4.

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Día 2.

Jimin esperaba por mi en la puerta de casa, tenía mi mochila en su mano, y lucía otro atuendo blanco con mangas de encaje.――¿Me llevarás a la escuela?

―Paso por ti a la salida.

―¿Iremos a algún lugar?――vacilé.

―Sorpresa.

Cameron no había vuelto a molestarme después de ayer, creo que debí enfrentarlo hace tiempo, me sentía algo libre de aquel peso que él ejercía en mi vida. Pensé en todo lo que Jimin me había dicho en esos momentos, tenía mucha razón cuando dijo que no existía motivo alguno por el cuál debía molestarme, pero lo hacía solo porque disfrutaba que yo me demostrará  afligida ante él. 

Aún no digería todo lo que pasaba, de un día  a otro de repente había llegado un chico que decía ser un ángel, ¡No es que no creyera en él después de todo lo que ha hecho! 

Lo encontré en la salida del colegio. Mirando un árbol, y sonriendo cuando el viento movía las hojas verdes.

Me pidió cerrar los ojos, repitiendo lo de ayer, al abrirlos estábamos en un parque.

―Este lugar puede que no sea de tu agrado, ya que caíste de aquel columpio azul, pero fuiste tú quien no dejaba de decir "más alto".

―Lo recuerdo bien. Me lleve un gran raspón ese día.

―Solías venir aquí, subías hasta lo más alto del tobogán y jugabas a que era un castillo, dónde esperarías a que tu príncipe llegará por ti. 

―Era solo una niña. Es algo triste recordar cuando era tan inocente, es decir, veía la vida de una manera tan fácil a diferencia de ahora.

Jimin sonrió――¿Por qué no bajas? sé que quieres.――señaló el bonito tobogán azul. 

Lo hice, baje riendo.
Pero el ángel acosador me miraba.

―No sé cómo ocultas esa sonrisa si es tan bonita—―dijo apoyándose en sus codos.—Hazlo más seguido.

Negué yendo al columpio de aquellos años.
Él se sentó en el otro columpio y miraba al cielo.
―Jimin...

―¿Qué pasa?

―Si...yo no llegase a querer ser feliz, ¿te volveré a ver?

―Lamentablemente solo puedes verme 1 vez. Esta sería la última vez que nos veríamos.

Agache la mirada. 

―No hubieras malgastado tu tiempo. Tal vez más adelante te hubiera necesitado.

―Me necesitabas ahora—―extendió su mano―—Tenemos que ir a otro lugar.

Está vez era un lugar alto, un edificio viejo.

―¿Qué hacemos aquí?

―Tu padre, te subía aquí cada inicio de mes,  para que apreciaras las estrellas y el cielo.

Había un gran ventanal que daba la vista al cielo  oscuro,los días pasaban más rápido de lo normal.

―Es muy bonito.

―Lo sé. Esto Jung...es lo que debes apreciar, las pequeñas cosas, disfrutarlas no ver solo el lado malo, ser optimista.

―No sé cómo hacer eso.

―¿Te gustan los gatos, no?

―Sí.

―Pues, si te matas ya no veras gatos.

Ángel I. ◈ 𝕡𝕛𝕞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora