16. Como dos desconocidos

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Faded - Alan Walker

Sara

¿Quién nos iba a decir a Abril y a mí hace unos años que nos íbamos a plantar a las nueve de la mañana en pleno verano en el gimnasio? Fuera quien fuese, acabaría teniendo que aguantar que nos riésemos de él. Y ahora estamos aquí, frescas como lechugas.

- ¿Cómo lo has pasado? – le pregunta Marcos a Abril -. El primer día siempre es el peor.

- Eso espero – dice mientras intenta respirar con normalidad -, porque si este ha sido el mejor no quiero saber cómo serán el resto.

- Venga, todos al vestuario, nos vemos mañana – grita Marcos para toda la clase -. Sara, espera, quiero hablar contigo.

Espera a que todos se hayan ido para comenzar a hablar. A veces me parece increíble que alguien pueda parecer tan sereno después de la clase que acabamos de tener.

- Dime – le digo mientras coloco la toalla alrededor de mi cuello.

- Me preguntaba si querrías venir hoy a cenar conmigo. Nada serio, sin agobios. Y si no quieres solo te pediría que lo olvidases para no tener que morirme de la vergüenza durante las próximas semanas.

Vaya, esto no me lo esperaba. Lo cierto es que realmente Lucas no me interesa especialmente y es posible que Clara se enfade, aunque... también podría ser una cena de amigos. Y mentira no es que necesito una mente masculina que me ayude y me aconseje desde su perspectiva.

- Te lo estás pensando demasiado, mejor vamos a olvidarlo – dice bajando la mirada.

- No, no, simplemente me has cogido desprevenida. Sería estupendo, cenamos hoy sin problema. ¿En el Cheese?

- Eso sería estupendo.

- Venga, pues en allí a las nueve y media, ¿vale? Ya me encargo yo de llamar.

- ¡Genial! Hasta las nueve y media entonces. Nos vemos.

Me meto rápidamente en las duchas y allí están mis amigas, supongo que empezando a conocerse.

- ¿Qué quería? – pregunta rápidamente Clara.

- Quería que fuésemos a cenar hoy – le respondo, a lo que ella entristece su gesto -. Pero no como tú piensas. Ha notado que estoy un poco rara desde que he vuelto y piensa que es porque las cosas con Andrea no van bien, así que quiere ayudarme y yo nunca le digo que no a un poco de psicología acompañada de comida.

Maquillo un poco las palabras de Marcos hasta convertirla en un término intermedio entre lo que él quiso decir, lo que yo quiero hacer y lo que Clara desearía escuchar. Parece que le convence así que todo está correcto.

- ¡Pues no olvides recomendarle a aquí tu amiga! – me insiste divertida.

- Oído cocina – le respondo mientras sale de la ducha.

Lo cierto es que es innegable que el madrugar ayuda a activar el cuerpo. Nos pasamos el resto de la mañana de aquí para allá: escogiendo un vestido para una boda que tiene el sábado Clara, ayudando a que Abril se decida si prefiere las sandalias en dorado o en plateado y escogiendo unas gafas nuevas para mí. También nos da tiempo a tomar un café con hielo fresquito y cotillear de todo un poco.

- Pues si te soy sincera – dice Clara -, yo ya te conocía. Llevo años pasando unas semanas aquí durante el verano con mis primos. Quizás te suene uno de ellos, le llaman Antho.

Ropa por romper: TORMENTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora