XII

6.3K 445 28
                                    


  «I've seen fire and I've seen rain, I've seen sunny days that I thought would never end. I've seen lonely times when I couldn't find a friend, but I always thought that I'd see you again»  «You and me, anyone between is the enemy» 



Llevaba dos tazas de té en las manos, y bajo su brazo el libro de Rita Skeeter. Se encontraban en el Bosque de Dean.

— ¿Harry? —preguntó con cautela, el joven se veía furioso, a punto de maldecir a cualquiera que se presentara frente a él. Harry cogió una de las tazas y le agradeció.

— ¿Te importa si te hablo? —preguntó ella, otra vez.

—No. —respondió Harry. En realidad, sí le importaba. Quería estar solo, pero si decía que no, heriría los sentimientos de Hermione.

La castaña le comentó que tenía el libro, y que sabía quién era el muchacho de la foto. Harry aún parecía enfadado con ella. Comenzaron a leer el libro, que exponía las intenciones de controlar a los muggles sin violencia de por medio, de un joven Albus y su mejor amigo Grindelwald. Hermione pudo notar que Harry estaba afligido al leer todo aquello, por lo que decidió sacarle el libro.

—Harry... esto no es... una lectura muy agradable.

El chico contestó furioso y ambos comenzaron a discutir. Harry alegaba que Dumbledore tenía la misma edad que ellos cuando planeaba gobernar a los muggles pero sin violencia alguna, mientras que ellos luchaban contra las artes oscuras, todo lo contrario.

—El Dumbledore que nosotros conocíamos nunca, jamás hubiera permitido... —dijo la castaña, pero su amigo la interrumpió.

— ¡El Dumbledore que creíamos conocer quería conquistar a los muggles a la fuerza! —gritó Harry.

— ¡Cambió, Harry, cambió! ¡Tan simple como eso! —repuso Hermione, siguió comentando que si bien esas eran las creencias de Albus en su juventud, paso la mitad de su vida luchando contra las artes oscuras y fue el mismo quien detuvo a Grindelwald.

Harry no podía contener su furia.

— ¡Arriesga tu vida, Harry! ¡Y otra vez! ¡Y otra vez! ¡Confía en mí aunque yo no confié en ti! —gritó. Hermione dijo que Dumbledore lo quería, y Harry, sin querer seguir discutiendo, le agradeció por el té y se fue a hacer guardia en la entrada de la tienda. Hermione tomó el libro y se marchó adentro, acariciando el pelo de Harry antes de entrar.

Esa misma noche, mientras Harry montaba guardia, pudo divisar el patronus de su madre a unos cuantos metros de él, en medio de los árboles. Cauteloso, se acercó a él. El ciervo lo dirigió a un lago, cubierto de hielo debido al invierno que los abrigaba. El gryffindor observó como el ciervo entraba dentro del lago, con sus manos limpió la nieve del hielo y allí la vio ¡la espada de Godric Gryffindor! ¡Su espada!

Decidido, se quitó la ropa, rompió el hielo y se sumergió. Llegó a la espada, pero el hielo que él rompió había vuelto a su lugar y no podía salir. Por un momento, fue preso del pánico, pensando que aquello podría ser una emboscada de Voldemort. Sin embargo, algo tiró de él y lo subió a la superficie. ¡Era Ron! ¡Había vuelto! Ambos destruyeron el guardapelo de Salazar Slytherin con la espada y se dirigieron a la tienda.

Hermione estaba demasiado enfurecida. Ron había aparecido, luego de semanas, y sólo había dicho "Hola", y también habían encontrado la espada de Gryffindor y destruyeron el horrocrux. Todo, sin ella. Aquello era lo que más la enfurecía, sentía que la habían hecho a un lado. Sin embargo, tenían cosas más importantes que hacer, así que le comentó a Harry que el señor Lovegood había tenido el mismo símbolo que aparecía en las cartas de Albus a Gellert Grindelwald, en la boda de Bill y Fleur, y que también lo había visto en las tumbas del Valle de Godric. Lo cual le parecía realmente raro, porque las tumbas databan de muchos años antes del nacimiento de Grindelwald.

—Tenemos que ir a hablar con él. —sentenció Hermione, y a pesar de Harry, el trío se apareció frente a la casa de Luna y su padre.

El señor Lovegood estaba distraído, sucio y alterado. Al principio no los reconoció, y no quiso dejarlos pasar, pero al final cedió. Los condujo a la habitación de arriba, que estaba atestada de cosas, papeles por todos lados. Cuando Harry le dijo que necesitaban su ayuda, quiso negarse, e intento escabullirse. Hermione preguntó por Luna pero él hizo caso omiso a la castaña. Bajo y volvió a subir, esta vez con una bandeja con cuatro tazas y una tetera. Harry le preguntó que significaba el símbolo que traía en la boda de Bill y Fleur.

— ¿Te estas refiriendo al símbolo de las reliquias de la muerte?

Los gryffindors no entendían, por lo que procedió a explicar. Les conto el cuento de los tres hermanos, y cuando terminó les dijo que bajaría por más té. Harry lo siguió.

—Señor Lovegood, ¿dónde está luna? —preguntó.

—Ya se los dije, está pescando Plimpies. —respondió, mirando hacia la ventana.

—No creo que ella haya estado aquí en semanas. Su ropa no está y no ha dormido en su cama. ¿Y por qué está constantemente mirando hacia la ventana? —volvió a cuestionar Harry.

Xenophiulius se quedó mudo. La imprenta comenzó a lanzar las nuevas ediciones del Quisquilloso. Hermione tomó una y se la mostró a Harry. La portada llevaba una foto de este y debajo, la frase: "Indeseable número uno".

— ¿Así que el Quisquilloso ha optado por nuevo punto de vista?

—Me han quitado a Luna —confesó finalmente—. Me quitaron a Luna a causa de lo que escribía. No sé dónde la tiene... o... o que le han hecho... pero la recuperaré... si... si...

— ¿Si entrega a Harry? —terminó la frase Hermione. Xenophiulius asintió.

—No hay trato. Córrase de nuestro camino, nos vamos. —dijo Ron, un tanto furioso.

Los mortífagos llegaron en menos de un minuto. Comenzó una lucha entre los estos y Hermione dejo que Harry se mostrara ante ellos para que no lastimen ni a Luna ni a su padre, luego, los arrastró a los dos a la oscuridad. Se aparecieron en un campo, rápidamente Hermione estaba caminando a su alrededor protegiendo el lugar. Armaron la carpa y pasaron la noche allí, todavía sorprendidos por lo que acaba de pasar.

Narcissa entró en el cuarto de su hijo, seguida de Twinky, quien llevaba en sus manos una bandeja de plata repleta de jugos y frutas.

— ¿Cómo estás? —le preguntó a su hijo. La elfa depositó la bandeja en el escritorio y se marchó con un chasquido.

— ¿Esperas que te conteste? —respondió Draco.

—Querido, yo... —comenzó diciendo, pero se vio interrumpida por la voz de su esposo, que los miraba desde el marco de la puerta.

—Potter está acá.

Al escuchar esas tres palabras salir de la boca de su padre, Draco pudo sentir que algo dentro suyo se hacía cada vez más pequeño y dolía. Si Potter estaba allí, Hermione también. 

Falling in love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora