Capítulo 21

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Casey

Dejé mi bolso sobre el sofá y vi como Gregor entraba a la cocina, vi el reloj y aún quedaba un rato antes de que llegara Kendall para la cena con mi padre. Me acerqué a la cocina lentamente mientras él se hacía un vaso de leche.

- Gregor. – Él se sobresaltó botando la leche al suelo.

- Mierda. – Gruño tomando un paño para limpiarlo. - ¿Qué pasa?

- Yo... quería pedirte perdón. No estuvo bien lo que hice, incluso si tú tampoco le eras fiel a Dianne no me daba el derecho a traicionar tu confianza cuando tú también pasabas por un momento difícil. – Él dejó el paño observándome. – Es solo que, me sentía tan sola cuando murió mamá y la única persona que estaba siempre era Dianne y la veía tan triste cuando venía y tú estabas con alguien más, yo solo quería verla bien porque ella me hacía sentir bien. La cosa es que lo lamento, cometí un error y no quiero perder a mi hermano por eso. – Sentí sus brazos a mi alrededor, era un sentimiento reconfortante que tanto añoraba, me prohibí llorar pero las emociones que tenía adentro eran fuertes y terminé quebrándome frente a él, mejor dicho pegando las piezas que me faltaban.

- Nunca me ibas a perder, Casey. Eres mi hermanita, yo también lamento no haber el mejor hermano.

Mis lágrimas estaban por salir pero no quería llorar frente al niño tonto de Austin, lo odiaba con mi vida y sobretodo porque me había ensuciado mi polera de pokemón con el helado que me había comprado.

- ¿La niñita quiere llorar? – Yo bajé la mirada mientras escuchaba su risa.

- Tú llorarás cuando te parta la cara, tonto. – Gregor había aparecido de sorpresa empujándole, Austin cayó al suelo y vi el terror en su mirada.

- No, por favor. Mi cara no, mamá dice que me darán mucho dinero por ella. – Él niño suplicó y yo intenté no reír, él no me parecía guapo, mi hermano si lo era y mamá nunca le había dicho algo así.

- ¡Entonces vete y no vuelvas a molestar a mi hermana! – Gregor lo levantó tomándolo de la polera que llevaba. – Mira que si me entero, todos sabrán que aun mojas la cama. – Ser vecinos de Austin nos daba el privilegio de ver como cada cierto día su madre tenía que tender las mantas de Austin en su jardín. Austin corrió lo más rápido posible y yo me apresuré a abrazar a mi hermano.

- Eres mi héroe.

- No dejaré que nadie te dañe, nunca. – Yo besé su mejilla y él me quitó riendo.

- Siempre lo has sido. – Él limpió mis lágrimas sonriendo levemente.

- Bueno, deja de llorar niña. Tenemos que prepararle la cena a tu chica, no queremos darle una mala impresión, ¿No? – Él me guiñó un ojo y yo asentí con una sonrisa, de hace mucho que no sentía tan cómodo estar en casa.

Bueno, intenté ayudar a Gregor en lo que podía en la cocina, la verdad no era mucho pero al no le importaba, siempre fue más que autosuficiente.

- Oye, - Lo miré mientras lavaba las hojas de las lechugas. – esta chica parece hacerte feliz.

- Lo hace. – Asentí. – Ella es especial.

- Eso he visto, además te saca esa sonrisa sincera que tienes.

- No sé de lo que me hablas. – Me encogí de hombros.

- ¿Y ya han tenido sexo? – Me atraganté con mi propia saliva y él solo rio. Se me había olvidado lo imbécil que era.

- Eso no te importa.

- Claro que sí, no es un tema que debería ser tabú. Es algo normal, todos tienen sexo en su momento, seguramente algunos extraños están teniendo sexo ahora. – Yo rodee mis ojos. – Venga, que me digas.

- Que no, joder.

- ¿No qué?

- No hemos tenido sexo ni nada. – Él me miró sorprendido. - ¿Por qué me miras así?

- Porque todos saben tu reputación, me sorprende que papá no lo sepa. – Yo suspiré. - ¿Por qué no han tenido nada?

- Eso no es algo que te importe.

- Es por la razón de su desmayo. – Yo le miré.

- Queremos que sea especial.

- Eso es una vil excusa, ¿Qué tiene? – Quizás si tenía algo de razón.

- Tiene un problema al corazón, yo prefiero no arriesgar su vida por un simple revolcón. – Me encogí de hombros.

- ¿Y qué pasará si ya no hay tiempo? – Miré las hojas de la lechuga en mis manos pensándolo.

- Lo habrá, ella no morirá. – La puerta de la casa fue abierta y ambos nos asomamos para ver a papá hablando animadamente con Kendall.

- Chicos, deberían aprender de ella. Es la única que me pregunta que tal ha ido mi día.

- No es que tu trabajo sea muy importante. – Él me miró seriamente.

- Dame esos cinco. – Choqué mi mano con la de mi hermano.

- Ese trabajo es el que te trae comida a la casa y... esperen, ¿Han chocado los cinco? – Ambos asentimos. – Aleluya Dios, has escuchado mis plegarias. Gracias, Kendall. – Mi padre tomó ambas manos de mi novia con una sonrisa.

- ¿Qué he hecho?

- Traer a mi hija de vuelta. – Yo me ruboricé ante las palabras de mi papá. Y aún más cuando él le abrazó y Kendall me miró de una forma que no había visto en nadie más.


Kiss Me?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora