XVII

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El sábado por la mañana, Alice me invita a su cuarto. Llamo a la puerta y me da permiso para entrar. Me encuentro con Alice y Rosalie jugueteando con un ordenador. Entro en la gran habitación por primera vez y lo absorbo todo. Toda la decoración gira en torno a un mismo tema: la moda. De la pared cuelgan cuadros de bocetos de ropa. Marcas de ropa de etiqueta. Unas tijeras gigantes muy graciosas. Incluso maniquíes con ropa puesta.

- Tu cuarto es muy bonito- digo acercándome a ellas. Están sentadas en un gran escritorio con revistas por todos lados.

- Gracias- dice Alice largamente.

- Vayamos a cosas serias- corta Rosalie- Emmett me pidió debidamente ayer por la noche que fuese al baile con él. Así que estoy mirando los peinados y el tipo de maquillaje que me quiero poner.

- A mí también me lo pidió Jasper- dice Alice dando palmaditas.

- Perfecto. Creo que me están llamando- digo caminando hacia tras, disimuladamente.

- No te están llamando- dice Alice agarrando mi brazo rápidamente.

- Tenía la esperanza de que en ese momento me llamaran o algo- admito.

- Edward no te lo ha pedido- adivina Rosalie.

- Ese tonto, se va a enterar- dice Alice dando un bote.

- De todas formas con lo de la coronita se me han quitado las ganas de ir- digo desolada- de todas formas habrá mucha gente y será agobiante. Devolveré el vestido pronto.

Me voy hacia la puerta y me giro fingiendo una sonrisa enorme y sincera.

- Bueno, chicas, me voy a correr. Hace días que necesito un poco de ejercicio y aire fresco.

- No deberías...- dejo a Alice a media frase y bajo a mi habitación en la segunda planta.

Me coloco mi chándal lo más rápido que puedo y me miro al espejo. Mis amigas y yo participábamos todos los años en un desfile al estilo Victoria's Secret que se organizaba en el colegio para recaudar dinero. Incluso con este chándal parezco una de esas modelos que tanto admirábamos.

Al recordar lo bien que lo pasábamos organizando esos desfiles no puedo evitar que una lágrima ruede por mi mejilla. La limpio rápidamente y corro escaleras abajo. Salgo por la puerta principal sin móvil, sin llaves, sin nada. Solo yo, mi chándal y mis zapatos de deporte.

Corro lo más rápido que me permiten mis piernas para alejarme lo más rápido que puedo de esta casa.

Cuando mi respiración se vuelve peligrosamente entrecortada, caigo a los pies de un árbol y dejo que toda mi frustración salga. La realidad choca contra mí fuertemente. ¿En qué estoy metida? Este trimestre he estado alegre, contenta... He conocido gente nueva, gente que mis padres querían que conociera. Pero ellos no están. Sin ellos para ayudarme, para decirme lo que seré, no sé quién soy. No soy humana. No soy vampiro. En esa casa no pinto nada. Mañana podría estar muerta, mientras que ellos seguirán estando atrapados en el tiempo.

Sigo llorando desconsoladamente, la cabeza me palpita, me entra el hipo extraño que viene con los llantos prolongados. Aunque trato de enjuagarme las lágrimas estas vuelven a mí de una forma incontrolable.

¿Qué en el mundo había hecho yo para merecer esto? La garganta me duele increíblemente. ¿Qué me está pasando? Yo solía ser una persona fuerte.

Cuando por fin puedo levantarme sin caerme vuelvo a la casa andando. Para cuando llego la hora de comer ya ha pasado. Abro la puerta pero no oigo a nadie. De hecho algunos coches faltaban en la entrada. La cabeza me duele tanto que ni siquiera veo más allá de mi nariz, cualquier movimiento que haga hace que pierda casi del todo el equilibrio.

DULCE TENTACIÓN [EDWARD CULLEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora