Capitulo 9; amor y desamo.

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Cargué yo sola a Maya hasta llegar a la cueva.
Mis pies empezaban a tambalearse, pero no era porque pesara o por cansancio, pues desde pequeña había estado en el bosque y llevado a casa presas que pesaban el doble que yo.
Además, Maya no pesaba nada, creo que se quedó inconsciente entre mis brazos, por lo que estuve corriendo durante todo el mísero camino.

Al fin llegué a la cueva, deposité a Maya en la manta para que sus heridas no se infecten mas al tocar las bacterias del suelo.
Limpie sus heridas y peiné su largo cabello.

Todo esto era demasiado confuso, para empezar no sabía quienes seguían vivos y quienes muertos, y estaba cabreada con Max por irse así, sin motivo alguno.

A lo mejor le dolía ver así a su amiga de la infancia y por eso se fue...
Pero ese no era motivo para dejarnos tiradas en medio de un bosque, al fin de cuentas, a mi también me dolía todo esto.

Pasaban los meses, Muy poco a poco se fue recuperando, la cueva nos protegía del sol abrasador y de las frías noches, por no hablar de que también nos protegía de la lluvia.

Hace por lo menos 6 meses que no veo a Max, le hecho de menos, pero yo no iré a buscarle, después de todo el que se fue, fue él, no yo.

Todo resultaba bastante aburrido, cocinar, hablar con Maya como siempre, cazar, dormir... Y así todos los días de todos los meses.

Afortunadamente ya solo quedaba menos de un mes, menos de un mes para ver a Invi, a Ethan, a mamá...

¡ Y sería famosa! ¡Y tendría dinero! Y con eso podría alimentar a mi pueblo, Invi no pasaría hambre ni frío, y yo podría visitar a Maya siempre que se me diera en gana.

Hoy faltaban 3 días, 3 míseros días para salir de este infierno.
Fui a cazar, pero esta vez me adentré un poco mas lejos.
Llegué hasta una catarata, una que me parecía haberla visto... No se de donde la recordaba, y por mas que obligaba a mi mente a recordar, menos me acordaba.

Suspiré y me arrodillé en el frío suelo para ver mi reflejo en las claras y cristalinas aguas.
Por fin había empezado a recuperar peso, mis mejillas habían vuelto a su color rosado y salpicado de pecas como era de extrañar.
Mi cabello, rojo como el fuego, estaba recogido en una trenza que me llegaba hasta las caderas, y mis ojos, mis ojos eran tan verdes como las hojas de los árboles del bosque.

Suspiré pesadamente, todo en mi volvía a la normalidad.
Me lavé mi cara y me quité los churretes, barro y la sangre seca que tenía por todo mi rostro.
Necesitaba un baño.
E N S E G U I D A.

Me quité el mono y mi ropa interior negra.
Empecé a adentrarme en el agua y a nadar, y también m fui a meterme debajo de la catarata para enjuagar mi cabello, que se oscureció y se convirtió en un color caoba.

Noté como unas manos se aferraban a mi cintura, pero seguí lavandome el cabello, ya que casi todos los de aquí estaban muertos, seria mí imaginación.

De repente, algo se aferró a mi, y empecé a zafarme de su agarre.
Cuando lo conseguí ( la personas me soltó) , me di la vuelta para ver quien había sido tan engreído como para abrazarme mientras me bañaba.

Agradecí que el agua llegase hasta mi cintura, y tapé mi busto en mis brazos mientras mi cara tomaba un color carmesí.

- M- Max. - dije en un susurro. No me lo esperaba. No le esperaba.
Le odiaba por haberme abandonado con un medio cadáver, pero por otro lado quería abrazarle.

El me recorrió con la mirada y una traviesa sonrisa se asomó por sus labios.

- Vaya, veo que sabes cuidarte.

Salí corriendo de la cascada y me vestí rápidamente.

-¿ Que miras?- le espeté furiosa.
- Tu cuerpo.- Empezó a acercarse a mi y yo no me moví, le pegué un bofetón que resonó.
Mis ojos se convirtieron en lágrimas y mi ira estalló.

- ¿Crees que voy a dejar las cosas así? ¡me abandonaste, Max !¡ me dejaste sola en medio de un bosque con Maya desangrándose!- Esta vez fue el quien me golpeó, haciendo que cayese al frío suelo.
Me agarró de la cara para que lo mirase, pero no lo hice.

-¡ Mirame maldita sea!- Seguí sin mirarlo, el soltó su agarre y antes de irse susurró.

- Tu no entiendes por que lo hice. - Y se fue.

Empecé a correr y a correr, hasta llegar a la cima de la montaña.
Miré hacia abajo.

Si tal vez hiciera como que estoy cazando y resbalo..

Cierro los ojos con fuerza, y antes de dar el paso definitivo, algo me agarra y me hecha hacia atrás.

Yo le pego un codazo en la barriga haciendo que el caiga, pero como sigue sin soltarme, caigo con el.

Alzo mi mirada y veo sus ojos llenos de sufrimiento, grises como el alba.

- Lo siento... dejame que te expli... - No dejo que termine la frase ya que le beso, y no es un tierno roce como la otra vez, este es apasionado y lleno de desesperación.

La Chica De Fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora