Kendall
Estaba haciendo los deberes de la escuela cuando oí los golpes en la puerta, me apresuré a bajar antes de que mis padres fueran y ahí estaba Casey con una margarita en su mano, estaba sonriendo y ver sus mejillas sonrojadas por alguna razón la hacía ver muy tierna.
- Gracias a Dios has abierto tú, aun no estoy lista para eso de hablar con los padres. – Ella suspiró, yo le sonreí levemente. - ¿Estas lista?
- Sí. – Besé su mejilla. - ¡Mamá, saldré con Casey!
- ¡No llegues muy tarde! – Le escuché gritar antes de salir de casa junto a Casey.
- ¿A dónde iremos?
- A un lugar. – Yo rodé los ojos. - ¿Qué?, es la verdad iremos a un lugar.
- Eres idiota.
- Soy una idiota que te gusta.
- Cliché. – Reí levemente y ella se encogió de hombros. – Pero me agrada. – Tomé su brazo y le vi sonreír. - ¿Nos iremos caminando?
- Oh, no. Tomaremos el autobús. – Fuimos a la parada y vi pasar algunos antes de que Casey se levantara tomando mi mano.
No fue un viaje muy largo a decir verdad, pero al parecer Casey quería mantener el lugar a donde íbamos en secreto hasta el último momento porque hemos bajado mucho antes o solo estamos dando vueltas.
- ¿Ya llegamos?
- Que no.
- ¿Ahora?
- No.
- ¿Ya estamos por llegar? – Ella asintió, me gustaba irritarle, ya era como mi pasatiempo secreto. - ¡El parque! – Grité emocionada llamando la atención de algunos. - ¿Vamos a alimentar a los patos?
- No, nada de patos. – Ella frunció el ceño.
- ¿Por qué no? – Hice un leve puchero y ella desvió la mirada. – Solo un poco, me gusta hacerlo.
- Pues no lo haremos.
- No es como si vayan a atacarte o algo. – Rodé los ojos y vi como ella se tensó. – No me digas que tú...
- Si, Kendall. Cuando era pequeña unos patos me atacaron. – Yo no pude evitar reír. – No te rías, no es gracioso.
- ¿Qué les hiciste?
- Eso no importa, estaremos lo más lejos posibles de esos sucios patos. – Ella me llevó arrastras hacia la pista de patinaje sobre hielo, por eso me gustaba el invierno. – Trata de no caer mucho, ¿Si? – Alcé una ceja mientras ella hablaba con el chico de los patines.
- No soy tan torpe. – Ella me miró con una pequeña sonrisa.
- Tengo el derecho de la duda. – Ambas nos pusimos los patines y fui la primera en dar vueltas por alrededor. – Eres muy rápida. – Ella me alcanzó y yo me encogí de hombros.
- En Portland solía patinar mucho.
- ¿Portland?
- Te dije que venía de Portland. – Fruncí el ceño. - ¿No se te habrá olvidado, no?
- Claro que no. – Si lo había hecho. – Es solo que donde tienes de enemigo mortal a Hunter.
- Recuerda que llegué dos semanas después a nuestra escuela, esa fue la razón fue un traslado espontáneo. – Seguí patinando a su lado.
- ¿Y por qué se mudaron? – Casi tropecé pero ella se apresuró a tomar mi brazo para evitarlo.
- Necesita climas cálidos o al menos algo más normal, el frio de Portland podría afectarle. Les daré una orden médica para su nueva escuela para evitar gimnasia, también tienen que comprar las pastillas que les escribiré, una en el desayuno y otra por la tarde, ¿Si? – Miré mis pies, las luces de mis zapatos habían dejado de funcionar. – Trataré de que conseguir cuanto antes un donante.
- La empresa en donde trabajo solo tiene otra sucursal en Dallas, ¿Crea que sirva? – Miré la barba de mi padre, ¿A mamá no le molestará besarle?
- Claro, enviaré esta información al hospital de Dallas y así evitamos un nuevo traslado a Portland. - ¿De nuevo viviríamos en Dallas?, podré ver a Megan. – Kendall. – Levanté la mirada. – Debes seguir mis instrucciones al pie de la letra, ¿Si? – Yo asentí.
- La cuidaremos muy bien. – Mi padre tomó mi mano apretándola levemente.
- Bueno, a mi padre lo trasladaron. – Le miré cuando recobré el equilibrio.
- ¿Y qué hay de Megan?
- ¿Qué tiene Megan?
- Parecen ser muy unidas para conocerse tan poco. – Yo negué levemente.
- Nos conocemos hace mucho, mi padre es de aquí y vivimos aquí por un tiempo hasta que mi padre consiguió el trabajo en la empresa en la que trabaja.
- Oh. – Yo sonreí levemente. - ¿Una carrera? – Yo negué.
- Estoy algo cansada. – Ella tomó mi mano.
- Esta bien, aguafiestas. – Golpee su hombro levemente mientras patinábamos tranquilamente.
- ¿Casey? – Ambas nos volteamos a ver a la pelirroja que estaba con un grupo de chicas. – Oh, vaya hace mucho no te veía.
- Uhm, claro. – Noté la incomodidad de Casey y la observé, estaba tratando de recordar su nombre.
- Soy Kendall. – Le tendí mi mano y ella la acepto con una obvia falsa sonrisa.
- Soy Candace.
- Como la hermana de Phineas y Ferb, hasta eres pelirroja. – Casey rio levemente pero a Candace no pareció hacerle gracia.
- Oye, Candace. Lo lamento pero ahora estoy en una cita importante, adiós.
- Te veo luego. – Ella sonrió.
- No, no lo creo. – Casey siguió patinando y no pude evitar reír por la cara que había puesto la chica. – Lamento eso.
- No me importa. – Me encogí de hombros.
- No debes decirlo solo porque...
- Casey, en serio no me preocupa. – Le sonreí mientras daba un leve apretón a su mano. – Sé muy bien tu historial y sé lo largo que es, quizás más de lo que imagino. Pero no me preocupa.
- ¿Por qué no? – Me detuve a mirarle.
- Porque soy yo quien está sosteniendo tu mano ahora. – Vi como una sonrisa crecía en su cara y le di un rápido beso.
- ¿Qué ha sido eso?
- Un beso. – Ella negó.
- Pues apesta, esto se hace con estilo. – Yo alcé una ceja.
- ¿Disculpa?
- Disculpada, te enseñaré a hacerlo. – Ella tomo mi cintura y se acercó a mi lentamente, ¿Cómo se respira?, sus labios habían atrapado los míos lentamente y creo que poder sentir sus labios sobre los míos era lo mejor que me ha pasado.
- ¿Me besas de nuevo? – Murmuré abriendo mis ojos lentamente, estaba algo embobada. Ella rio levemente.
- Tal vez luego. – Ella besó mi mejilla dejándome una gran sonrisa en mi cara, esto era mejor que en mis sueños.
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Kiss Me?
Teen FictionUna serie de sueños cambiaron la vida de Casey y Kendall, en la realidad eran personas muy diferentes y opuestas. Casey no era una chica cualquiera y sólo era un cofre de secretos, a diferencia de Kendall que era un libro por leer. Segunda Temporada...