15. No todo es lo que parece

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You give love a bad name - Bon Jovi

Sara

- ¿Sí? – respondo tímida. Que corte.

- ¿Sara? ¿Qué tal?

- Yo... bueno, bien. Oye lo siento. No pienses que me dedico a seguirte en la distancia o....

- No sé de qué me hablas – dice con una carcajada.

Por supuesto que lo sabe. Lo sabe pero no quiere que me sienta mal. En el fondo todo sigue como siempre: Sara mete la pata, Scott disculpa los hechos y todos estamos contentos.

- ¿Qué tal por Florencia?

- Bastante calor. Mucha fiesta, propósitos de nueva vida...

- ¿Cómo por ejemplo? – dice curioso.

- Como ir al gimnasio.

Se ríe al otro lado de la línea. Se escucha un murmullo lejano de una voz que no reconozco a la que él responde 'con Sara'. Quizás sea Beth, o quizás sus padres, o quizás Pepito del Valle. Qué más te da.

Se hace un pequeño silencio. Esto es extraño. No sé por qué me ha parecido buena idea verme sus fotos ni por qué a él le ha parecido buena idea llamarme. Jamás entenderé el razonamiento humano.

- Bueno – dice retomando la conversación -. ¿Cuándo tienes pensado venir a visitarnos? Aprovecha que Luca lleva una temporada fuera.

Me río bastante alto. Me río porque ha estado bastante gracioso con el comentario pero fundamentalmente porque Scott no creo que se espere dónde está Luca. Tampoco se lo voy a contar: demasiada información, ¿no?

- ¿Qué tal Beth? – pregunto armándome de valor.

- Cada día más guapa y más redondita.

Cuando habla desborda el cariño por sus palabras. En cierto modo me muero de la envidia, aunque haya sido yo la que haya decidido alejar a los hombres y a su dichosa labia de mi vera.

- No sabes cuánto me alegro – le digo.

- Y yo. Es extraño, no lo voy a negar. Y también sé que es precipitado, que es de inconscientes. Pero si ha venido así, ¿quién soy yo para alterar el orden de las cosas?

Veo como se acerca Clara y decido colgarle rápidamente Scott después de prometernos que nos mantendremos en contacto. No me apetece contarle otro capítulo de mi tortuosa existencia amorosa, demasiado por un día.

Le pego un sorbo largo al zumo que me acaba de traer. Lo cierto es que los nervios de hablar con Scott han conseguido que se me seque por completo la garganta.

Después de una hora en la que conozco la parte que desearía ser más alocada de Clara, decido que ha llegado la hora de marcharse de allí. Cuando llego a casa lo único que me apetece es desnudarme, sumergirme en una ducha de treinta minutos y echarme a dormir pero, ¡el deber me llama! Le pongo a Kiwi la correa y nos vamos de paseo.

Es agotador. Es tan pequeño y juguetón que jamás descansa: corre, salta, cambia de sentido... y yo con él. Llegamos al centro con un claro ganador de la partida: yo agotada, él como si acabase de tomar un café. Injusticia.

Por suerte o por desgracia – aunque comparando los pros y los contras, creo que por desgracia – cuando llegamos a la altura del Smoothies for Kiwi ya comienza a estar más cansado de lo que estaba antes y eso me permite ir fijando la atención en todo lo que me rodea. Y cuando digo todo hablo de que dentro del bar Andrea está pagando mientras Tessa le enseña algo en su móvil.

Ropa por romper: TORMENTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora