Capítulo 7

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Casey

- ¿Mami, por qué solo haces panqueques los miércoles? – Ella se volteó levemente para mirarme y poder seguir preparando el desayuno, siempre éramos las primeras en despertarnos.

- Porque eso hace especial a los miércoles. – Yo sonreí.

- Pero si los haces cada mañana, cada mañana podría ser especial. – Ella rio levemente.

- No funciona así, aunque lo pensaré.

- ¿Entonces cómo funciona?

- Es especial porque cada día comes algo distinto pero los miércoles comes tu comida favorita. – Yo sonreí inmensamente.

Odio las fiestas de navidad de Susan y Sean, la verdad solo había ido para no estar sola en casa, cuando abrí completamente los ojos estaba en el sofá de mi habitación, me senté y vi la cama vacía. Claro que Kendall iba a irse con su familia, el ruido de la cocina debía ser mi hermano, aunque no era mi primera opción de como pasar navidad era lo único que tenía. Al entrar a la cocina el aroma a panqueques me llegó y vi la melena castaña recogida en una coleta.

- ¿Sigues aquí?

- Me pediste que me quedara. – Yo le miré algo sorprendida.

- ¿Qué hay de tu familia?

- Están en un retiro espiritual navideño, los budista no celebran navidad. – Yo asentí.

- Debió ser un asco crecer en algo así.

- Para nada, no porque ellos no la celebraran me iban a quitar esa experiencia. – Ella sonrió mientras me ponía una torre de panqueques con una gran sonrisa. – Espero que te gusten.

- Son su desayuno favorito. – Vi a Gregor acercarse al refrigerador buscando algo. – Si no ha cambiado eso también.

- Ten, he preparado para ti. – Ella le entregó un plato y él le sonrió antes de tomarlo.

- Muchas gracias, linda. Si te aburres de ella, podríamos salir un día.

- Largo. – Gruñí apretando con mi mano el cubierto.

- Ha sido una broma, dios. – Él rodó sus ojos. – No soy como tú. – Fue lo último que dijo antes de irse.

- Uhm, bueno... - Miré a Kendall que parecía incomoda, no la culpaba. - ¿No abrirás tus regalos?

- ¿Regalos? – Pregunte comiendo y ella rio antes de limpiar mi labio, me aparté levemente.

- Si, hay unos regalos debajo del árbol.

- Oh, seguro papá los dejo antes de irse. – Seguí comiendo y ella me observo tomando de su té. - ¿Qué?

- Nada, eres muy linda en las mañanas. – Yo bajé la mirada hacia mi plato.

Luego del desayuno, ella me esperó para abrir mi regalo que eran unos 20 dólares, papeles fotográficos para mi polaroid y una esfera de nieve de parís, lo puse con las demás ante la mirada de Kendall.

- ¿Por qué tienes tantas esferas de nieve?

- Me gustan, es como tener muchas ciudades durante el invierno en un estante, ¿No?

- Yo he visto unas donde el abuelo.

- Deben ser las que se me han quedado cuando me fui de casa, ¿Quieres ayudarme a completar la colección? – Yo asentí. – Seria más rápido si fuéramos unas trotamundos.

- ¿Trotamundos?, ¿Quieres correr por el mundo? – Ella rio levemente.

- No es eso, es alguien que su vida trata de recorrer el mundo.

- Cool.

- Muchas gracias por acompañarme. – Le miré y ella mantenía su sonrisa. - ¿Pasa algo?

- Me gustas. – Yo suspiré y ella señalo hacia arriba, muérdago. ¿Cuándo pusimos muérdago sobre la puerta? – Creo que hay una tradición.

- Si, la hay. – Revolví mi pelo. – Está bien. – Ella abrió ligeramente sus ojos sorprendida. – Cierra los ojos, ¿Si? – Ella me obedeció y se inclinó hacia mí, besé rápidamente su mejilla y cerré rápidamente la puerta, la miré por el pequeño agujero, ella saltó felizmente. – Tonta. – Me volteé encontrándome con mi hermano.

- ¿Tienes fiebre?

- ¿Disculpa?

- Tienes la cara roja. – Me acerqué a uno de los espejos y observé mi cara, tenía razón, que extraño.

Kiss Me?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora