Michelle y Paul se fueron de Arizona a principios del mes de mayo. William y Ringo no se opusieron ante los deseos de su amigo, pues también creían que unas vacaciones fuera de los recuerdos le sentarían de maravilla tanto a él como a la linda Michelle. Antes de asentarse en una casita cerca de las playas de Acapulco, ambos visitaron otros lugares, perdiéndose entre los demás turistas en lugares de otras ciudades como la Ciudad de México, Puebla, Oaxaca y por último, Veracruz. Ambos iban como turistas disfrazados, un matrimonio bajo el apellido Llorente.
Ya en Acapulco Paul aprovechó para tomar un poco de color a su pálida piel. Le gustaba estar en la playa, donde el mar era la única compañía que tenía. Comerse un coco con chile, limón y tantita sal para después tomarse el agua que tiene dentro la fruta. Digamos que Paul aprendió a distinguir entre varios tipos de chile, que le gustaron mucho. Allá mucha gente le saludaba por educación, teniendo consigo gran curiosidad por el acento inglés y la apariencia tan encantadora que denotaba "Diego Llorente". Las niñas de doce y trece años que vendían pulseras a los turistas en la playa gustaban de ir a conversar con él, a sabiendas de lo extraño y gracioso que era su acento, sin importarles su estado en silla de ruedas. Incluso le ayudaban a moverse entre la arena, y también le hacían compañía cantando y tocando las matracas o panderetas. Había unas cuantas personas que escuchaban la música de Los Beatles, y que por su puesto, notaban el parecido entre él y Paul McCartney. Pero cuando se lo preguntaban Paul respondía de forma muy tranquila, negando todo.
—Usted se parece mucho a Paul McCartney, señor.
—¿Enserio? —decía él —. Vaya. No me lo dicen muy seguido.
Paul, además de encontrar paz y buena compañía de sus vecinos, también encontró el amor de una mascota que provenía de un pequeño perro caniche de pelaje blanco y ojos brillantes tal cual dos canicas y una nariz humeante que movía al ras de sus pequeños bigotes. Tenía un rabo largo y que se movía cuando estaba feliz. El perrito llegó a la casa de Paul y Michelle pidiendo comida y se quedó ahí. Él y Michelle le pusieron el nombre de "Lochie".
—¿Quién es un buen perrito?, ¿quién es un buen perrito? —le decía Paul cada vez que lo levantaba en brazos y el perro le lamia el rostro —. ¡Es Lochie! ¡Mi Lochie! —y lo abrazaba y besaba —. Oh, cuando regresemos te llevaré conmigo a casa.
—No creo que eso sea posible, Paul —decía Michelle un tanto triste por el hecho —. ¿O crees que permitan llevárnoslos?
—¡Claro que sí! —clamaba Paul —. Nos llevaremos a Lochie a casa y seremos muy felices los tres. ¿Te digo algo?
Sentó a Michelle en sus piernas y ésta retuvo a Lochie en las suyas mientras Paul les daba vueltas con la ayuda de su silla de ruedas. La joven no paraba de reír.
—Creo que alguien allá arriba —señaló en dirección al cielo —. Se dio cuenta de mi soledad y por eso te envió a hacia mí. A ti y a Lochie. Los amo.
—No más de lo que nosotros te amamos a ti —respondió Michelle antes de besarlo.
La estadía de Paul y Michelle en Acapulco se prolongó más tiempo de lo que esperaban. Mientras tanto ellos ignoraban lo que sucedía en el país vecino de México, donde se llevaba a cabo la emisión de un programa de radio.
[...]
Fue el doce de octubre cuando Russ Gibb, conductor de la disc jockey local de la emisora WKNR-FM en Dearborn, estado de Míchigan, en Estados Unidos, daba otro de sus tantos programas de música en la hora de los clásicos. Era una noche nublada y algo fría, la locación de radio tenía unos pequeños problemas con la transmisión en vivo pero continuaban con su trabajo de la mejor manera.
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A day in the life (The Beatles)
FanficCuenta la leyenda que el Beatle, Paul McCartney, falleció el nueve de noviembre del año mil novecientos sesenta y seis tras un accidente automovilístico, mismo que Los Beatles restantes se encargaron de contar mediante una serie de pistas. Muchos di...