capitulo 5; el es todo un misterio que nunca se resolvió.

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Nos adentramos lo suficiente como para sentirnos lo suficientemente seguras.

Es irónico utilizar la palabra "seguras", cuando estamos en un territorio en medio de la nada y con la necesidad de matar a niños y niñas de nuestra edad.

Hicimos una pequeña fogata nos dormimos encima de las ascuas, para mantenernos en calor y no morir de hipotermia.

No pude cazar nada, solo tenía una daga, y con una lo único que podría hacer es apuñalar a algún animal y esperar a que agonice, y eso seria muy cruel.

También estuve sonsacándole a Maya cosas sobre el misterioso chico.

Por lo que me ha contado, ellos ya se conocían, eran del mismo estatus, industria.
Eso explicaba su pálida piel, sus ojos grises como el acero, y su pelo oscuro, siempre envuelto de una forma tan sexy.
Su madre murió en el parto de su hermano pequeño, de quien, al no ser alimentado, también murió.
Su padre cayó en el alcohol y las drogas y el, no pudo soportarlo mas y un día se fue al bosque.
Nada mas que venía a la ciudad para observar los acontecimientos y comerciar.

Le di mi daga a Maya para que cazase alguna pieza, mientras yo iba a buscar bayas y setas, se me daban genial distinguir las comestibles de las venenosas.

Estuve toda la mañana recogiendo fresas silvestres, trufas, níscalos, champiñones, arándanos salvajes, moras y frambuesas.

Cuando llegué, pude apreciar el buen olor que invadía mis fosas nasales. Sin duda alguna era carne.

Había subestimado a Maya, aquella chica débil pero de carácter fuerte.
Ella, al verme, sonrió triunfante y yo me eché a reír.

Mientras comíamos empezamos a hablar y a reír;

- No entiendo por que debemos de matar a las personas, es decir, solo deberíamos de preocuparnos en comer- Dijo Maya en un tono apenado.

- Verás, ellos tienen despensas, cuanta menos gente allá, pasarán menos hambre y la comida durará mucho mas, ¿entiendes?- ella asintió y después de varios minutos en silencio, lo rompió.

- ¿Por qué me preguntaste ayer por Max?
¿ O... acaso te gusta...?- Yo miré seria a Maya, quien me sonreía pícaramente mientras ennarcaba una ceja.

- ¿Como me va a gustar si ni si quiera lo conozco? - dije mientras reía irónica - A ver, si, es atractivo, y atrae, pero no solo a mi, sino a muchas mas chicas.- Mas que convencer a Maya intentaba convencerme a mi.

Por lo demás, todo el día fue bastante bien.
Ambas dormimos abrazadas, otra vez encima de las ascuas sobrantes.

A la mañana siguiente, me desperté al notar que alguien me sacudía bruscamente del hombro.

Me levanté perezosamente y, al ver que la figura era masculina, me puse alerta.

Llevé mi mano al cinturón para empuñar mi daga, pero no estaba en su lugar. Aun aturdida, me puse en posición defensiva y lancé una rápida mirada a mi alrededor para ver donde estaba Maya, pero no la encontré, por lo que me preocupé un poco mas de lo mucho que ya estaba.

-¿Buscabas esto?- Dijo la esbelta figura encapuchada, mientras alzaba mi daga.
Yo trague saliva y Asentí.

- Si la quieres tendrás que venir conmigo.
- ¿Y si no quiero?- pregunté encarandome hacia el.
- Te llevaré a la fuerza.- Dijo mientras sonreía falsamente.
- Está bien, voy contigo si me das la maldita daga- tenía un plan, y me aplaudía mentalmente por ser tan astuta.

El me tendió la daga y yo la agarré al nano segundo.
Después empezamos a caminar, el iba delante de mi, guiándome, y cuando ya casi habíamos llegado le apuñale en su musculoso brazo.

El pareció confuso, y luego me miró furioso.
Muy furioso.

Se arrancó la daga, llena de sangre y empezó a acercarse bruscamente hacia a mi.

Yo di media vuelta y empecé a correr, pero no llegué muy lejos cuando noté una mano sobre mi hombro.

Me hizo girar bruscamente, tan rápido que me dañe el cuello.
Mis lágrimas amenazaban con salir, pero no, yo dejé de llorar a los 11 años, cuando mi padre murió.
Me mordi tan fuerte el labio para tragarme todo el dolor y todas las lágrimas, que me creé yo misma un riachuelo de sangre.

- No puedes escapar de mi, maldita sea -Dijo el entre dientes.
No le miré, Alcé mi barbilla en muestra de que tenía dignidad y me quedé mirando a algún punto fijo, un punto en que no sean sus ojos castaños, que se clavaban sobre mis ojos y labios como espadas a cuerpos.

-¡ Mirame mientras te hablo, maldita sea!- gritó exasperado.
Yo no le hice caso, seguía mirando a aquel punto fijo y con la barbilla alta, el no me mandaba.
Pero eso le cabreó mas, y noté una mano sobre mi mejilla, después un sonoro ruido al chocar su mano contra mi mejilla, y por último me encontré tirada en el suelo.

Me toqué el labio y la nariz, ambas partes de mi cara sangraban.
Intenté moverme, ponerme en pie, pero no podía, estaba perdiendo el control de mis sentidos.

Miré directamente a los ojos del encapuchado, intentando matarlo con la mirada, pero el no me mostraba atención, se movía de un lado a otro, agarrando su cabello desesperadamente.

Después se giró hacia a mi, se inclinó para estar a la altura de mis ojos y con el dedo pulgar intentó quitar la sangre que tenía por toda mi cara.

Sangre que el hizo emanar.

Giré mi cara y me arrastré por el suelo intentando estar lo mas lejos posible a el, pero solo pude arrastrarme un poco, ya que el me cogió de ambas muñecas para que no me moviera.

Escupi en su cara toda la sangre que había acumulado en mi boca y le quité la capucha que hacía que no viera su rostro.

Era uno de los chicos que violaban con la mirada a la chica del estatus 1, y eso significaba que ella estaba ajena ha todo esto.

De repente, sus puños alzaron algo metálico y al rato, algo desgarró mi piel por la parte del abdomen.

Y todo se volvió negro.

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Multimedia Max, el raro chico de ojos grises como pálidas y brillantes dagas.

La Chica De Fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora