CAPÍTULO 21

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Helena bajó del auto como el mismísimo flash, yo apenas podía seguirle el paso; se adentró corriendo al hospital yo detrás de ella, sacó su teléfono de su bolsillo y revisó la pantalla, corrió hacia el ascensor mientras guardaba su teléfono de vuelta en su bolsillo, me adentré al ascensor cuando ella ya estaba seleccionando el piso; las puertas se abrieron en el tercer piso, Helena salió como alma que lleva el diablo y yo corrí a su lado, después de unos metros corriendo en línea recta, giramos hacia la izquierda y ahí se encontraba una sala de espera, donde estaban Derek, Mike y una pareja; los padres de Amanda y Derek.

-¡Derek!- Helena corrió hasta él, él se levantó de su asiento y la recibió en un fuerte abrazo. Yo me quedé unos cuantos metros atrás, observando.

Los padres de Derek eran iguales a él y Amanda, los dos eran rubios, su padre era alto tanto como él y su madre parecía una Barbie, al igual que Amanda. Su madre estaba llorando en el pecho de su padre, mientras que este último la estrecha fuertemente entre sus brazos y le susurra palabras.

Derek y Helena se separaron y procedieron a sentarse en los pequeños asientos típicos de las salas de espera de los hospitales. Me acerqué incómodamente a un asiento y ahí puse mi trasero. Mike se encontraba a un asiento lejos de mí y veía directamente la pared. Los padres de Derek y Amanda estaban en los últimos asientos de la fila, llorando. Helena abrazaba a Derek y frotaba su mano en su espalda.

Después de dos horas de espera, el doctor salió y dijo que estaba todo en orden, Amanda se había roto una pierna, aplicaron puntadas en su frente, se rompió tres dedos de su mano derecha y un vidrio había atravesado su hombro, pero sus órganos internos estaban correctamente.

La señora Hill brincó de su asiento y abrazó a su esposo, Derek se unió al pequeño abrazo. Me imaginó que para sus padres debió ser muy doloroso pensar que podrían perder un hijo de nuevo. No quería seguir ahí me sentía tan incómoda así que sin decir nada me levanté y caminé hasta la cafetería.

Caminé hasta encontrar la cafetería, y esperé mi turno en la fila para que me atendieran; estaba demasiado sumida en mis pensamientos que no escuché cuando la señora que trabajaba ahí pidió mi orden.

-Señorita, ¿qué va a pedir?-

-Oh, lo siento- puse un mechón de mi cabello detrás de mi oreja- un café y una dona, por favor.

Ella asintió, pasaron unos minutos y vino con mi orden, pagué y me fui a sentar a la mesa más alejada y solitaria de la cafetería.

Pasó un tiempo, ya había acabado con mi dona, solo me quedaba mi café, entonces escuché el ruido de una silla. Mike estaba sentándose enfrente de mí con un café en la mano, se veía cansado, debajo de sus ojos habían bolsas moradas; ojeras. Pasa una mano por su cara y después apoya su cabeza en su mano derecha y me mira fijamente.

-¿Estás bien?- me atrevo a preguntar.

-Claro- ríe sin humor- todo está perfecto.

Tomo su mano izquierda y le doy un suave apretón para que sepa que lo apoyo.

-Puedes confiar en mí- le doy una pequeña sonrisa.

-Es mi padre- un sollozo sale de su boca acompañado con una lagrima- é-él está enfermo.

-¿Qué padece?- digo suavemente.

-Cáncer pulmonar, le quedan ocho meses.

Mi boca de pronto está seca, mis oídos captan sus sollozos y mis ojos ven sus lágrimas, pero mi cuerpo está inmóvil, su padre va a morir.

-Mike- llamé su atención pero él simplemente no me miraba- Mike mírame.

Mike seguía sollozando y con sus manos cubría su cara, me dolía verlo así, era algo que realmente no podía desearle a nadie. Quité las manos de su cara y tomé su rostro entre las mías, lo hice mirarme a los ojos.

The Bad Boy is not a Bad BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora