5. Cuatro días antes del día D

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Littlest things - Lily Allen 

Luca

- Llevas todo el día rarísimo – me dice Dan.

- ¿Tú crees? – le respondo sonriente.

Desde que pasó lo de Mara intento parecer lo más normal que puedo porque si no estoy seguro de que me voy a derrumbar por completo; pero lo único que estoy consiguiendo es que Dan, Leila y Cosima se preocupen por mí más de lo que necesito.

- Lo creo – responde Leila, que nos acaba de alcanzar apurando el paso.

Cuando voy a contestarles con otra evasiva mi móvil vibra en el bolsillo. Saco el móvil y abro el mensaje justo antes de que la rabia suba a mis mejillas a la velocidad de la luz. Cosima: "Ayer parecías enfadado. Creo que tengo una buena idea para que se te pase el cabreo. Olvídate de ellas y ven conmigo, estoy en la habitación. Sabes que valgo mucho más. Quítate la venda".

Tócate los huevos. Se acabó. Empiezo a apurar el paso y mis compañeros parecen percibirlo porque apuran el paso conmigo. Escucho sus voces de fondo preguntándome que me ocurre pero no soy capaz de contestarles, mi mandíbula está demasiado tensa como para articular ninguna palabra.

Le dejo la mochila y el móvil a Dan y me largo corriendo. Subo las escaleras de la residencia de dos en dos y en menos de un chasquido de dedos estoy en la puerta de Cosima. Siento mi corazón palpitar en todas las partes de mi cuerpo, especialmente en las sienes, donde el bombeo es tan fuerte que tengo miedo de que la cabeza me vaya a explotar.

Siento los pasos de Dan y de Lei como si pudiese escuchar los sonidos a quilómetros de aquí pero llegan demasiado tarde como para evitar lo inevitable. La puerta se abre y rápidamente arremeto con las palmas de mis manos contra los hombros de Cosima. La furia me está controlando y no sé cuándo volveré a tomar el mando de mi cuerpo.

- ¿Qué mierda haces? – me grita.

Escucho de nuevos los pasos de mis amigos, esta vez más rápido y más cerca que antes. Cosima se estabiliza rápidamente y parece, contra todo pronóstico, no perder las formas.

- ¿Quién te crees que eres para tratarme así? – me pregunta.

- ¿Cómo? ¿Quién te crees que eres tú? Estoy harto de tu acoso. Estoy harto de que te lo tomes todo como una broma. Estoy jodido, ¿entiendes?

Lei acaba de entrar en la habitación y Dan está justo detrás de mí. Siento como todos me miran y por algún motivo me siento como el acusado rodeado de un montón de testigos que no saben toda la verdad.

- ¿Queréis escucharlo? – les grito dándome la vuelta-. ¿Es lo que queréis? Pues es lo que tendréis. Estoy jodido, sí, estoy jodido. Estoy jodido porque Sara se ha ido sin dejar rastro, porque todo el mundo habla con Sara menos yo, porque Sara era feliz aquí y estaba encontrando su camino pero lo ha dejado todo por mí, porque nadie me da un respiro, porque no me permitís olvidarme de la mierda en la que estoy metido. Soy el culpable, sí, pero también soy víctima, ¿entendéis? Esto no es lo que yo buscaba. Yo ya no soy yo, no soy el Luca que conocíais. No lo soy. Y no voy a acostarme contigo ni voy a hacerme el tipo duro con vosotros. No quiero, no me pertenece, no pertenece a quién soy ahora. He cambiado, y necesito que me dejéis ser quién soy. Necesito que me dejéis mi espacio, mi tiempo. Necesito vivir, porque os aseguro que me estoy volviendo loco y no sé cuánto tiempo más voy a poder seguir así antes de llegar a un punto del que no pueda volver.

Los tres me observan después de mi discurso: Cosima está apoyada contra la ventana, y a pesar de que no puedo ver su gesto, llego rápidamente a la conclusión de que está mirando hacia el suelo; Dan está inmediatamente detrás de mí con el gesto torcido pero no tarda en tender una mano y ponerla sobre mi hombro; Leila está apoyada sobre el marco de la puerta mirándome a mí y a Cosima de forma intermitente.

Ropa por romper: TORMENTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora