Salimos de la casa. Cuando los rayos del sol nos alcanzan Edward brilla como si tuviese millones de diamantes incrustados. Camino a su lado por donde siempre corro. Perdemos de vista la casa y seguimos caminando. Cuando llevamos una media hora caminando se sienta a la sombra en un tronco caído. Me siento a su lado sin aún haber pronunciado palabra.
- Me preocupaste- admite.
- Lo sé- le contesto.
- Creía que te había hecho algo malo. Pensé que te habías enfadado conmigo y que por eso estabas así.
- Sabes que yo solo me enfadaría contigo por algo muy gordo- le advierto.
- Creía que llorabas por lo de las flores. Pensé que tal vez odiabas las flores- se detiene.
- Lo siento. No lloraba por las flores. Bueno las medio vi- hago una pausa- eran muy bonitas. No pude leer la nota.
- Quería saber si querías venir al baile conmigo. Es como un rito de iniciación en la familia. A todos nos gusta bailar- dice un poco con una risa, pero amarga.
- ¿Me lo estás preguntando? Es que no se si tomar eso como algo que querías hacer o como algo que quieres hacer- admito demasiado rápido.
- ¿Quieres venir al baile conmigo?- pregunta girándose hacia mí.
- Sí. La verdad es que sería una pena si no me pusiese ese traje que tan generosamente me habéis comprado.
Suelta una fuerte carcajada.
- Esperare ese momento con ansias.
- Puede que no más que yo.
- ¿Puedo hacerte una pregunta?- pregunta lentamente, con desconfianza cosa que pocas veces se ve en él- espero que no te afecte o te enfades.
- Claro, no me voy a enfadar por una pregunta- observo su cara detenidamente.
- ¿Qué es lo que más echas de menos de tus padres?- pregunta mirándome a los ojos. Yo lo miro fijamente mientras pronuncia las palabras delicadamente. Observo sus ojos dorados detenidamente como si alguien hubiese vertido oro líquido en ellos. Esto me recuerda a mis padres enormemente pero no me hace añorarlos.
- Su apoyo y su amor incondicional... - contesto rápidamente sin ninguna duda en mis palabras. Hago una pequeña pausa- Ellos siempre me alentaban a sacar lo mejor de mí, a dar el cien por cien, a no rendirme, ser más fuerte, más rápida, más constante, más tranquila o a veces más viva. Pasé muchas horas con mi padre entrenando y que tu padre te grite cosas alentadoras ayuda.
Edward se ríe ante ese último comentario y yo lo acompaño.
- Claro está cuando el lugar donde entrenas no está lleno de gente y todo el mundo se gira hacia ti con el ceño fruncido.
Vuelve a reírse abiertamente. Estamos muy relajados sentados en el tronco y espero que esto dure un buen rato.
- ¿Pasaba con frecuencia?- pregunta interesado.
- No, solo fue una vez. Me negué a volver a pisar ese lugar. Yo le decía entre dientes: "Por Dios que vergüenza. Me estas avergonzando" cuando el pasó de mis quejas me largue de allí, lo deje solo con todo el mundo mirando.
- ¿Por qué te fuiste?- pregunta entre carcajadas.
- Era una lucha que no podía ganar- admito con falsa seriedad- Aunque claro, no sé si eso era muy elegante. Era como abandono. Claro que esto solo duró hasta que hicieron el gimnasio en el sótano, entonces aceptaba sus gritos alentadores y a la misma vez atemorizantes con mucho gusto. Mi madre una vez grabo un video a escondidas y después se lo enseño, mi padre decía que el loco del video no era él- al recordar el momento no evito reírme. Mis padres me dieron los mejores momentos.
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DULCE TENTACIÓN [EDWARD CULLEN]
FanfictionOphelia Matthews es una mestiza de 17 años, sus padres vampiros acaban de ser asesinados. Ahora está sola en el mundo. Pero una carta que le dejaron sus padres hace que Ophelia tenga que cruzar el "gran charco" para buscar a la persona que debe ayu...