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El asombro en su cara era evidente, hace mucho tiempo que no lo veia y ni siquiera sabia en qué estado se encontraba luego de haberlo echado de aquel lugar.

Louis se quedó paralizado, no decía nada, solo miraba a su madre en frente de él mirandolo con algo de desprecio y asombro. Su respiración de pronto se volvió agitada y sintió ganas de vomitar por lo que estaba viendo.

Jay desde que Louis tenia 15 años empezó a trabajar vendiendo su cuerpo pero siempre usaba la vestimenta cuando tenia que ir a trabajar, ahora por lo visto, la usaba a diario. Y Louis estaba sorprendido.

¿En qué clase de mujer se convirtió su madre, aquella mujer que alguna vez le dió todo el amor y cariño que le fue posible?

—¿Qué haces aquí? —preguntó ella rompiendo con el silencio tan incomodo que se había formado. —Es más, ¿cómo si quisiera te atreviste a venir hasta aquí?

Louis no tenia palabras para responder.

—Queria.. —empezó algo nervioso —Queria saber de ti.

—¡Oh vaya! —Jay alzó las manos con las palmas abiertas hacia el cielo. —Pues fijate que a mi no me interesa ni un poco que hayas venido a saber de mi.

—Teniamos mucho tiempo que no nos veiamos.

—Y hubiese sido mejor que no vinieras, no queria ver tu horrible rostro.

Cada palabra que salia de su boca era como veneno para Louis. Le dolía. Demasiado.

Pero él siguió hablando sin importar lo que ella le pudiera decir.

—¿Puedo pasar?

Jay se empezó a reir llamando la atención de las personas que vivian por esa zona, Louis todavía tenia un poco de fé en que aún quedara un poco de lo que en un momento fue su madre.

—¿Qué te hace pensar que te voy a dejar pasar? —dijo ella dejando de reirse —Eres tan iluso, Louis.

—Por favor... —dijo a punto de llorar.

Esta vez no, Louis. Se regañó mentalmente con las lagrimas a punto de salir de sus ojos.

—Ya te dije que no. ¿Cuando aprenderas que tienes que entender lo que tú madre te dice? —Louis asintió y ella sonrió —Ahora.. Quiero que te vayas de aquí y nunca más vuelvas ¿entendido?

Sin decir ninguna palabra, Louis se alejó y caminó lejos de ese lugar. Inmediatamente las lagrimas comenzaron a salir sin que pudiera controlarlas, una persona no podia ser tan cruel. Empezó a pensar que si él no hubiese sido aquel adolescente rebelde y malcriado nada de esto le estuviera pasando. No estuviese siendo un estorbo en la vida de Harry —que siempre le asegura que no es así— Su madre no lo odiaria y seguiria teniendo a sus amigos.

Recordar todo lo que había hecho en el pasado lo hacia sentirse terriblemente mal. Pero no todo era tan malo, todavía se sentia orgulloso por haber superado su problema con las drogas cuando lo internaron en aquel centro de rehabilitación porque días antes había tenido una sobredosis de la que, por suerte pudo sobrevivir. Ese día fue, quizás, uno de los más felices de su vida.


—Venga con nosotros, por favor. —Le dijo una de las tantas enfermeras que había en ese lugar.

Ya se había acostumbrado a que lo llamaran para hacerle una prueba o para que el doctor que estaba a cargo de su caso le dijera que no habia ningún avance, así que ahora no podia esperar otra cosa sino más que eso.

Caminaron por aquel largo pasillo lleno de pacientes hasta llegar a la puerta blanca que tenia en letras grandes ''Dr Marcus''. Entraron y el doctor se encontraba sentado leyendo uno de los informes de algún paciente.

My sweet salvation. {Larry Stylinson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora