Capítulo 5

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Casey

Bajé del autobús arreglando un poco mi cabello, odio que lo desordenen. Cuando entré en la pizzería de la familia de Kristen fui a sentarme en mi lugar de siempre pero una chica estaba ahí, miré a todos confundidos y ellos trataron de ocultar su sonrisa.

- ¿Quién eres tú? – Ella me miró de arriba abajo y alcé una ceja.

- Tu novia. – Yo abrí mis ojos.

- Otra loca más. – Murmuré y pude escuchar la risa de todos.

- Ya quisieras que sea tu novia, soy amiga de Kendall. Corrección, mejor amiga. – Ella sonrió.

- ¿Y cuál es tu nombre? – Sonreí, venga que la chica era linda.

- Megan.

- Bien, Megan estas en mi lugar. – Ella solo me miró y no se inmuto. – Hablo en serio.

- No me das miedo Casey West. – Yo alcé mis cejas. – Siéntate al lado de Kendall. – Bufé pero preferí obedecerle. Kendall se apresuró a poner su cabeza sobre mi hombro, genial. – No pongas esa cara, recibe un poco de amor chica.

- Esta tarde he recibido más que suficiente. – Dianne rio mientras Tori casi escupía su bebida, Megan abrió ligeramente su boca y los demás parecieron no entenderlo del todo.

- Eres asquerosa. – Megan me miró algo desafiante, parece que a alguien no le simpatizo del todo.

- Gracias.

- Kristen, ¿Las pizzas cuánto tardarán? – Dianne trató de relajar el ambiente pero mi mirada en Megan se mantenía.

- Deben estar por llegar, no pidas mucho son gratis. – Kristen bromeó por fin entendiendo la situación incómoda que empezaba a crearse.

- ¿Has comido acá? – Susan le preguntó a Megan. Ella simplemente negó aun manteniendo la mirada en mí, esto se había vuelto una competencia de quien bajaría la mirada primero.

- Son las mejores pizzas de la ciudad, son para saborearse lentamente dándole un gusto exquisito en tu lengua. – Hablé moviendo la lengua en una obvia seña promiscua de seducción, la cual solo usaba en bromas.

- Kendall, creó escuchar tu celular. – Kendall se separó de mí y en el momento que había tomado su lugar, Megan me había tirado su refresco. – Ups. – Me levanté rápidamente y cerré mis puños, arruinó mi gorra.

- Mira mami. – Señale la vitrina de la tienda. – Es más linda de la que tengo.

- Pero no creo que te proteja del frio como esta. – Ella sonrió y yo hice un leve puchero.

- Pero entonces podría usarla todo el año, ¿No crees? – Mi madre me observó un momento.

- Entremos a comprarla, pero haremos como si ha aparecido por arte de magia, ¿Bien? – Ella me guiñó un ojo y yo asentí sonriendo, mi madre era la mejor del mundo.

Vi su mirada asustada al igual que como Sean también se había levantado, me di la vuelta y corrí hacia la calle. Corrí y corrí hasta que el aire me empezó a faltar, cuando me detuve porque un skater casi chocó conmigo, me quité la gorra para observarle. Estaba tan pegajosa como mi cabello, las lágrimas se empezaron a formar pero unos pasos lo detuvieron.

- Si no fumaras tanto podría haber llegado más lejos. – Observé a la castaña.

- Vete, déjame sola.

- Solo quería ver si estabas bien, en realidad esperaba que le golpearas en vez de huir. – Miré a Kendall. – Hey, no te ves bien.

- A la mierda todo, me iré a casa por si ellos preguntan. – Empecé mi camino pero ella me detuvo.

- ¿Puedo preguntarte algo? – Asentí suspirando.

- ¿Por qué no quieres besarme?, no quiero sonar mal o algo pero todo el mundo es tu tipo, menos yo.

- No quiero pensar en eso ahora. – Confesé y vi como bajó la mirada, hice una leve mueca. – No eres tú, soy yo.

- Eso ya lo he escuchado.

- Eres linda y me agradas, pero sé que si te beso seria darte esperanzas y no quiero lastimar tu buen corazón, ¿Estas satisfecha?

- Sería un honor que me rompas el corazón. – Le miré.

- Pero para mí no sería un honor romperte el corazón. – Ella no dijo nada y yo me fui a casa.

Una vez ahí tiré mi gorra al piso y subí a mi habitación, pensar en mamá no era algo que me animara normalmente y sobre todo cuando este tipo de cosas me llegaban a pasar. Puse los parlantes al máximo del volumen que mi padre me permitía pero me bastaba para aislarme del mundo.

Abrí una vez más los ojos y noté que era más de media noche, me había dormido. Miré la ropa a los pies de mi cama y sonreí al ver mi gorra limpia. Bajé corriendo hacia la cocina porque sabía que papá iba a estar ahí, pero antes de hablarle noté la pizarra que había hecho papá para marcar que deber en la casa teníamos cada día. Hoy Gregor tenía que lavar la ropa.

- Hey, Cass. ¿Pasa algo? – Negué levemente. - ¿No puedes dormir?

- Acabo de despertar. – Él asintió tomando de su café. – Papá...

- Deberías traer más seguido a esa chica Kendall, es un poco rara pero me recuerda un poco a tu madre. – Le miré confundida. – Siempre tiene una sonrisa en su cara.

- ¿No es algo molesto? – Él negó.

- Claro que no, es agradable que alguien te sonría de vez en cuando. – Él sonrió. – Además esa chica predijo que el dinero abundaría y mira, cuando iba del auto me he encontrado 10 dólares.

- Son míos. – Se los quite de la mano y él frunció el ceño.

- Claro que no.

- Claro que sí. – Le mostré un número de teléfono escrito en él.

- Bien, son tuyos. ¿Por qué tienen un número?

- Oh, una chica de una tienda es muy amigable y le pedí su número para seguir en contacto.

- Me gusta que hagas nuevas amigas. – Yo sonreí inocentemente, si supiera me mata. Sobre todo si se entera de que es el número de la hija de uno de sus clientes.

Kiss Me?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora