14. Dile 'Hola' al pasado

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Sara

- Dios – le digo a Clara cuando abre sonriente la puerta de casa -. No te imaginas cuánto he tenido que luchar para no quedarme dormida después de comer.

- ¿Y eso? ¿No has descansado esta noche?

- Salí ayer de fiesta así que imagínate.

- ¡Estás loca! Yo cuando salgo tengo unas resacas malísimas y no hay quién me saque de cama.

- Tranquila, yo ahora mismo tengo una resaca del tamaño de esta ciudad.

- ¡Qué mala suerte! No sé como tienes la fuerza de voluntad como para estar aquí ahora mismo.

- Bueno, cuando coges costumbre de salir y sufrir las consecuencias termina por ser rutina – digo sonriendo mientras nos ponemos en camino.

- Bueno, lo cierto es que por lo de ahora no salgo mucho... A mi madre no le gusta en exceso y tampoco quiero abusar de la confianza de mi padre.

- Claro, es cierto... Que tienes, ¿dieciocho años?

- ¡Diecisiete! Cumplo la semana que viene los dieciocho.

- ¡Qué guay! – le respondo -. Yo nunca he tenido esos problemas con mis padres. Por lo de salir, digo.

- Que suerte.

- No te creas... Bueno, todo el mundo suele pensar que mola mucho, pero no mola tanto te lo aseguro.

- ¿Sabes lo que es tener una madre jodidamente loca obsesiva por el control?

- ¿Sabes lo que es tener a tus padres al lado y criarte igualmente sola?

- Quedamos en tablas, creo.

- Eso creo yo también.

Nos echamos a reír. En esto debe de consistir ser adulto: reírte con naturalidad de los propios problemas y discutir con el vecino de qué vida es más tumultuosa.

- ¿Cuánto dices que llevas aquí? – le pregunto distraída.

- Pues un par de semanas, la verdad es que aún no he aprendido a manejarme del todo por la ciudad. Conocer a Marcos ha sido fascinante, entré en el gimnasio por arrebato y sin embargo ahora es de las pocas personas con las que me mantengo en contacto... y encima gracias a él te he conocido a ti.

Para ser sinceros, Clara es rotundamente infantil. Tan emocional, tan desmesurada... creo que en el fondo me da envidia. Ojalá pudiese volver a tener yo tanta fe en el mundo.

- Marcos es buen tío – continúo -. Yo lo conocí hace años en el instituto, compartíamos asiento en algunas asignaturas.

- ¿Ah sí? ¿Y cómo es él? Me refiero, ¿es como parece? O es tan patán como todos los tíos que se pasan la vida en el gimnasio.

Creo que ya empiezo a entender que a Clara le interesa Marcos en un sentido muy diferente del que ella intenta mostrar. El silencio parece denotar que he entendido sus intenciones y eso hace que se ponga nerviosa.

- No me malinterpretes, yo...- empieza a decir.

- Tranquila, te entiendo. Marcos está bueno.

- ¿Te gusta? – me pregunta ahogando un pequeño grito que esconde tosiendo.

- ¿A mí? Créeme que ya tengo cubierto el cupo de agujeros en el corazón por una buena temporada. No, no me gusta, pero está claro que a ti sí. Puedes decirlo abiertamente – le digo guiñando un ojo.

Ropa por romper: TORMENTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora