27. Rota

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Mika  - RainEs miércoles y el frío empieza a notarse por las calles. La gente pasa de los shorts a los pantalones cortos y de las camisetas sin mangas a las chaquetas finas. Sin duda es la mejor época del año.

Sin embargo, el frío me hace recordar algo: se están acabando las vacaciones y yo debería pensar qué voy a hacer de mi vida cuando terminen. No puedo pasarme otro año sin hacer algo o mis padres me matarán; al fin y al cabo no me presenté a los exámenes finales en Florida y en todas las calificaciones salgo con una cruz negra. Dos aspas que me recuerdan que hui como una auténtica cobarde.

¿Y ahora? Está la opción de volverme a Florida. Eso no me disgusta, porque lo cierto es que durante estos meses he echado de menos a Leila una locura. Sin embargo no creo que me sintiese cómoda: tendría que volver a rehacer todas las asignaturas, conocer a gente nueva, a gente diferente. Coincidir en los pasillos con Cosima me aterra y la posibilidad de que Luca se venga, también.

Podría quedarme aquí. Sinceramente creo que siempre he pertenecido a este sitio así que sería lo más sensato. ¿Pero qué haría? Abril y Andrea durante el curso seguirán con sus vidas. Cada uno con la suya. Y yo debería hacer la mía, pero no tengo muy claro cuál es.

Podría irme a vivir mis propias aventuras a la China o a Sudáfrica. O a la luna, donde seguro que nadie vendría a molestarme. Quizás esa sea la mejor opción.

La música del teléfono me saca del ensimismamiento en el que me hallo y no puedo evitar sentir una punzada en el estómago.

Llamada entrante. Luca.

No sé por qué pero estoy nerviosa. Desde el encontronazo de la ducha no hemos tenido mucho más tiempo para hablar a solas y lo cierto es que soy lo suficientemente cobarde como para no lanzarme yo a llamarlo. Descuelgo después de esperar cuatro tonos para no parecer desesperada. Y quien me vea pensará que lo que soy es estúpida.

- ¿Sí? – respondo fingiendo tranquilidad.

- Sara, escucha. Creo que después del otro día...

- Sí – afirmo en este caso.

- Te parece si nos vemos, no sé. ¿En una hora en la cafetería que está haciendo esquina en tu calle?

- Sí, claro. Allí nos vemos.

Cuelgo el teléfono y lo lanzo en la cama dándole en la rodilla a una Leila que me mira interesada. Comienza a gesticular con sus manos pidiendo respuestas y yo no puedo evitar reírme como si fuese la protagonista de una película de Jennifer Aniston.

- ¿Era Luca?

Asiento. Ni el sábado ni el domingo me había atrevido a hablar con nadie de lo ocurrido en la ducha, pero la tensión me estaba comiendo por dentro y el lunes por la noche le conté lo poco que sé a Leila. Ella intentó hacer memoria y creó muchas hipótesis, pero ninguna nos acababa de cuadrar con la realidad; así que tras ofrecerse a hablar con Luca y presionarme para que lo llamase, decidió darse por vencida y permitir que me tomase la libertad de esperar pacientemente a que fuese él el que diese el primer paso.

- ¡Pues vístete!

- Pero tú... - digo algo cortada.

- ¿Me tomas el pelo? Yo estoy como en mi casa. Me pasaré la tarde viendo alguna peli o llamaré a Abril e iré a su casa. Dile a tus padres que vas a quedar con ella para que no sospechen y yo me uniré – dice marcando las comillas – más tarde.

Le lanzo un beso y bajo las escaleras hasta llegar a la cocina en la que están mis padres tomando el café. El aroma a asado inunda la habitación y el simple olor hace que mi estómago empiece a dar volteretas sobre sí mismo.

Ropa por romper: TORMENTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora