2. Siete días antes del día D

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Miss Caffeina - Atomos Dispersos 

Sara

- Mamá, de verdad, estoy bien. Te lo prometo.

- ¡No te llamo solo para saber cómo estás, cariño! Me gusta hablar contigo.

- Eso es mentira y lo sabes – le digo riendo-. Has pasado medio año hablando conmigo una media de un par de veces por semana, casi tanto como papá, y desde que os conté lo de Luca me llamáis a diario. No es que no me guste hablar con vosotros pero... no es necesario.

- Ya sé que no es necesario, pero me gusta hablar contigo. ¡Y si quiero hablar contigo te llamo y punto! ¿Vale? – me dice con un falso enfado.

- Está bien, mamá, pero ahora voy a colgarte porque he quedado, ¿vale?

- Bueno, en ese caso te dejaré marchar. ¡Pásalo bien! Y dales un saludo a Andrea, a Abril y bueno... ¡a todos!

- Eso haré, mamá. Un beso.

Cuelgo el teléfono y en ese mismo momento me empiezo a encontrar fatal. No le voy a dar saludos a Andrea, ni a Abril ni a nadie. No se los voy a dar porque no he quedado con ellos. Y no he quedado con ellos porque todavía no le he dicho a nadie que me he mudado a Florencia de nuevo.

Para ser sinceros, desde que me he mudado apenas he salido de casa. Tan solo lo hago para hacer la compra y, para eso, estoy comiendo fatal, por lo que la frecuencia con la que salgo a comprar cada vez es menor.

Me levanto del sofá y pauso el capítulo de House que estoy viendo. Llevo un mes devorando series y películas. Y libros. Y escribiendo un montón de basura. Me dirijo hacia la cocina en busca de la base de mi alimentación: helado de chocolate. Lo sé, muy cliché, pero es lo único que despierta realmente mi apetito.

Cuando ya tengo el bol y una cuchara en la mano, estoy preparada para volver al sofá. Vuelvo a darle al play al mando de la televisión. Madre mía, Jesse Spencer es guapísimo. Y humano, que será algo que dentro de poco no reconoceré por falta de contacto con los mismos.

Resoplo y suspiro intercaladamente mientras me como el helado. Lo cierto es que no estoy así porque me apetezca: me muero de ganas de ir a ver a mis amigos, pero ¿cómo mierda les explico por qué he vuelto? Ah, nada, volví porque me aburría y os echaba de menos, además de que tengo un ex novio que tiene un hijo y otro ex novio que me drogó y me estuvo mintiendo durante toda nuestra relación. ¡Ah! Bueno, también me volví porque tuve un pequeño accidente de coche por culpa del cuál tuve amnesia durante una semana, pero vaya... que no vayamos a hablar solo de mí, ¿qué tal vosotros?

Menuda basura de vida, joder. No es justo que esté así, no me lo merezco. Me merezco salir de casas, salir de fiesta, pasear por las tardes y adoptar un perro. Este es el punto de inflexión. Primero de todo me voy a pegar una ducha, después me voy a cortar el pelo y me da igual que sea un arrebato de locura – y otro cliché -, después voy a salir de casa e ir de fiesta y mañana a tarde cuando salga a pasear... adoptaré un perro.

Una vez he hecho los primeros dos pasos de mi plan de vida me miro en el espejo y me desilusiono un poco. Lo cierto es que el pelo corto me sienta exactamente igual que el pelo largo. Esperaba encontrarme fascinantemente bien o fascinantemente mal pero... no igual.

Bueno, quizás esto haya sido un golpe de suerte o un aviso de que la peluquería no es mi futuro en esta vida. Me pongo unos vaqueros y una sudadera bastante fina y salgo de casa. Venga, Sara. Venga. Tú puedes. Ánimo. Por favor, hazlo. Abril vive tan solo al final de la calle. Tú puedes. Tú Puedes. Joder, parezco la cabeza de una campaña política.

Ropa por romper: TORMENTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora