Capítulo 39. Linda Eastman.

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Aquel día, en que un doble y una olvidada estrella se conocieron, marcó un punto crucial en sus historias. Ninguno de los dos pudo dormir a causa de los nervios; Paul y William continuaron hablando sobre sus vidas, sobre el plan y sus intereses próximos. William le dio a entender sobre la identidad que le habían mandado a hacer en caso de querer pasar desapercibido como un Beatle. En esa identidad, él se llamaba Diego Llorente, un joven inglés cuyos ascendientes eran inmigrantes españoles; Paul comprendió aquello y aceptó las reglas del plan: permanecer lo más alejado posible del círculo Beatle, hasta que las aguas se calmaran y Ringo estuviese a salvo. Pero él mismo se sentía demasiado triste y molesto como para volver a encontrarse con sus amigos, creía tener toda la culpa, y no sabía cuál sería la reacción que tendrían George y John con él, en especial la última persona, puesto que ya no era el mismo joven alocado e impulsivo de antes. Incluso le llegó a tener cierto temor.

—Cuando Los Beatles se separen de una vez por todas, eso querrá decir que todo esto se habrá terminado —explicaba William con una voz lenta, como si estuviese relatando una historia de terror. Pero, ¿acaso no lo era? —. Eso nos lo dijo Maxwell, porque entonces ya no seremos los cuatro fabulosos. Aparte lo veo muy cerca ya que ellos se están cansando de continuar con la farsa, inclusive yo...

Paul hizo un ademán negativo y se mordió las uñas de la mano izquierda.

—En la penúltima entrevista que dimos a la prensa, recuerdo que dijimos que Los Beatles acabarían cuando estuviésemos cansados, pero que para eso faltarían muchos, muchos años... —suspiró. —Ah, quién diría que el cansancio ya llegó...

—Bueno, si no hubieses tenido aquel accidente, quizá todo sería tal y como antes —comentó William.

Suspiró y se limpió la lagaña que tenía por debajo del ojo derecho.

—Pero el "hubiera" no existe —dijo Paul.

Permanecía tan quieto y sereno que parecía un maniquí, uno muy lindo y solitario. En sus ojos avellana persistía una sombra que no dejaba de impacientarlo. Transcurrieron unos minutos en silencio hasta que William tomó la palabra.

—Y tú... ¿volverías a Los Beatles si pudieses?, ¿retomarías aquel lugar que la vida te robó?..., ¿qué yo te quite?

Lo miró fijamente. Paul tragó saliva; con todo aquel alboroto apenas había pensando en esa probabilidad: volver a ser un Beatle: Paul McCartney. ¿Pero a qué costo sería ello? Y lo más importante, ¿tenía ganas de regresar a esa vida tan alocada?

[...]

Linda Eastman aterrizó en el suelo de Londres doce horas después de haberse comunicado con Faul McCartney. Ella era la dulce fotógrafa de las entrevistas de "Apple Récords" y "Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band". La mujer de cabellera rubia, profundos ojos azules y nariz agrandada, que vestía con gabardinas grandes para cubrirse los abultados pechos. Ella esperaba la presencia del hombre que la llamó, estaba muy interesada en él, y más ahora que estaba libre de su ex novia, la joven actriz Jane Asher. Por eso cuando le habló pidiéndole que fuera a Londres para un pequeño asunto de ayuda, no dudó en coger el primer vuelo que se le presentó.

William asistió al aeropuerto disfrazado. En cuanto hubo visualizado a Linda, avanzó hacia ella con un gesto de alivio y una sonrisa en los labios. Últimamente no había dejado de pensar en esa mujer. Le tomó por el hombro y ella, en cuanto lo vio, supo quién era y le sonrió.

—Paul... —dijo ella en voz baja y con gran emoción —. Hola, hola. Ya estoy aquí ahora, ¿qué es ese algo en lo que debo ayudarte?

—Hola Lin —dijo él, besándole una mejilla —. Me da gusto mucho verte, en verdad. Ven —le tomó de una mano —, en el camino te contaré algunas cosas.

A day in the life (The Beatles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora