Capítulo 24

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Kendall

Al abrir mis ojos, Casey ya estaba a mi lado. Cada tarde, luego de la escuela, ella venia directamente a hacerme compañía y ayudarme con sus apuntes. Normalmente me sentía más que feliz al verla, pero hoy estaba cansada, el tiempo me estaba afectando pero no quería que ella lo notara.

- Hey. – Ella me dio un leve beso como saludo antes de sentarse a mi lado. - ¿Cómo te sientes?

- Bien, ¿Y tú? – Ella asintió con una pequeña sonrisa. – Te ves feliz.

- Lo estoy, mira. – Ella me tendió unos folletos de la universidad de Nueva York y sonreí. – Podríamos ir juntas cuando te recuperes, claro que estudiaríamos en diferentes partes pero a la vez estaríamos cerca.

- Eso sería genial. – Mis ojos empezaban a cerrarse lentamente por el cansancio y es que los exámenes y medicamentos me dejaban así.

- ¿Kendall?

- Solo estoy cansada, lo siento. – Ella suspiró acariciando mi mejilla.

- Pronto todo esto se solucionará, te lo aseguro. – Besó mi frente con cuidado y yo suspiré. - ¿Por qué no duermes?

- Porque estamos juntas, no quiero perder mi tiempo durmiendo. – Ella rodó sus ojos algo divertida. - ¿Puedes hacer algo por mí? – Ella asintió. - ¿Puedes acostarte a mi lado?, extraño poder recostarme contigo.

La verdad, espera algunos de sus comentarios sobre los cliché, o sobre lo incomodo que sería, incluso de lo que poco cuidadosa que era y eso podría afectar de alguna forma los cables que me mantenían viva pero la verdad es que aquellas cosas no me importaban, y esta vez a ella tampoco pareció importarle porque se recostó a mi lado. Acomodé mi cabeza sobre mi pecho y ella acarició mi cabello.

- Wise man say only fools rush in but i can't help falling in love with you. – Continué cantando en voz baja aquella canción y para cuando terminé, levanté mi cabeza para poder ver a Casey quien estaba dormida, sabía que tan pesado era su sueño cuando estaba cansada asi que pude delinear su cara con mis dedos sin cuidado.

Miré al doctor canoso que veía una carpeta seguramente con mi historial médico, al elevar la mirada de la carpeta me miró seriamente.

- Te podré en uno de los primeros puestos en la lista de donaciones, necesitamos ese corazón lo más pronto que podamos. Te tendremos que estar monitoreando cada cierto tiempo, y seguramente tendremos que poner una alarma en tu habitación.

- ¿Por qué? – Estaba más que confundida.

- Tu tiempo aquí es incierto, puede que sea en unas horas, en unos días, unas semanas, incluso algunos meses que pueda seguir resistiendo tu corazón. – Él hizo una mueca y yo bajé la mirada a mis pantuflas de conejo. – Trata de no agitarte demasiado y mantén la calma siempre. – Yo asentí.

- Muchas gracias.

- No agradezcas nada, aún no he hecho nada por ti. – Él se retiró algo frustrado pero poco me importaba, me importaba más el hecho de que podría morir. No podía dejar a Casey.

Unas cuantas lágrimas salieron por mis ojos pero me apresuré a limpiarlas antes de ocultar mi cara en el cuello de mi novia. La abracé y cerré mis ojos esperando dormir. La verdad, no supe si dormí o no, solo que abrí los ojos al escuchar la voz de Casey hablando con la enfermera que monitoreaba si todo iba en orden.

- Ha sido un gusto verte de nuevo, Casey. – Casey le sonrió a la mujer mayor antes de que se fuera.

- ¿Y eso? – Me estiré en la cama y ella me sonrió.

- Ella era una amiga de mamá. – Yo asentí levemente. - ¿Cómo te sientes?

- Me siento bien, ya deberías de irte. – Ella hizo una mueca. – Cass, en serio debes de volver a casa mañana tienes que ir al instituto.

- Lo sé, pero es muy aburrido si no estás. – Ella tomó mi mano acariciándola levemente. – Oye, - Le miré. - ¿Recuerdas cuando te dije que debíamos ser siempre sinceras? – Yo asentí algo nerviosa. – Debo decirte algo.

- ¿Qué ha pasado?

- Es que, creo que te amo. – Le empujé levemente, me había asustado. – Bien, quizás si deba irme. – Ella miró el reloj que estaba en la pared. – Pero iba en serio en lo que te amaba.

- Te has vuelto muy romántica. – Ella se encogió de hombros con una pequeña sonrisa.

- ¿Por qué no me lees las cartas antes de irme? – Sabía que ella solo lo hacía para que me entretuviese. Saqué mis cartas y las revolví, ella partió la mano y repartí algunas. - ¿Qué dicen? – Le miré con una pequeña sonrisa.

- Que te irá bien en tu vida. – Ella sonrió besando mis labios.

- Bueno, es hora de irme. Nos vemos mañana, no dudes en llamarme. – Ella besó mi mejilla antes de irse.

Mi vista volvió a las cartas e hice una leve mueca, le había mentido a Casey. Las cartas solo indicaban una muerte y aquello lo venían diciendo desde hace mucho. Por favor, Dios, Alá, Buda, lo que sea, no le hagas sufrir más.


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