XIII

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Cuando llegamos a la entrada de la casa sale del coche, cierra la puerta y se dirige hacia la entrada, yo lo persigo. Entro por la puerta principal tras él. Después comienza a subir las escaleras.

- ¡Edward!- lo llamo mientras sube. No obtengo respuesta- ¡Edward! ¿Podemos hablar?

Doy un paso atrás y Carlisle se asoma por las puertas del salón.

- ¿Qué le pasa?- pregunta desde el umbral de la puerta.

Le enseño los folletos de las universidades desde donde estoy. El asiente y me acerco. Me indica que me siente en el sofá y él se sienta en el sillón.

- Me llamó la orientadora y me dio una charla. Dijo que debía pasar página con respecto a lo de mis padres y que debía ir pensando en una universidad. Dijo que con mis notas obtendría sin problemas una beca. Se lo dije a Edward y... desde entonces está así- digo señalando la puerta.

- Edward está molesto- dice cruzando los brazos.

- Lo sé.

- También tiene miedo- dice inclinándose. Yo suelto una leve risa, un vampiro con miedo es ridículo- Tiene miedo de perderé- añade- ahora estas aquí y estas con él, eres parte de la familia y no quiere perderte. La universidad está lejos e iras a la mejor si...

- Yo no he dicho en ningún momento que quiera ir a la universidad.

- Entonces, ¿por qué esté tan enfadado?- pregunta dejando caer los brazos a los lados.

- Eso es lo que intento decir, sin duda se lo ha imaginado. Se ha tomado las cosas a la ligera. Le dije a la orientadora que lo consideraría, pero no hay nada que considerar.

- Bueno, hablaré con Edward- dice poniéndome la mano en la rodilla- De todas formas no te des un no rotundo todavía- asiento aunque sin tomar en cuenta esa parte. No puedo seguir sola mi vida, la universidad me alejaría de toda la base que tengo ahora.

Salgo del salón y me voy a la habitación para ponerme la ropa de deporte y salir a correr.

Bajo las escaleras trotando y cantando, de alguna manera la música a tope ayuda a olvidar las penas. Salgo corriendo de la casa y me meto por el sendero donde suelo correr. Hace algunos días que empecé a explorar otros caminos. Corro por el sendero, salto los arboles, esquivo los charcos y el barro... Voy corriendo cuando giro la cabeza y veo algo a los lejos, una mancha grande y negra. Pestañeo por si es una mota en mi ojo, cuando vuelvo a mirar ya no está. Cuando me aburro de correr me siento en un tronco caído y saco del bolsillo de la chaqueta una barrita de cereales, voy dando bocaditos pequeños. Termino la barrita y guardo el envoltorio en el bolsillo, miro hacia lo lejos y veo otra vez el bulto negro. Me froto los ojos de nuevo. El bulto ha desaparecido aun así creo que Edward o me está siguiendo o quiere gastarme una broma pesada sobre no correr sola por el bosque. Dado lo que ha pasado me decanto por la primera.

- ¡Edward deja de seguirme! ¡No tiene gracia!- gruño- ¡Eres un acosador!

Me giro en el tronco y me encuentro frente a mi un hocico gigante. El aire que sale de su nariz azota mi cara. Me resbalo de espaldas sobre el tronco y caído de espaldas al suelo, dándome en la cabeza.

- ¡Augh!- me quejo mientras me toco la cabeza donde me he dado.

Después veo al perro gigante delante de mí. El perro gruñe y enseña los dientes.

- Ey, perritoooo, ¿eres un perrito bueno? No te voy a hacer daño- digo mientras arrastro mi cuerpo de espaldas por la tierra. El perro avanza hasta mí. Pongo las manos delante de mi cuerpo.

- Perro para, por favor. De verdad que no quiero hacerte daño.

Acerca el hocico y lo restriega por mi cara mientras inhala. Me doy cuenta de que dejo de respirar.

DULCE TENTACIÓN [EDWARD CULLEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora