Capítulo 10. Ringo.

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―Podríamos hacer algo, no lo sé, contactar a un brujo para que nos contacte con el espíritu de Paul...
―¡No digas tonterías, John! ― increpó George. ―No podemos hacer eso. Puede ser peligroso, ¿y qué crees que pensará el brujo cuando le digamos "contacte al espíritu de nuestro fallecido amigo, Paul McCartney"

John iba a decir algo más se limitó a fruncir los labios y cruzarse de brazos. Era notoria su molestia ante el comentario de George, sobre todo cuando sabía que otra persona tenía razón y él no.

—Hay que ser cautelosos con todo esto, aunque nos duela en el alma... —dictaminé, mientras depositaba una de mis baquetas en el suelo.

Nos encontrábamos en el estudio Abbey Road. Habíamos llegado antes que Brian, George Martín, William o cualquier otro tipo relacionado con la producción del disco. Nos gustaba llegar antes porque así teníamos tiempo para conversar sobre lo que hacíamos. John estaba tan empañado en contar al mundo la verdad sobre la muerte de Paul, parecía un verdadero loco con sus insistencias. Ya no era el mismo John que gustaba de hacer bromas y mostrarnos su trasero desnudo para distraernos en las grabaciones.

—¡Es que ya no puedo! Tengo que hacer algo —masculló John con una voz profunda y dolida. —Casi todas las noches sueño con el espíritu de Paul; él me mira molesto, echándome en cara lastimosamente el porqué lo hemos olvidado...
—¡Nadie lo ha olvidado! —intervenimos George y yo.
—¡Saben a lo que me refiero! —prosiguió John. —Con el tonto plan que hacemos por el idiota de Maxwell y su MI5. ¡No pueden imaginarme lo mucho que sufro! Me da rabia esto, por eso debemos continuar con lo que les he dicho y poner las pistas.
—Tengo miedo por ello, John —dije. —Miedo por lo que podría ocurrirnos si Maxwell se entera...

George me apoyó en aquel comentario. Él estaba sentando en el suelo, con las rodillas cruzadas y los brazos sobre las piernas.

—Hay que tener fe —puntualizó John.

Ni George ni yo le hicimos mucho caso en eso. ¿John Lennon pidiéndonos tener fe? Eso era algo muy extraño y en cierta parte ilógico, ¿cómo nos pedía tener fe cuando él antes había dudado de ella? La fe fue algo que todos tuvimos en el inicio de nuestra carrera, aunque con el paso del tiempo la fuimos olvidando.

—¡Es mi maldito grupo, joder! —gritó John al ver que no le contestábamos. —¡Yo lo creé y permití que ustedes entrarán! Somos Los Beatles y juramos estar juntos hasta el final, no lo olviden chicos. "Todos para uno, y uno para todos".

Su frase me llegó al corazón, me hizo recordar sobre muchas cosas; cómo cuando los conocí en Hamburgo. John era un niñato rebelde mientras que Paul era uno muy pulcro y educado, ¡tan contrarios desde siempre! George apenas y decía algo, comúnmente traía un bocadillo en la mano derecha. Recordé la vez en que me pidieron tocar con ellos por una noche en la que Pete Best se hallaba enfermo, y tiempo después me pidieron ingresar a la banda. Siendo Los Beatles nuestro lema era ese:

"Todos para uno, y uno para todos."

Cualquiera de nosotros lo decía antes de salir a tocar. John, que era a quien todos seguíamos con aires de jefe, también nos decía para animarnos:

—"¿A dónde vamos, chicos?
—A la cima, Johny, a la cima —le respondíamos.
—¿Y dónde queda la cima? —preguntaba de nuevo.
—¡En lo más alto del éxtasis!

¡Qué tiempos aquellos! Llenos de bohemia desenfrenada y sueños por ser lo que somos ahora.

[...]

Nuestros días transcurridos no eran miel sobre hojuelas como todo el mundo creía. ¡Ojalá lo fuesen!, ¡así podríamos tener paz, todos!

Nunca pensé que crecer fuera un infierno, cuando era un niño creía que todos eran felices, que las personas eran buenas y que la tristeza se iba fácilmente.

Todas las noches, mientras dormía al lado de mi esposa, Maureen, no lograba conciliar gustosamente el sueño. Siempre despertaba y me sentaba en el colchón despertando a mi mujer.

―¿Qué sucede, cariño? ―me preguntaba ella masajeando mis hombros con súbita ternura. ―¿Peleas en el set? O, sí son los trajes, los tendré terminados mañana y podrán tomarse las fotografías con ellos pasado mañana...
―Tranquilízate, amor ―le consolaba besando su mejilla derecha. ―No es nada del set, ni los chicos. Simplemente no puedo dormir. Estoy tan... ni yo mismo podría describirlo...

¡Sí tan solo pudiese decirle a Maureen mis penas!, ¡sí no fuese tan temeroso para hablar con los demás!

Mentía a mi esposa, lo cual me dejaba peor. En realidad mis penas se entrelazaban a los chicos. A nuestro estúpido juramento. A Paul McCartney. Me sentía afligido, agobiado por no poder hablar al público y contar nuestra gran mentira. Tenía muchas preocupaciones; temores que veían a mí diciéndome que estábamos jugando con fuego y que, tarde o temprano, ese fuego terminaría consumiéndonos a todos. Quemándonos y exponiéndonos a una catástrofe, una tercera guerra mundial contra los fans. Al mismo infierno.

Paul, Paul... ¡Nuestro tonto y perfecto amigo muerto! Todos los días, después de salir de grabar en los estudios, iba a visitarlo en su tumba. Una que yacía olvidada en las tierras de Blackpool. Sin tener siquiera su nombre grabado. Llevaba otro, falso: Philip Scott. Siempre cogía una rosa del jardín de la casa y la dejaba sobre la tumba de Paul. Luego me ponía a platicar con él, a llorarle y contarle mis preocupaciones. Sentía que él era el único que realmente me escuchaba. A quien solo podía contarle todo y no diría nada a otros.

―Oh, Paul ―dije un día. ―Cuanta falta nos haces. Sin ti todos estamos perdidos ―acaricié la lapida. ―¿Sabes? Ahora comprendo mucho tus exigencias con nosotros a la hora de ensayar. John no se preocupa por ello. Esta más interesado en meter pistas a la música que ha olvidado exigirnos como solías hacerlo tú. Bueno, él siempre odio hacerlo. Sigue siendo un bobo en eso... ―sonreí débilmente mirando al cielo, lugar donde mi querido Paul estaba. ―Dentro de tres días sacaremos el nuevo disco. Ojalá lo escuches desde donde estás, amigo. Ha sido dedicado a ti con mucho amor. William hizo un enorme trabajo al... cantar y tocar por ti... ―sentí un gran nudo en la garganta. ―Aunque no puedo dejar de sentir pena por él... John y George le ignoran todo el tiempo... no le hacen el menor caso. John me ha dicho que lo odia con todo su corazón solo por creerse tú. Le he dicho que nadie podrá suplantarte, eres único. William no lo hace intencional. Todo es culpa de ese Maxwell. Él fue quien creó esta farsa, quien nos mantiene amenazados bajo muerte por si abrimos la boca.... por eso vine aquí, Paul. A pedirte perdón, el más sincero que en mi vida he sido capaz de ofrecer. Perdóname. Lamento ser tan débil y miedoso para hablar; has de comprenderme; temo por mi familia... no deseo que nada malo les pase ―miré la hora de mi reloj de muñeca. Era hora de irme. ―Bueno, también he ido a visitar a tu familia; Jim no deja de extrañarte pero, como todos, ha logrado salir adelante al igual que Mike. ―comencé a ponerme de pie. ―Eso era todo lo que quería decirte hoy... vendré pronto, lo prometo. Cuídame, cuídanos. Tus amigos necesitamos un poco de ayuda.... ―comencé a caminar por el campo. ―Hasta pronto, Paul.

Subí a mi automóvil un poco más alivianado. Encendí el motor. Tendría que pasar a comprar algo y luego hacer una pequeña visita a alguien que en verdad lo necesitaba.

Espero les gusté el cap. :3
-Areli💜

A day in the life (The Beatles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora