A los días de haber ingresado en el grupo, William se tuvo que someter a su primera cirugía facial. En dicha cirugía se iban a componer algunos errores en sus facciones que no podían pasar desapercibidos. Sus labios eran uno; debían adelgazar la comisura inferior y empequeñecer más el borde grueso. Entre otros estaban: aplastar los ojos, depilar las cejas como acostumbraba hacerlo Paul. Enganchar más la nariz, haciéndola pequeña y fina. Partir un poco la barbilla y adelgazar las mejillas. Para cualquier persona normal hacerse todas esas operaciones era un verdadero martirio. ¿Cómo aguantar todas esas pinzas, agujas y líquidos espesos enroscándose en el rostro?, ¿cómo soportar ese dolor, la sensación de pesadez e irritabilidad que sucede después de salir del quirófano?, ¿acaso no se necesita de valentía y un coraje nato para soportar aquello tan desagradable? Y ahí estaba William Campbell, respondiendo todas esas preguntas con señales positivas. No le importaba el haber dejado una antigua vida en Canadá, un viejo empleo de policía y una cabaña cómoda. Todo eso resultaba ser poco junto a la nueva aventura que viviría: ser Paul McCartney.
¿Quién no ha deseado ser una gran estrella?, ¿ser reconocido por millones y tenerlo todo al alcance de tus manos cuando más lo deseas? Son muchos los que han deseado serlo. Los Beatles lo desearon, y ese deseo los llevo a convertirse en lo que eran: grandes estrellas. Es cierto que algunos nacen con más suerte que otros. Todos creen que tener talento es cuestión de suerte; nadie piensa que tener suerte puede ser cuestión de talento.
William y Los Beatles eran un claro ejemplo.
Antes de lo mencionado, él ex oficial había hecho sus primeras pruebas vocales en los estudios Abbey Road. No tocaba la guitarra con la misma destreza que Paul, pero eso podría componerse con la practica y un poco de ayuda con efectos sonoros. El acento de William era más rápido y no sonaba tan elegante como el de Paul o cualquier otro inglés, eso sin mencionar algunas variantes en las expresiones. William tenía una voz más aguda al momento de cantar, cosa que no agradó mucho a los otros Beatles. Pero ya nada podían hacer al haber aceptado el trato con anterioridad.
[...]
Quien se encargó de llevar a cabo toda la operación facial fue el doctor Robert Jones. Un médico cirujano especializado, demasiado bueno. De gran trayectoria y aclamado. Clara razón para que trabajara en los laboratorios del MI5.
Los Beatles había asistido a la primera cirugía de William en aquel hospital. Era su deber estar al pendiente de la salud de su nueva pieza musical, pesé que les dolía ver que tan rápido y crueles eran al cambiar un lugar por otro. Incluso el señor Jim, padre de Paul, había telefoneado al hospital para preguntar por el joven, pues tuvo que acceder ante las peticiones del MI5, y fingir como si nada ocurriera. Así funcionaba el mundo de la mafia: una vez dentro ya no podías salir.
George, John y Ringo no se movían de la fría sala de espera. Unas enfermeras les llevaron tazas de café, pero ellos apenas las habían probado. Ellos odiaban los hospitales porque eran ambientes fríos, de espesa niebla inconsciente y pesadillas. Un lugar donde muchos sueños se rompían.
―Son muchas las horas que puede tardar una cirugía, y más si es facial ―explicaba Ringo a John, quien se encontraba en el punto culminante de la desesperación. ―Espero y las cosas salgan bien. Pongo mi fe en ese doctor Robert.
Todos ponían su fe. Las horas pasaban y los chicos se comían las uñas. William estaba a la suerte del cuchillo, la sangre y los guantes de látex.
Y aún faltaban más cosas, afinar detalles: William no sabía tocar con la mano izquierda, habría que enseñarle a manejar los instrumentos en forma zurda. Su voz no poseía el típico acento de McCartney, entonces se le tendrían que dar clases de lenguaje británico. Acoplar su voz al momento de cantar para que pareciera a la del verdadero Paul McCartney. Pero, a pesar de todos sus esfuerzos, ¿llegaría William a ser la mitad de lo que fue él amado Paul?
Los médicos caminaban por los pasillos mostrando sus batas blancas y bien planchadas. John se persuadió un rato leyendo "Bote abierto", una historia que comenzaba a atraparlo, pues se asemejaba mucho a su triste situación: cuatro amigos marineros que se habían sumergido a un viaje, travesía que las causó una gran tragedia al quedar náufragos entre el puro y extenso mar, donde un hombre de la tripulación pierde la vida. Entonces sus amigos cuando por fin llegan a tierra firme hacen de todo para ocultar dicha muerte, pero meten pistas en pequeños versos y rimas. Eso le dio a John una idea. Sus deseos crecieron más. Miró a Ringo y George, después a la sala en donde se encontraba William, y suspiró profundamente. Cerró los ojos, pistas, se mordió el labio inferior, pistas buenas, abrió los ojos, pistas esenciales.
―¡Tengo una idea!
Su éxtasis era tanto que se puso de pie.
―¿Qué clase de idea, John? ―preguntó George que al parecer había escuchado su exclamación.
―Eso no te incumbe por el momento, George, así que discúlpame ―dijo John con tono secante. Dicho esto se puso de pie. Caminó hasta llegar a una cafetería pequeña, entonces cogió una servilleta, sacó una pluma y comenzó a escribir.Dándole la vuelta, George cerró los ojos y se durmió.
Suspiros van al aire, son aire. Lágrimas camufladas, aéreas. La vida que se nos escapa, este tiempo que no se demora. Este pasillo blanco, eternamente frío, infestado y vacío.
Es un cap muy pequeño, lo sé, espero les gusté :3
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A day in the life (The Beatles)
FanfictionCuenta la leyenda que el Beatle, Paul McCartney, falleció el nueve de noviembre del año mil novecientos sesenta y seis tras un accidente automovilístico, mismo que Los Beatles restantes se encargaron de contar mediante una serie de pistas. Muchos di...