IV

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Cuando abro los ojos ya es de día, apenas recuerdo lo que paso ayer por la noche, solo recuerdos sueltos. Me levanto de la cama me pongo mis mayas de deporte, un sujetador deportivo, algo sexy, una chaqueta negra y rosa encima (todo a juego) y mis deportes. Voy al baño me recojo mi pelo rubio y largo en una cola alta, me lavo la cara y me echo el inhibidor. Me fijo en la chica que se ve en el espejo, soy yo, miro mis labios, rosados y rellenos, mis pómulos altos, mis ojos de un azul turquesa y la verdad no creo que este mal. Algunos chicos de mi colegio en España me pidieron salir varias veces, pero una relación así hubiese echado a perder mi trato.

Cojo mi nuevo móvil con la nueva música que me descargué (ninguna canción en español), coloco los cascos y salgo de la habitación cerrando la puerta detrás de mí.

Bajo las escaleras con entusiasmo y entro en la cocina sonriendo con mi cola lleno de un lado a otro a mi ritmo. Los ojos de Esme se posan en mí y me da una sonrisa.

- Tienes tostadas y zumo de naranja para desayunar. Un desayuno muy español.- me dice colocando el desayuno en la isla de la cocina. Me siento en una banca alta y comienzo a desayunar. Todo es exquisito, me pregunto si alguna vez me acostumbrare.

- Edward nos dijo que has pasado una mala noche- dice ella en tono preocupado.

- Solo una pesadilla, nada grave.

-Bueno, si tú estás segura. Por cierto, ¿A dónde vas así vestida?- me dice, yo miro mi ropa para revisarla, todo en orden.

- Había pensado en ir a correr, si me dejabais, claro.

Justo entonces llega Edward por uno de los ventanales.

- Buenos días- nos dice a las dos- ¿A dónde vas?- me pregunta dirigiéndose a mí.

- A correr- le dijo, mientras piensa termino el zumo de un trago, me bajo de la banco alto, cojo el móvil y me empiezo a ir.

- Espera- dice Esme- no conoces estos bosques. Edward, deberías acompañarla.

- Sí Edward me acompaña no voy a volver viva, el corre mucho más rápido que yo. Soy una mestiza no un vampiro.

- Pues Edward correrá más lento. Acompáñala solo esta vez, después podrá ir a correr sola cuando quiera, mientras sea de día.

- Vale, solo por esta vez, no me gusta correr demasiado.

Cuando estamos en la puerta y el está todavía calentando le digo.

- Por favor no mates a ningún animal delante de mis narices – después bajo los escalones corriendo y salgo a correr aun mas rápido hacia los caminos del bosque.

En menos de los segundos que se pueden contar Edward ya está corriendo a mi lado, yo me coloco los cascos del móvil en la orejas y subo el volumen hasta que se que el también es capaz de oír la música. El bosque es muy verde, está cubierto de arboles altísimos con troncos lisos. La nieve del primer día que pase aquí se derritió y ahora el suelo de tierra está algo barroso. Nos llevamos una hora corriendo sin parar, después llegamos a casa de nuevo.

- Te molesta el olor, ¿verdad?- le digo antes de entrar en la casa, lo observo esta tenso y sus ojos rugen como lo hacen cuando un vampiro huele una presa.

- El olor es irresistible, es por eso que me molesta.- dice lentamente, casi intentando reprimir un gruñido.

- Lo sé, pero es venenosa. De todas formas voy a subir a darme una ducha y me echare el inhibidor. El sudor de haber corrido nada más que acentúa el olor de mi sangre.

- Sí, será mejor que subas, hazlo rápido. De todas formas no hay nadie en casa.

Asentí y me dirigí por las escaleras hacia la segunda planta, después me adentre en mi habitación y me duche y lave el pelo. Al terminar me seque el pelo y después me puse uno de mis vaqueros y una blusa de color turquesa. Me decidí por unas botas de agua color negro que me regalo Alice, o bueno, me las regalaron todos. Pulverice el inhibidor por la habitación, pues el olor podía ser persistente. El inhibidor era una combinación de plantas que podía encontrar en casi cualquier lado, era como una colonia.

DULCE TENTACIÓN [EDWARD CULLEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora