31. Adiós (capítulo final)

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Se que os dije que quedaban un par de capítulos pero al escribirlos me di cuenta de que el primero quedaba de relleno, así que decidí hacer solo este. 

Lo primero que os quiero decir es que os doy las gracias de verdad por acompañarme a lo largo de esta aventura que, como ya os dije, ¡no ha acabado! La tercera parte es probablemente la más explosiva de las tres, pero prefiero tomarme unas vacaciones para poder escribirla tal y como merece. Mientras tanto tengo un par de proyectos que creo que os pueden interesar así que quizás suba alguno :-)

Lo segundo es que os quiero dar las gracias por haberme leído a pesare de todas las pausas que he hecho por el medio, sois los mejores de verdad. Me dais muchísima fuerza para seguir escribiendo.

Lo tercero es que me encantaría que me dejaseis en comentarios qué os parece el final y cualquier cosa que me queráis decir.

Y ahora sí... os dejó con el capítulo final de Tormenta <3


City of stars - Ryan Gosling and Emma stone

Todavía no puedo abrir los ojos. Escucho la voz de un concurso de televisión que reconozco y varias voces familiares dentro de la sala. La luz que choca contra mis párpados parece natural pero también puedo escuchar el sonido enlatada de las bombillas.

Huelo a hospital, algo que no me extraña. Dentro de mi tendencia al amago del suicidio, sé que estoy en el hospital después de haberme desmayado. Recuerdo perfectamente por qué Andrea estaba enfadado, todo lo ocurrido en casa y la ostia que me pegué al caer por las escaleras.

Esto último lo sé porque tengo un dolor en la cabeza que me recuerda a que te claven un dardo en la nuca.

Me debato entre abrir los ojos o no abrirlos. No en el sentido de morir o vivir. Es más bien que no me da la gana de volver a enfrentarme a todo lo que implica la realidad. No quiero volver a despertar para que me vuelva a ocurrir algo como esto en menos de medio año.

La estadística no engaña.

Los hechos tampoco.

Después del bombardeo de preguntas de todos cuanto me rodeaban llegamos a casa a las nueve de la mañana. Me paso todo el día tirada en cama con Leila y cuando llega la noche no duermo nada. Nunca me imaginé que las horas pudiesen ser tan sumamente largas, de verdad.

Son las seis de la mañana y no puedo seguir tirada en cama o se me romperán las vértebras una a una y no es lo que más me apetece en este momento. No creo que Leila tarde mucho en despertarse, a las diez sale su avión y a las nueve debe estar allí para que le dé tiempo.

Me paso por la habitación de mis padres para avisarles de que yo me encargaré de llevar a Lei. Ayer, pobre de mí, creía que quizás no sería capaz de levantarme tan pronto. Me río yo sola.

— Bueno, debería ir entrando —dice Lei mordiéndose el labio.

— Sí, supongo.

— ¿Vendrás pronto a verme?

— No tengo muy claro qué voy a hacer con mi vida. Y cuando digo que no lo tengo muy claro, quiero decir que no tengo ni la más mínima idea.

— Me das miedo.

— ¿Yo? ¿Por qué?

— Estás gris.

— ¿Estoy gris? —mirándome por inercia.

— Por dentro. Te siento apagada, tú no eres Sara.

— Ah —admito—. Ya. Bueno, tranquila. Supongo que todos tenemos malos días. Te informaré con lo que haga, ¿vale? Y vete ya, no quiero llorar. No hoy.

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⏰ Última actualización: Feb 10, 2017 ⏰

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