XIV

6.1K 530 121
                                    


«I come alive when I hear your voice, it's a beautiful sound»                         «The world will never ever be the same, and you're the blame»


Se aparecieron en un cómodo departamento muggle, por la ventana se podía apreciar el centro de Londres.

La mujer que estaba en la cocina se asustó, pero al reconocer al joven dio un paso adelante. Lo llamó, pero él no despegaba su vista de la chica que lo abrazaba fuertemente.

—Hermione, puedes abrir tus ojos. Estamos a salvo. —susurró en su oído. Lentamente, ella lo hizo, soltando un poco el agarre sobre él. Sin embargo, seguía muy juntos, él aún tenía su brazo sobre su espalda y ella todavía se aferraba a su camisa.

—Tía Andrómeda —dijo, dirigiendo su mirada a la mujer allí parada—. Siento haber interrumpido así, pero necesitábamos salir de la mansión y fue el único lugar que vino a mi mente.

—Cariño, no te preocupes. Nadie puede rastrear este lugar —respondió la mujer—. Hola, Hermione.

—Hola —susurró, todavía asustada.

— ¿Qué paso? ¿Narcissa está bien? —preguntó a su sobrino, algo asustada. Draco no había pensado en sus padres y las represalias que obtendrían por su culpa.

—N-no lo sé —admitió—. Tengo que volver.

— ¡No! —ambos dirigieron su mirada a Hermione—. N-no puedes hacerlo Draco, ¡estarías en peligro si vuelves! —ella lo miraba directo a sus ojos grisáceos.

El simple gesto lo conmovió y quiso besarla allí mismo, pero se contuvo.

—Hermione, escúchame. Mis padres están ahí, quien-tu-sabes también estará allí pronto y... tus amigos.... —dijo, sin terminar la frase, sabiendo que ella amaba a sus amigos más que nada, y que se sacrificaría por ellos.

Andrómeda Black los miraba desde su lugar, totalmente sorprendida. Había hablado mucho con su sobrino sobre Hermione Granger, y conocía todos los sentimientos que él ocultaba, pero ella creía que Hermione estaba enamorada del otro chico, Ronald Weasley, sin embargo, al verlos allí; la mano de Draco en la espalda de ella, las manos de Hermione aún aferradas a la camisa de su sobrino, sus miradas ardiendo, como si el mundo se hubiese evaporado y ellos no fueran conscientes. Conocía esa mirada: estaban enamorados el uno del otro. 

Hermione estaba enamorada de Draco, y eso conmovía a Andrómeda hasta las lágrimas, porque sabía el tormento por el que su sobrino había pasado, y cuanto amor necesitaba para curar todas sus heridas, y estaba segura de que Hermione podría hacerlo, amarlo, y juntos sanar todas sus heridas. Despacio, volvió a la cocina, dejándolos solos. Ellos ni siquiera se dieron cuenta.

—Tienes razón. Volveremos. —afirmó totalmente convencida. El miedo había sido reemplazado por su coraje, en esos momentos se podía apreciar que era una gryffindor hecha y derecha.

—No. Tú te quedaras aquí, por lo menos hasta mañana ¿está bien? No puedes arriesgarte así, Hermione, no con todo lo que está pasando. —contraatacó Draco. La furia dentro de ella creció y se alejó del rubio como si hubiese quemado.

Alzó los brazos, y gritó: — ¡No puedes obligarme a quedarme aquí cuando mis amigos podrían estar muriendo en este momento! —las mangas de su remera se bajaron y Draco notó lo que su tía le había hecho.

Se acercó a ella despacio, y como Hermione ya había bajado sus brazos tuvo que levantar su manga el mismo. Al sentir el roce de sus dedos sobre su piel ella cerró los ojos.

—Mira lo que te han hecho...— susurró con una voz apenas audible y llena de angustia— Es mi culpa, no debí permitir que ella te tocará. Lo siento, Hermione. Lo siento tanto.

Sus ojos se encontraron, otra vez. No podía creerlo, Draco Malfoy le estaba pidiendo perdón. La había salvado y aun así le pedía perdón por no haberlo hecho antes. Estaba ahí, el mismo Draco Malfoy que la había consolado años atrás, el que se había confesado con ella una noche estrellada, el que la había besado... No lo perdió, esa parte de su alma seguía intacta. No perdió esa parte de Draco que tanto le gustaba.

—Y-yo... creí que ya... que ya no vendrías... creí que ellos te habían... te habían tomado para siempre. —dijo en susurros, con la cabeza baja, como si se avergonzara.

—Pueden tomarlo todo, pero mi alma siempre será tuya. —respondió. Hermione se sorprendió y lo miro con ojos grandes. Lo dijo como si estuviera diciendo el tiempo, como si fuera normal, entre ellos, decirse cosas así. Sin embargo, lejos de sentirse incomoda, se sintió... como en casa.

—Bésame. —dijo. Ahora era Draco quien la miraba con los ojos grandes, sorprendido.

— ¿Qué? —cuestionó ladeando su cabeza. Creía haber escuchado mal, Hermione no le diría algo así tan a la ligera.

—He dicho que me beses, Draco.

—Creo que estoy escuchando mal. —respondió, divertido esta vez.

—Oh, vamos, te mueres por hacerlo.

Y la risa de Draco contra su boca hizo explotar en su pecho una bandada de mariposas.

Los labios de Draco atacaron los de Hermione sin pensarlo dos veces. La estaba besando, y todo el dolor que había sentido este tiempo desapareció en un instante. Se sentía como... en casa.

Al separarse, sus frentes quedaron pegadas, y ella rió ligeramente.

—No sabes cuánto he deseado volver a besarte. —susurró el rubio.

— ¿Y Andrómeda? —preguntó, cambiando de tema.

Ambos se separaron al recordar que la tía de Draco estaba allí, pero al volver sus miradas al lugar donde la mujer se encontraba antes, hallaron que allí no había nadie. Caminaron hasta la cocina, Draco por delante, y efectivamente, su tía se encontraba ahí, leyendo un libro de cocina.

Levantó la vista y, con una gran sonrisa, dijo: — ¿Han terminado ya de discutir y besarse?


Falling in love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora