24. Has vuelto cargada de noticias

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Sara

- No me puede creer que estés aquí.

Tres días. Tres días, ni uno más ni uno menos, fueron los días que tardamos en conseguir un vuelo para que Lei viniese a vernos. Sí, Lei, la misma.

La abrazo con toda la fuerza que tengo ahora que mi cuerpo comienza a flaquear. Su pelo sigue oliendo igual de bien y no puedo evitar llorar ahora que vuelvo a estar con ella.

Quedaría feo decir que no la he echado de menos y además sería mentira; pero sí que es cierto que no ha sido hasta ahora que la vuelvo a ver que me he dado cuenta de lo mucho que necesitaba verla.

- Te echaba muchísimo de menos.

La llegada de Lei a casa había alegrado de sobremanera a mis padres, los que parecían estar bastante contentos con ella. No era difícil estarlo, el simple hecho de que Lei entrase en un lugar hacía que se cargase de magia y de felicidad.

- ¿Estáis seguras de que no queréis que nos quedemos?

- Papá – respondo riendo - ¿Te das cuenta de que hace muchos años que vivo sola, no? Sé cocinar y creo que sé sobrevivir en una casa sola durante dos días.

- ¡Además estarás conmigo! – exclama Leila.

- Y si hace falta conmigo, ya lo sabes – le responde Abril mirando hacia mis padres.

Lo hemos conseguido. Mis padres se van con gente de la empresa a una casa rural durante todo el fin de semana y extrañamente han aceptado que me quede en casa bajo el cuidado de Leila y Abril. Tócate los huevos. Es vergonzoso, pero siempre mejor esto que nada.

Me comporto como una hija envidiable acompañándolos al coche y les prometo por todo lo prometible que no haré nada malo entre lo que he de recalcar que las fiestas no están permitidas.

- Mamá – le digo cortante -. No quiero ser borde, pero no sé cómo explicarte que lo último que me apetece es irme de fiesta. Quiero estar tranquila, solo eso.

- Lo sé – dice besándome la frente -. En serio, portaos bien.

Los despido agitando la mano mientras veo como el coche se desplaza cada vez más rápido. Cuando entro en casa de nuevo me encuentro a mis dos amigas riéndose sin parar.

- ¿Y bien? – pregunto extrañada.

- Nada, Abril me estaba contando todo acerca de Mat.

- ¿Mat? – pregunto arqueando una ceja.

- Sí, mujer, ese chico tan guapo con el que estuviste hace años.

Qué cabrona. Mat era un chico con el que había estado durante unas semanas como algo más que amigos y por el que tenía mucho que oir. Según ellos era una de las personas más raras que habían conocido, decían que tenía el perfil de asesino en serio disfrazado de buena persona. A mí simplemente me parecía simpático. Y guapo.

- Es que ni siquiera era guapo, Sara. Era raro, peligroso y feo.

- ¡Lo que tú digas! – respondo haciendo ondas con la mano para que me deje en paz -. Entonces, Lei, cuéntame. ¿Qué pasó con Dan?

- No me gusta hablar de ese tema.

Frunzo el ceño mientras hago un mohín. ¿Espera entonces que sepa qué ha ocurrido sin que me diga absolutamente nada? Le sonrío y ella no puede evitar reírse.

- ¡Está bien! Me da vergüenza, es solo eso.

- ¿Vergüenza conmigo? Venga ya, sabes todos los desastres sobre mi vida, sobre todo la amorosa. Y por Abril dudo que tengas que cortarte, de hecho... da los mejores consejos que te puedas imaginar.

Ropa por romper: TORMENTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora