19. Valiente zorra

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Karma Police - Radio Head

Sara

Esta semana he dormido entre poco y nada. Eran más de las cuatro de la mañana cuando llegué a casa el día del accidente y casi las seis y media cuando creo que me quedé rendida. Cada vez que lo intentaba no podía evitar el pensar lo que había ocurrido. El sentimiento tan horrible que debía de tener Abril recorriéndola por dentro. Y a su padre. Y que su madre ya no estaba aquí. Y que esto ocurre todos los días. Y que es una puta mierda.

Me he pasado todas la noche con pesadillas que ahora, por suerte, no recuerdo. Y justo hoy al despertarme fue el primer momento de paz desde hace muchas horas porque, por un instante, no recordaba todo lo ocurrido. Vaya mierda.

Miro el teléfono. Abril nos pide que no vayamos hasta que ella nos avise, que han venido más familiares y no sería del todo cómodo. Que nos quiere. Que gracias.

Luca me pide que lo llame, que tiene una duda muy grande que lleva unos días comiéndole las entrañas.

Clara me dice que le dé a Abril un beso de su parte que hoy no podrá ir a verla porque ha quedado. Que cuando tenga un momento la avise y la llame.

Priorizo: a Abril no voy a llamarla porque no vendría a nada, y Clara si ha quedado estará muy ocupada en los preparativos; así que después de esta excusa tan de mercadillo me decido a llamar a Luca.

- Hola.

Su voz cálida resuena al otro lado del teléfono y me calma. No sé qué tiene, pero me calma. El problema es que cada vez que hablo con él me acuerdo de lo sucedido en el ascensor con Andrea y se me suben los colores. Y no sé por qué, porque no tengo nada con nadie – me digo cada vez que me ocurre -. Pero el problema es que mi cuerpo lo interpreta como que tengo mucho con los dos.

- Hola – le respondo con la voz tomada.

- ¿Te acabas de despertar?

- Sí. He dormido fatal.

- Vaya. Yo hoy he dormido un poco mejor.

- Afortunado.

- Algún día todos dormiremos mejor, tranquila.

- ¿Qué querías? – digo intentando no sonar cortante, aunque con la voz que tengo cuando me levanto es un poco difícil.

- Verás, es que el otro día cuando te llamó tu madre para lo de la boda... ¿iré contigo? – pregunta directo.

- No sé si iré yo.

Silencio. Sé lo que me espera. Que debo ir, que es un compromiso, que hay que seguir hacia delante, que no podemos quedarnos atrás por esto, que Abril se enfadará si no voy, blablablá.

- Pues no vayas.

Anda. Su respuesta supera todo los que yo habría imaginado. Que no vaya, así de fácil. Noto como en su voz no hay dobles sentidos ni un deje moralista, solo me apoya en la posibilidad de no ir.

- ¿No te esperabas esa respuesta, eh? – dice añadiendo una risa un poco desgastada -. Debería decirte que fueras, que no te puedes quedar en el pasado, que Abril te mataría, pero ¿yo qué sé? Quizás es muy pronto.

- ¿Tú qué harías?

- ¿Yo? Ir. Es una boda: te arreglas, vas, comes, te quedas un poco a la fiesta y te vas. Como bajar a tomar un café pero disfrazada.

Quizás es solo es. Quizás simplemente deba ir a hacer acto de presencia. Llegar, saludar, quedar bien e irme. Es simple. Y es una forma de despejarme.

Ropa por romper: TORMENTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora