Capítulo 06. Hechicería.

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Era una tarde tranquila en la vieja Londres. Nueve de diciembre de mil novecientos sesenta y seis. John ingresó a la sala de artes del edificio "Indica Gallery"; era un territorio muy elegante, con retratos abstractos y objetos extraños, desiguales. Todo en color blanco. La gente tomaba nota de todo aquello que visualizaba mientras otros se interesaban en las caras copas de vino tinto que llevaban a sus bocas. John Dumbar, amigo de Lennon, y quien le había invitado a asistir, se acercó a él con una gran sonrisa de satisfacción en los labios.

—¡Hey, John! —exclamó.

John Lennon se dio vuelta y sonrió sombríamente. No estaba muy a gusto ahí. Él deseaba tener cerca a Paul, para burlarse de la gente, para burlarse de las obras, para burlarse del mismo John Dumbar y la artista aristocrática, Yoko Ono.

—Dumbar —dijo John a secas. —Hola...

Dumbar se acercó a John y esbozaron un saludo de manos.

—¿Y qué tal? —preguntó Dumbar a John mientras éste miraba a la nada. —¿Qué opinas de todo esto?
—Es intrigante, una perspectiva surrealista a lo japonés... —explicó John a secas, mientras se quitaba las oscuras gafas. —¿Y quién es la mente siniestra que está detrás de todo esto?

Esa pregunta fue la esencial para desencadenar el nuevo comienzo de John Lennon. Una nueva aspiración para su triste agonía, algo que le iba a sacar de su depresión, de su abnegación, de Paul McCartney...

John Dumbar condujo a John hasta un cuarto de la galería, habitación que aún no era visitada por el público. Ahí, de pie y a espaldas, se encontraba una persona, una mujer de pequeña estatura, cabello largo, crespo y oscuro, tez blanca y vestimenta negra. Se ocupaba de poner los clavos sobre una mesa que sostenía otra de sus obras de arte. Al escuchar el sonido de la puerta abrirse, se dio media vuelta y miró a los dos hombres. Entonces John pudo ver sus rasgos asiáticos. Esa mujer, de aspecto frío y distante, era nada más y nada menos que: Yoko Ono.

—John, permíteme presentarte a Yoko Ono, la mente siniestra de todo esto.

Yoko se aproximo a ellos. John la visualizo de pies a cabeza. No era una mujer exquisita que le llamará mucho la atención. Pero su cabello oscuro revolvía los ojos de John.
Intercambiaron saludos con las manos. No hubo ninguna sonrisa.

—Hola.
—Hola...

John apartó la vista de Yoko para fijarla en su obra de arte. Se acercó a la mesa y vio entonces un pedazo de madera tallada y unos clavos a su alrededor. Sintió intriga por el título de la obra conceptual: «Clavar un clavo»

Cogió un clavo y el martillo que se encontraba junto a la tabla de madera. Iba a clavar el artefacto en la madera. Antes de que pudiera hacerlo, Yoko le detuvo tocándole el hombro muy tajante.

—¿Qué cree que está haciendo? —le preguntó seriamente.
—¿No es obvio? —John enarcó una ceja. —Clavar un clavo.
—No se atreva a hacer nada —le espetó la mujer en tono frío. —Esta habitación todavía no se abre al público, las cosas deben estar limpias y en forma. Así que deje las cosas en donde las encontró.

Cómo si hubiera recibido una orden de su tía, John dejó el clavo y el martillo sobre la mesa.
La mujer se sintió complacida, John le envió una mirada súbita, de seriedad. Fue John Dumbar quien intervino en el momento, alejando a Yoko Ono para hablar en privado.

—¿No sabes quién es?

Yoko Ono negó con la cabeza. Ella no había escuchado hablar sobre Los Beatles y su música. No sentía atracción al rock n' roll, de modo que jamás asistió a un concierto del cuarteto.

—¡Es un millonario! —continuó John Dumbar. —Él podría pagar millones por esa obra tuya. ¡Es un Beatle, mujer!

Entonces Yoko regresó donde John. Se colocó enfrente de él y estiró el brazo derecho.

—Cinco chelines porque claves eso. ¿De acuerdo?

John soltó una risa sincera. No había reído así desde un tiempo.

Te voy a dar cinco chelines imaginarios y un clavo con un martillo falso. ¿Te parece mejor?

Y dicho esto, John clavó el artefacto a la madera de forma imaginaria. Yoko lo miró divertida, aunque no quiso demostrar una sonrisa. Aquel hombre le resultó interesante.

Durante el resto de la exposición, John Lennon no dejo de mirar a Yoko Ono. Sentía cierta intriga por ella, por saber más acerca de esa mujer misteriosa. Tanto fue el caso, que logró olvidar por unas horas a su querido amigo, Paul
McCartney.

En cuanto a su asunto trágedico...

[...]

Se llevó a cabo un concurso para encontrar al doble de Paul McCartney, uno que emocionó a millones de personas. El concurso se formó a base de un reality show, con la autorización de los mismos Beatles; sin embargo, ellos jamás aparecieron públicamente en el concurso, tampoco formaron parte del jurado, cosa que extraño a muchas personas que esperaban ver a Los Beatles como jueces, haciendo del programa algo más explosivo.

"Todos estamos muy emocionados con el show, sobre todo Paul, que pronto conocerá a alguien tan parecido a él. Nosotros estamos al tanto de todo esto, pero decidimos estar distanciados para concentrarnos en el estudio", puntualizó el guitarrista líder del grupo, George Harrison, cuando fue pillado al llegar a su casa.

Con el grupo británico las cosas se fueron soldando. Ya no se hablaba mucho sobre la declaración de John. Ahora se corrían otros temas. Pues, pesé a la emoción y euforia que causaba el concurso, la gente no podía dejar de sentirse decepcionada por el abandono de
Los Beatles a los escenarios. ¿Qué les ocurría?, ¿dónde estaban ellos?, ¿por qué las cosas se sentían tan diferentes?, ¿por qué se ocultaban de las cámaras?, ¿dónde estaba Paul McCartney?

Como parte de sus "vacaciones" cada Beatle utilizó su tiempo en distintos proyectos; George se fue a la India, Ringo se encerró con su familia y John grabo algunas escenas de una película que dirigía Richard Lester cuyo título era "Cómo gané la guerra".

Cierto día unos periodistas llegaron a la casa Lennon, posándose en la verja principal, con sus cámaras y micrófonos al viento. John bufó con el rostro enérgico minutos antes de salir a enfrentarlos. Salió de su casa y caminó hacia el portón. Suspiró, con la mirada en dirección al suelo, y luego la alzo para dar una fingida sonrisa al público. El sonido de las cámaras y las ovaciones de los paparazis le abatían por dentro. ¿Por qué no estaba Paul a su lado? Él era mucho mejor al momento de enfrentarse y dar entrevistas a la prensa.

—Señor Lennon, últimamente se les ha visto demasiado raros. Cada quién tomó rumbos distintos. ¿A qué se debe esto?
—Un descanso, queremos alejarnos de ustedes —soltó una risa.
—¿Y dónde está Paul McCartney? —cuestionó una mujer. —¿Por qué no se le ha visto?
—Él está bien... pero tampoco desea salir para ustedes, creo que deberían preguntarle. Claro, si encuentran su domicilio. Por los otros Beatles, todos estamos bien, también emocionados por el concurso del doble de McCartney.

Sin otra cosa más que decir, John se reintegró a su habitación. Cogió el libro que había dejado en su mesita de noche y se dispuso a leerlo. Cynthia tejía unos pequeños calcetines para Julian, mientras que John soltaba risas y ovaciones por el libro que leía. ¿De quién era que lo tenía tan maravillado?

Bueno, era un libro de Yoko Ono.

La Yoko es una bruja, okno' ;-;
Espero les gusté :3
-Areli💜

A day in the life (The Beatles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora