2.

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Llego de la escuela y lo primero que hago es subir las escaleras de a dos en dos, atravieso el pasillo, sin preocuparme de saludar a mamá o a mi hermana. Simplemente ignoro su presencia. Entonces me encierro en mi habitación, lanzo la mochila a un rincón abandonado y me quito el suéter, con los ojos arrugados miro a la ventana, cierro las cortinas, tomo el portátil y me acuesto boca abajo en la cama. Lanzo mi calzado a cualquier-lugar-en-mi-desorden y abro el portátil. La pantalla negra me enseña un rostro patéticamente triste. Ojos hinchados, nariz roja, labios rotos, piel seca, cabello desordenado, una mueca de total desagrado. Mi fondo de pantalla, una foto del cementerio que tomé hace algunas semanas, esconde mi rostro. Ejecuto el nuevo programa que descargué la noche anterior, el antivirus me avisa que le impidió el acceso porque no lo conoce.

Entonces cierro los ojos y recuerdo al chico de la escuela, ese que se sienta en el otro extremo de la sala de clases y luce casi tan desgraciado como yo. Recuerdo cuando se me acercó para pedirme que fuésemos compañeros en un grupo de trabajo, pero decidí ignorarlo.

Mi antivirus también le impidió el acceso, porque no lo conozco.

Y entonces pienso… ¿Cuándo mierda fue que instalé un antivirus en mi cabeza?

xoFrnk

Estado: Pensando en comenzar a correr riesgos. Adiós antivirus en la cabeza, da igual si luego termino lleno de virus.

puntos suspensivos; frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora