Capítulo 25. En busca de la verdad.

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―¿Identidad? ¿A qué se refiere con eso? ―cuestiono nuevamente Michelle. ―No le estoy entiendo y no creo que deba dar información a un completo desconocido...
―Ya le dije mi nombre...
―¿Y usted cree que con eso basta? ―Michelle comenzaba a molestarse. ―Necesito saber un poco más.

Ringo soltó un suspiro y se llevó las manos al rostro.

―Solo respóndame algo, Ángel, digo, Diego, él... ¿desde cuándo le conoce? Me dijo que es amigo de una Michelle y deduzco que puede tratarse de usted. ―Ringo no perdía el tono ronco pero elegante en su voz.
―Es mi amigo, sí. Vive conmigo desde...
―¿Desde cuándo? ―ésta vez Ringo tomó la mano derecha de Michelle por inercia y la oprimió fuerte. La chica abrió los ojos, un tanto asustada.

La preocupación que notaba en los movimientos y ojos del hombre hicieron dudar a Michelle. ¿Acaso él podría ser un familiar que había reconocido al chico? Y si era así ¿por qué no lo habría buscado antes?, ¿por qué apenas lo vio quiso saber de él? ¿Y qué tal si era una especie de traficante? No, pensaba la chica, no podría serlo porque incluso su vibra no pesaba ni él era de aspecto terrorífico. ¿Pero qué querría entonces?

―Hábleme con la verdad y yo haré lo mismo ―propuso la joven astutamente. ―Diego me importa mucho, lo digo enserio. Usted parece, a pesar de ser un extraño, una persona razonable. Explíqueme que le atrajo de mi amigo.

Ringo bajo la mirada y soltó la mano de la chica. No debía hablar y contar la verdad a una chica que desconocía. No sabía si ella sería una persona de fiar. ¿Pero qué hacer? Sus ansias por vislumbrar una luz de esperanza eran tan grandes como sus miedos. ¡Pobre Ringo! Ya ni siquiera sonreía de verdad. Esa manía quedó enterrada en el pasado. ¡Había olvidado hacerlo!

―Lo siento ―dijo. ―No puedo...
―Perfecto ―Michelle se puso de pie en un salto. Se sacudió la falda del uniforme. ―Entonces no hay nada más de que hablar, señor Richard. Le pido humildemente que se retire y no vuelva a buscarme más, ni siquiera a Diego..., gracias por hacerme perder el tiempo y disculpe...
―¡Espera!

Rápidamente Ringo se puso de pie y volvió a tomar por la mano a Michelle. A ella le desagrado un poco el gesto más no hizo ningún escándalo. Ringo se colocó el sombrero y acomodó sus lentes. Tragó un poco de saliva antes de hablar ronco. Acercó a Michelle hacia sí.

―No puedo decirle nada, al menos no aquí. ―Michelle alzó ambas cejas. ―Es necesario, señorita Michelle. ¿Podemos vernos hoy en la noche?

Ella se negó.

―Tengo turno para hacer la ronda en el hospital, lo siento.
―Entonces será mañana ―dijo Ringo. ―¿Puede? ―ella asintió y él prosiguió. ―Perfecto, pasaré por usted si le parece.
―De acuerdo ―la joven sacó del bolsillo de su falda un bolígrafo y una hojita en la que anotó su dirección de domicilio. ―Aquí tiene. No debería hacer esto pero hay algo en usted que me tiene intrigada con respecto a Diego.

Ringo tomó el papel y lo guardo rápidamente en el bolso de su traje.

―Confié en mí, señorita Michelle ―le dijo. ―Como usted, yo también tengo dudas. Pasaré a las ocho y, por favor, traté de verse adecuada para una cena de gala.

Habiendo dicho esto se fue de la sala y Michelle se quedó de pie. Había hecho una cita con un completo desconocido, y todo por Ángel. Sin duda tenía que quererle mucho. Lo más extraño todavía era la discreción que el hombre quería para poder hablar con ella, aunque fuese en un restaurante donde también hay muchas personas. ¿Qué clase de jugarreta era esa?

[...]

Mientras tanto Ringo subió a su automóvil y condujo a casa de George. La brisa soplaba mucho, anunciando la pronta caída de la nieve programada en el mes de diciembre. Las copas de los árboles estaban vacías y los pájaros comenzaban a emigrar a tierras calientes. Pero nuestro maduro amigo de ojos azules no prestaba atención a esos factores sino en el plan que habría de llevar a cabo el día de mañana. Sabía que era peligroso, que acababa de meterse a la boca del lobo., y que un movimiento en vano podía costarle el cuello a él y sus compañeros.

A day in the life (The Beatles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora