Capítulo 6; Encadenada y esclavizada.

82 9 0
                                    

Cuando mis sentidos volvieron a mi, no veía nada.
Pestañee varias veces, pero nada mas que veía negro.
Pensé en haberme quedado ciega, y era la peor sensación que tuve en mucho tiempo.

Intenté levantarme, ponerme en pie y seguir adelante, como a mi me enseñaron, pero no podía, no podía controlar mi propio cuerpo, y eso me angustiaba.

Intenté levantarme otra vez, pero solo percibí dolor, me estremeci y un gemido de dolor salió por mis labios.

- ¿Alex? - Preguntó no muy convencida una voz.
Abrí mis ojos de repente.

- ¿ Maya?- Susurré.

- O gracias a dios que estas viva, llevamos 2 días aquí, y tu estabas inconsciente.

- ¿ Donde estamos? No veo nada.
¿ Te han hecho algo?

- Tranquila, no ves porque estamos en una habitación a oscuras, desde que nos metieron aquí no nos han tocado, ni si quiera nos han visitado.
Creo que quieren que muramos aquí, poco a poco, agonizando de hambre.- Noté como un sollozo salía de su boca, y yo fui en dirección de donde procedía la voz, para abrazarla en la fría oscuridad.
Cuando ya casi había llegado, mi tobillo no me dejó seguir andando, estaba encadenada, esclavizada.

Apreté mi mandíbula, mi furia ascendía por todo mi cuerpo.
Necesitaba tiempo, pero llevábamos días sin comer, y tiempo era lo que nos faltaba.

Agarré una horquilla de mi cabello, y un mechón cayó sobre mi frente.
Palpé con la yemas de mis dedos la cadena que sujetaba mi tobillo hasta encontrar la cerradura, y empecé a adentrar la horquilla y moverla para que la maldita cadena se abriera y yo fuese liberada.

Tardé horas, pero al fin escuché un ruido y noté como mi tobillo volvía a ser libre.
Me levanté y fui hacia donde estaba Maya, hice lo mismo con su cadena y al fin la abrí.
Le conté mi improvisado plan, que era salir por una pequeña ventana que había arriba del todo.

Ella me levantó y yo abrí la ventana, lo que me costó porque estaba bien cerrada.
Mis caderas se quedaron atascadas, y con un poco de fuerza, caí de cabeza al suelo.

Me levanté, y me mareé un poco al notar los rayos de sol sobre mis pupilas, pestañeé hasta acostumbrarme a la luz y luego abrí la puerta, por donde salió Maya.

Sin duda alguna estaba mas delgada, muchísimo mas delgada, y no sabía si yo estaba igual.

Trotamos hasta llegar a donde parecía un campamento, en el centro había una mochila y armas, pero había gente vigilando.

Le dije a Maya que yo llamaría la atención a los vigilantes y ella mientras cogería una mochila con comida y armas y saldría corriendo para ponerse a salvo, y así lo hicimos.

Ella se escondió entre unos matorrales y yo empecé a alejarme de ella, me acerqué al campamento y empecé a pisar las hojas de los arboles para que crujiesen e hiciesen ruido.

Uno de los vigilantes, una chica, se dio cuenta de mi presencia y llamó a los demás para que fueran tras de mi.

Empecé a correr, y me acordé de lo buena que era en resistencia, pero ahora estaba débil y desnutrida, y, al menos debería de esforzarme por salvar a Maya.

Media hora mas tarde unas manos me empujaron sobre la hierba, me caí sobre una gran roca y empecé a desvanecerme entre lo real y lo irreal, y me acordé de un viejo recuerdo que tenia olvidado en el fondo de mi mente.

Llevaba ya un año aprendiendo a cazar y a luchar, y mi padre estaba orgulloso de mi.
Estábamos en el bosque, y yo empecé a curiosear mi alrededor.
Era un día lluvioso, pero no me importaba, siempre adoré como la lluvia caía en mi cabello y en mi piel, y ese olor a barro y pino...
Había venido a cazar, pero yo quería cazar un jabalí, para festejar el cumpleaños de mamá.
Me acerqué hacia un animal peludo sigilosamente, apunté mi flecha hacia su cabeza, y entonces aquel animal me miró.
Era una especie de oso gigante, sus ojos eran rojos y su cuerpo, negro como la noche. Empecé a correr, y el animal me siguió.
Estuve horas corriendo, y ya no podía mas, me faltaba el aire, cogí todo el aire que pude para llenar mis pulmones y salté hacia un precipicio.
Rodé y rodé, hasta precipitarme a un rio.
La corriente era fuerte y me arrastraba, mientras yo intentaba salir a la superficie para respirar.
Cuando desperté, estaba en los brazos de mi padre.
El me dijo que debía de tener mas paciencia, que cada cosa llegaba a su debido tiempo, y que no podía forzar el tiempo, puesto que lo único que hacía al forzarlo, era forzarme a mi misma.

Habrí los ojos, y noté como unos fríos ojos grises me miraban, di un pequeño grito ahogado, y retrocedí.
El me agarró de la muñeca y me llevó entre sus brazos hasta una cascada, allí se lavó la cara y empezó a beber agua de su cantimplora, después me la tendió y yo bebí todo el contenido que quedaba.

- Alex, te presento a Max. - Dijo mi amiga con una sonrisa de oreja a oreja.
Yo asenti y le Sonreí, intentando ser amigable, pero el me miró frío como siempre, abrazó a Maya a lo que esta le correspondió y se fue.

- Es una larga historia - dijo mi amiga, dudando de contarmela.

- Tengo todo el tiempo que veas necesario para contarme.

La Chica De Fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora