Lo inevitable.
Con Jamia en mi vida todo comenzó a seguir su curso natural. Volví a hablar con Mikey y junto a él, Bob, Evan y los chicos salí un par de veces. Me sentía tan bien conmigo mismo y se notaba. Volví a escribir y ya no eran sólo canciones deprimentes. Mi madre y mi hermana se dieron cuenta de mi cambio también, estaban felices por mí.
Y entonces descubrí que seguir encerrado en mi habitación durante todo el día no ayudaba nada en lo absoluto. Una barba que nunca antes tuve comenzó a crecer y también se sumaron unos kilos demás. Estaba comenzando a parecerme al hombre en las fotografías de mamá. Y realmente no quería ser una versión miniatura de mi padre.
Así que conseguí un trabajo.
Era en una pequeña cafetería que urgentemente necesitaba meseros y luego de un par de semanas pude dominar a la perfección el oficio. Las propinas eran buenas y el ambiente también lo era. La barba había desaparecido y había un nuevo brillo en mis ojos.
Finalmente estaba siendo útil.
Hasta que claramente algo tuvo que pasar. Fue un día lunes (siempre odié los lunes). El reloj marcaba cerca de las cuatro de la tarde y mi turno estaba ya por finalizar. El local estaba casi vacío hasta que de pronto entró alguien.
Y sí, ese alguien era Gerard.
Yo tenía un par de tazas sucias en las manos y sólo Dios sabe lo cerca que estuve de lanzárselas en la cara. Pero no quería que me las descontaran de la paga diaria, así que fui a dejarlas a la cocina, bebí un vaso de agua y luego regresé. Y él seguía ahí, sólo que ahora había tomado asiento. Mi jefe me dijo que fuera a cambiarme ropa, que ya podía irme y que él lo atendería. Pero yo me negué y le dije que no tenía problemas en atender una mesa más.
Me acerqué a él y me detuve junto a la mesa.
— Hola, Frank. ¿Trabajas aquí? —dijo él y me dedicó una sonrisa que me hizo temblar de pies a cabeza.
— ¿No lo sabías? —respondí con la mayor seriedad que había podido juntar. Él negó una vez y luego lanzó una carcajada.
Y yo seguía temblando.
— Bueno, sí sabía —agregó, y antes de decir algo más mordió su labio inferior. Esos labios que yo alguna vez besé—. Mikey me lo dijo.
Anoté mentalmente darle una merecida patada en las bolas a Mikey.
— ¿Vas a pedir algo o sólo vienes a saludar?
— Quiero un café helado —respondió él con el mismo tono que yo empleé, y mi estupidez me hizo sentirme culpable por haber provocado aquello.
— Estoy por salir del trabajo... si quieres podemos ir al parque y hablar, ¿Te parece?
Él asintió.
Le pedí el café helado a mi jefe y tomando su palabra fui a prepararme. Aparte de mi camiseta de trabajo tenía una de color verde y bastante desteñida, lucía terrible, pero no podía hacer nada al respecto así que me la calcé. Luego me puse algo de perfume y al darme cuenta que se me había pasado la mano corrí al baño a lanzarme agua encima. Y para cuando salí con mi mochila al hombro era un desastre verde y empapado.
Asombroso.
Mi cabello estaba pegado a mi cabeza y realmente lucía desastroso... y encontraste estaba Gerard. Con sus negros y ajustados jeans, con su bonita chaqueta de cuero y su perfecto cabello negro. Su rostro seguía siendo tan hermoso como siempre y estaba increíblemente delgado.
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puntos suspensivos; frerard
FanfictionFrank Iero de 16 años necesita volcar sus sentimientos en palabras, así que comienza a escribir un blog, lo que no tenía planeado era que este se convirtiera en un diario de vida. Descargar en PDF desde aquí: https://empxthetic.wordpress.com/201...