegales antes de confiscarlas!

— ¿Está planeando seguir una carrera en Leyes Mágicas, Señorita Granger? —preguntó Scrimgeour, totalmente irónico.

—No, en absoluto —replicó la castaña—. ¡Espero hacer algo bueno para el mundo!

Scrimgeour la miró despectivamente, y la gyffindor, llena de coraje, le sostuvo la mirada. El hombre era un corrupto para ella.

Luego, el ministro se metió la mano en su capa y sacó una bolsita no mucho más grande que un monedero. Extrajo un rollo de pergamino, lo desenrolló y leyó en voz alta: —"Última voluntad y testamento de Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore... Sí, aquí está... A Ronald Bilius Wesley le dejo mi desiluminador, con la esperanza de que cuando todo parezca estar más oscuro, le muestre la luz."

El ministro sacó de la bolsa un objeto parecido a un encendedor plateado que poseía el poder de absorber toda la luz de un lugar, y el de devolverlo mediante un simple clic.

Falling in love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora