Sara
- Dios – le digo a Clara cuando abre sonriente la puerta de casa -. No te imaginas cuánto he tenido que luchar para no quedarme dormida después de comer.
- ¿Y eso? ¿No has descansado esta noche?
- Salí ayer de fiesta así que imagínate.
- ¡Estás loca! Yo cuando salgo tengo unas resacas malísimas y no hay quién me saque de cama.
- Tranquila, yo ahora mismo tengo una resaca del tamaño de esta ciudad.
- ¡Qué mala suerte! No sé como tienes la fuerza de voluntad como para estar aquí ahora mismo.
- Bueno, cuando coges costumbre de salir y sufrir las consecuencias termina por ser rutina – digo sonriendo mientras nos ponemos en camino.
- Bueno, lo cierto es que por lo de ahora no salgo mucho... A mi madre no le gusta en exceso y tampoco quiero abusar de la confianza de mi padre.
- Claro, es cierto... Que tienes, ¿dieciocho años?
- ¡Diecisiete! Cumplo la semana que viene los dieciocho.
- ¡Qué guay! – le respondo -. Yo nunca he tenido esos problemas con mis padres. Por lo de salir, digo.
- Que suerte.
- No te creas... Bueno, todo el mundo suele pensar que mola mucho, pero no mola tanto te lo aseguro.
- ¿Sabes lo que es tener una madre jodidamente loca obsesiva por el control?
- ¿Sabes lo que es tener a tus padres al lado y criarte igualmente sola?
- Quedamos en tablas, creo.
- Eso creo yo también.
Nos echamos a reír. En esto debe de consistir ser adulto: reírte con naturalidad de los propios problemas y discutir con el vecino de qué vida es más tumultuosa.
- ¿Cuánto dices que llevas aquí? – le pregunto distraída.
- Pues un par de semanas, la verdad es que aún no he aprendido a manejarme del todo por la ciudad. Conocer a Marcos ha sido fascinante, entré en el gimnasio por arrebato y sin embargo ahora es de las pocas personas con las que me mantengo en contacto... y encima gracias a él te he conocido a ti.
Para ser sinceros, Clara es rotundamente infantil. Tan emocional, tan desmesurada... creo que en el fondo me da envidia. Ojalá pudiese volver a tener yo tanta fe en el mundo.
- Marcos es buen tío – continúo -. Yo lo conocí hace años en el instituto, compartíamos asiento en algunas asignaturas.
- ¿Ah sí? ¿Y cómo es él? Me refiero, ¿es como parece? O es tan patán como todos los tíos que se pasan la vida en el gimnasio.
Creo que ya empiezo a entender que a Clara le interesa Marcos en un sentido muy diferente del que ella intenta mostrar. El silencio parece denotar que he entendido sus intenciones y eso hace que se ponga nerviosa.
- No me malinterpretes, yo...- empieza a decir.
- Tranquila, te entiendo. Marcos está bueno.
- ¿Te gusta? – me pregunta ahogando un pequeño grito que esconde tosiendo.
- ¿A mí? Créeme que ya tengo cubierto el cupo de agujeros en el corazón por una buena temporada. No, no me gusta, pero está claro que a ti sí. Puedes decirlo abiertamente – le digo guiñando un ojo.
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Ropa por romper: TORMENTA
RomanceCuando Sara recuerda todo lo ocurrido en los últimos seis meses decide cortar por lo sano y volver al sitio que más feliz - o menos triste - le ha hecho sentir nunca: Italia. Reencontrarse con sus amigos le devuelve un poco de la magia de la vida qu...