Rockabye - Clean Bandit
Me duele la cabeza. Muchísimo. Muchísimamente mucho, si es que existe ese término. Afortunadamente ayer me acordé de cerrar las persianas y la habitación está en una profunda oscuridad. Me duele la cabeza.
Siento como un deja vù de la primera noche que pasé con Scott. Me desperté en una habitación totalmente desconocida y abrazada por un hombre al que apenas le ponía ni cara. Siento de nuevo esa sensación de adrenalina en pequeñas dosis de cuando sabes que te tienes que asustar pero todavía no sabes de qué.
Intento incorporarme pero tan pronto como elevo mi cabeza diez centímetros sobre la almohada siento como si un millón de estrellas estallasen entre las paredes de mi cráneo. Operación abortada.
Me sigue doliendo la cabeza. Sé que soy una pesada, pero es que me duele un montón. ¿Qué será de la vida de Scott? Ahora que es padre, ¿tendrá tiempo libre? Seguro que ya nunca celebra fiestas en su casa. Qué casa más desaprovechada.
- Voy a llamar a Scott – digo pensando en alto.
- ¿A quién? – responde la voz ronca de Andrea.
Espera, ¿qué cojones...?
No, no, no no no no. Me niego. Lo primero que hago es llevarme las manos al pecho. Punto, llevo la camiseta. Después me llevo las manos a mis piernas. Menos un punto, no llevo pantalones. Subo las manos. Un punto, llevo las bragas. Me giro hacia la derecha y me doy cuenta de que, efectivamente, a mi derecha tengo a Andrea apoyado sobre su codo mirando con un ojo cerrado y el otro abierto contra la pantalla del móvil. Menos un punto. No lleva camiseta, menos un punto. El reloj del salón, que suena cada vez que es una hora en punto, empieza a sonar. Una, dos, tres, cuatro, cinco. ¿CINCO? Menos tres puntos. Y esta resaca sigue siendo la peor de mi vida. Menos cinco puntos. Vaya, el marcador me ha quedado a menos diez puntos. Creo que, definitivamente, la vida me ha ganado en esta partida.
- ¿Cómo estás?
Su voz apenas suena por encima del silencio. Ronca, afónica y apagada. Casi como yo. Ahoga una risita cuando en mi intento de contestar apenas puedo ulular un par de sonidos.
- ¿Qué hago aquí?
- No lo tengo muy claro. Creo que nos vinimos todos a dormir a casa, pero no estoy muy seguro. Quizás lo he soñado.
Me incorporo y siento de nuevo como si alguien estuviese pegando con un martillo mi cabeza. Siento náuseas y respiro profundo intentando calmarme. Lo consigo.
- ¿No hace muchísimo calor aquí? – digo pasándome la mano por la nuca.
- Estoy de acuerdo. Voy a ir a la cocina a por una botella de agua, no te muevas.
- ¿De verdad crees que estoy en condiciones de moverme?
Se marcha riendo por la puerta. De pronto me siento como si volviese dos años atrás en mi vida. Aquí, con Andrea, despreocupada. Y de resaca, sobre todo de resaca. Miro mi móvil y lo primero que hago es bajarle la luz. Perfecto.
¿Estáis en casa? L
Le mando el mismo mensaje a la Leila y a Abril. Abril me contesta al momento y me dice que sí. Leila se demora un poco y me responde que cree que sí, que por lo menos ha enfocado con el flash y al otro lado de la cama tiene a Luca, pero que no consigue despertarlo. También me dice que está vivo, que lo ha comprobado.
- Mi padre nos ha dejado una nota – dice Andrea riendo cuando cierra la puerta tras de sí.
- ¿Diciendo?
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Ropa por romper: TORMENTA
RomanceCuando Sara recuerda todo lo ocurrido en los últimos seis meses decide cortar por lo sano y volver al sitio que más feliz - o menos triste - le ha hecho sentir nunca: Italia. Reencontrarse con sus amigos le devuelve un poco de la magia de la vida qu...