XI

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Maratón 3/3

«It's alright to cry, even my dad does sometimes, so don't tipe your eyes, tears reminds you you're alive. It's alright to die,cause death is the only thing you haven't tried»


Draco observó a sus padres pronunciando hechizos alrededor de su habitación. Fermaportus, Cave inimicum, entre otros.

— ¿Por qué hacen eso? —preguntó el muchacho, desconcertado ante la actitud de sus padres.

Narcissa miró a Lucius, esperando que él aclarara las dudas de su hijo.

—Draco... —comenzó Lucius —. Yo... nosotros... necesitamos hablar contigo.

Por un momento, Draco temió lo peor, «Potter ha muerto, ya nada detendrá al Señor Tenebroso» pensó.

—Tu padre tiene algo que decirte, escúchalo, por favor, Draco. —dijo su madre, sentándose en la cama del joven.

—Hijo... sé muy bien que te he hecho mucho daño —Draco corrió la mirada, como un gesto de irritación, ¡por supuesto que le había hecho daño! —. Cissy, esto no servirá, él no lo entenderá. —dijo Lucius, dirigiéndose a su esposa.

Antes de que ella pudiera contestar, Draco respondió, frio y seco.

—Suéltalo ya, padre. No te interrumpiré si es lo que piensas.

Lucius miró hacia el techo, definitivamente el discurso sonaba mejor en su cabeza.

—Como tú sabes, he estado en Azkaban un tiempo... —el joven asintió. — He cometido muchos errores en mi vida Draco, pero créeme que el peor de ellos, y del único que me arrepiento, es de haberles causado tanto mal a ti y a tu madre. —Draco corrió la mirada. No le creía, en absoluto. Y Lucius lo notó, conocía al niño más de lo que él pensaba. Al notar que su padre no proseguía, Draco decidió contestar.

— ¿Eso es todo lo que piensas decir? Padre, lo lamento, pero si quieres que olvide todo lo que has hecho no alcanzará con eso.

—Lo sé, Draco, lo sé. Por eso he decidido dejar atrás mis prejuicios, y mis creencias para ayudar a Potter. Tu madre me ha dicho que ustedes quieren que esto se termine. Draco... yo también le temó, y no sabes cuánto deseo que esta guerra se termine.

Draco estaba estupefacto. Jamás creyó que su padre podría ayudar al "enemigo".

—Sé que Potter ha salido en busca de los horrocruxes, pero lamentablemente no sé qué objetos son. Creo... creo que la serpiente es uno de ellos. Tienes que encontrar la forma de comunicárselo, hijo. Nosotros no podemos matarlo, porque si ellos se enteran de que estamos en su contra, nos mataran. —su madre soltó un grito ahogado.

— ¿Crees que no lo sé, padre? ¡Sé que quien-tu-sabes nos tiene bajo la mira! Me he dado cuenta de que ya no confía en ti como solía hacerlo —respondió el joven—. No tengo manera de comunicárselo. No puedo ni siquiera ir a Hogwarts para hablar con Longbottom o alguno de ellos. Siento defraudarte una vez más. —dijo, con ironía.

—Lo dices con ironía, pero realmente soy yo quien debe pedirles disculpas por todo lo que he hecho. —Lucius se acercó a su esposa, se sentó a su lado y tomó su mano. Hizo un gesto con la mano para que Draco se sentara junto a ellos. El joven, de mala gana, aceptó. Su padre tomó su mano, también. La mínima muestra de afecto lo sorprendió.

—He sabido toda mi vida, que ustedes dos son lo único que tengo. Han sido fieles a mí, y sólo los he arrastrado a una vida miserable, llena de dolor. Sé cuánto has sufrido tú, hijo, convirtiéndote en mortífago. Y Cissy, me has brindando todos estos años un amor que, siento, no te he podido devolver en su totalidad. No saben cuan arrepentido estoy por todo lo que he hecho, por todo lo que les he causado. No soy merecedor de tenerlos a mi lado, lo sé. Aun así, créanme que los amo, más de lo que puedo demostrar. —Draco no cabía en sí. No comprendía que bicho le había picado a Lucius, pues nunca les había hablado de esa forma. Narcissa lloraba silenciosamente, pero no por tristeza, si no por felicidad. 

—Lucius, nadie más que yo sabe que estás siendo sincero con nosotros. Te he amado desde el primer día y te amaré hasta mi último suspiro. Si te he apoyado en todo, en cada locura que se te cruzó, fue siempre por amor. No eres culpable de todo, ambos hemos cometido errores —se paró, y tomó las manos de su hijo—. Yo también he de pedirte perdón, porque no impedí que te conviertas en mortífago. Quiero lo mejor para ti, mi dragón, y sé que esto no lo es. Lamento no haberte salvado. 

Draco pudo ver que su padre se limpiaba las mejillas, y entonces se percató de las lagrimas silenciosas que corrían su rostro, pero él las limpio rápido y luego abrazó a su esposa, que también lloraba. El joven rubio no entendía absolutamente nada, no era capaz de ordenar sus sentimientos. Amaba a su madre, de eso no tenía duda alguna, pero ¿sería capaz de perdonar a su padre? Draco no hablaba, su vista estaba fija en el suelo de la habitación. Lucius comprendió que su hijo no lo perdonaría, no aún. Tomó la mano de Narcissa, y caminaron hacia la puerta.

— ¿Recuerdas el día que ambos fuimos a comprar la Nimbus 2001? Yo estaba emocionado porque sería el nuevo buscador, tú me dijiste que sería el mejor buscador de Slytherin, y te creí, padre. —Lucius asintió, recordando—. Me apretabas el hombro, en plan "estoy aquí, hijo, contigo". Hacías eso cada vez que estábamos juntos, cada vez que estábamos bien. Recuerdo el abrazo que me diste antes de que suba al Expresso de Hogwarts, en mi primer año, dijiste que sería el príncipe de Slytherin, y te creí. Cuando me nombraron prefecto de mi casa, dijiste que te sentías orgulloso, y te creí. Te creí incluso cuando dijiste que si me convertía en mortífago nuestra familia volvería a recuperar su honor. Te creí recién, cuando dijiste que estabas arrepentido, pero no puedo perdonarte tan fácil. —dijo el rubio con firmeza. Miró a su madre, y prosiguió—. No sé cómo haces tú, madre, para perdonarlo después de todo lo que te ha hecho —volvió la vista a Lucius—. No puedo olvidar que la golpeabas cuando el golpe iba para mí. Ni tampoco tus ideales sobre la pureza, que me han llevado a ser la asquerosa persona que soy hoy. Padre, no sabes cuan doloroso ha sido este último año para mí. Y todo, absolutamente todo, es tu culpa.

— ¿Crees que no lo sé?—estalló su padre—. Snape me contó todo. Sé que Potter te atacó. Sé mucho sobre ti ¡porque eres mi hijo! Y aunque creas que no me importas, sí lo haces. Siempre me has importado. Lo sé todo sobre ti. Sé que Parkinson era tu novia, pero que siempre has sentido cosas ¡por una sangre sucia! —al escuchar esto, Draco palideció—. Cuando te encuentras débil la oclumancia no te funciona de la mejor manera. He visto todo sobre ti y la mocosa de Granger. Créeme que mi primer impulso fue hacerlos añicos a ambos; pero entendí, mucho gracias a tu madre, que no puedo arruinar aún más tu vida. Me cuesta demasiado aceptar que has deshonrado a nuestra familia, pero para demostrarte cuan arrepentido estoy, y cuanto te quiero, hijo, no diré nada sobre eso. Fingiré que no ocurrió. —dijo con desprecio, y se retiró de la habitación.

—Tu padre pudo haber sido terrible a veces, Draco, pero no dejes que los malos recuerdos opaquen los buenos. —dijo Narcissa, y se dirigió a la puerta. Antes de salir, agregó: —Fue por amor. Lo perdoné por amor.

Y se marchó, dejando tras de sí, un Draco muy confundido.


Falling in love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora