Don't stop the music - Jamie Cullum
Sara
- No puedo dejar de mirarlo, es el cachorro más bonito que he visto jamás.
- ¡Lo sé! – le respondo divertida.
- Pero... ¿no había ningún nombre mejor que Kiwi?
- Lo cierto es que no.
- ¿No? ¡Pero si ni siquiera te gustan los kiwis!
- Eso no es cierto al cien por cien. Me gusta su forma, su color y su tacto.
- Pero no te gustan ni su olor ni su sabor, que es lo que tiene importancia en las frutas.
- ¡Porque tú lo digas! Abre tu mente, haz una relectura de todas las cosas, míralas desde otra perspectiva.
- ¡Estás loca! Pero bueno, admitiré que en el fondo Kiwi está bien pero... eso no quita que estás loca.
El pequeño Kiwi, un cachorro gris de una raza no determinada, está durmiendo plácidamente mientras Abril y yo nos tomamos un café delicioso. Hemos estado todo el día juntas: a la mañana la he acompañado de compras pues, como siempre, tiende a decir que no tenía ropa para salir por la noche y no parecer una vagabunda: más tarde hemos parado a comer en un restaurante del centro comercial donde hacían una pasta alucinante, a pesar de que en este país casi todos los sitios hacen una pasta espectacular; después de comer nos hemos ido a adoptar a Kiwi y en el momento que lo vi supe que él se tenía que venir conmigo a casa y, finalmente, nos hemos venido aquí a tomar algo.
- Saldremos hoy a la noche... ¿no? – me pregunta poniendo una carantoña.
- ¿Qué? No, no y no. No estoy preparada.
- No estamos hablando de amputarnos una pierna, de ser sujetos de un medicamento experimental ni de casarnos. Estamos hablando de salir, ¿de verdad que no vamos a salir?
- De verdad.
- Vamos a salir, te lo aseguro.
- ¡No me obligues!
- No te obligo, pero no vas a poder negarte querida.
- ¿Y eso es porque...?
- Porque va a ocurrir algo que no va a permitir que te quedes en casa.
- Si te refieres al pequeño Kiwi, claro que no me va a permitir quedarme en casa: lo sacaré un ratito a la calle para que haga sus necesidades y ¿sabes lo que voy a hacer después? Me haré un batido de chocolate y acabaré de ver la segunda temporada de House.
- ¡No si no te lo permiten! – dice con una amplia sonrisa.
- ¿Pero de qué me hablas?
- ¡Mira para la puerta!
Me giro mirando hacia la puerta principal de la cafetería y no alcanzo a ver nada: nadie está entrando, nadie acaba de entrar y nadie se acerca para entrar. Vuelvo la vista hacia mi amiga y me la encuentro señalando con sus dedos y sus largas uñas hacia la derecha.
Desplazo mi vista hacia la derecha y me doy cuenta de que hay una segunda puerta que da hacia el otro lado de la calle. Afino mi vista – y me recuerdo que tengo que empezar a salir de casa con las gafas – y busco una cara conocida cuando mi mirada se cruza con la de Andrea. ¿Andrea? ¿Qué hace...aquí?
- ¿Pero qué mierda, Abril? – le susurro intentando no gesticular mucho para que no se note demasiado que me ha chocado verlo.
- Yo no he tenido nada que ver – se disculpa en el mismo tono.
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Ropa por romper: TORMENTA
RomanceCuando Sara recuerda todo lo ocurrido en los últimos seis meses decide cortar por lo sano y volver al sitio que más feliz - o menos triste - le ha hecho sentir nunca: Italia. Reencontrarse con sus amigos le devuelve un poco de la magia de la vida qu...