XXI

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- Así me he quedado yo- digo señalándolo. Soy bastante consciente de que el camisón, si puede incluso llegar a llamarse así, a duras penas me tapa el culo y encima se me transparenta todo. Edward sigue sin reaccionar mientras me acerco a su lado, tan solo me recorre una y otra vez de arriba abajo- dame tu móvil, es una urgencia, tengo que echarle la bronca a alguien- tarda unos segundos hasta que reacciona ante mi petición. Rebusca en un cajón y saca un móvil, parece no ser el suyo.

Edward olvida por completo mi cena y se deja caer en uno de los sofás. Yo camino frente a él de un lado al otro y vuelta a empezar, mientras marco los números y espero por respuesta.

- ¿Edward?- pregunta Alice extrañada.

- No, Alice. Soy Karenina- digo algo dura, con rabia.

- ¿Qué pasa?- pregunta preocupada.

- ¿Puedes explicarme por qué llevo puesto un conjunto de ropa interior muy extraño?- pregunto furiosa mientras no dejo de pasearme delante de Edward, quien parece absorto en su mundo.

- Oh, tu regalo de cumpleaños. Pensé que era el momento perfecto. ¿Lo llevas puesto?- pregunta con interés.

- No había otra cosa- respondo a la defensiva.

- ¿Lo ha visto Edward?- pregunta aun más interesada y con voz picara.

- Sí, ahora creo que está en estado de shock, no se mueve.- respondo mucho más calmada al pensar en lo incómodo que puede que sea esté sintiendo Edward.

- ¿Te da vergüenza estar así?- pregunta Alice dudando. Me dejo caer junto a Edward antes de responder. El me mira cuando mis piernas desnudas entran en contacto con las suyas.

- Un poco... - respondo tranquilamente-  pero prefiero que me consultes estas cosas. Nos provocas a los dos un shock- hago una pausa- aunque la ropa y los bikinis me encantan, por ese lado vas bien.

- Aunque sé que Edward puede escucharme ¿puedes poner el altavoz?- pregunta.

- Claro- respondo antes de pulsar el botón.

- ¡Los dos sois adultos no os comportéis como niños!- grita Alice por el teléfono, después cuelga.

- Eso ha sido inesperado- digo yo mirando a Edward, él no se mueve. Con un dedo lo empujo por el hombro, aunque no se mueve reacciona ante mi insistencia. Gira la cabeza y me mira a los ojos.

- Lo siento, ha sido algo imprevisible- se excusa.

- Oh, créeme yo tampoco lo esperaba- digo levantándome- al menos me ha dado algo, bien podría haber querido que no tuviese nada. Ya que parece que mi cena se ha echado a perder...- digo caminando de vuelta a la cocina.

- ¿Te sientes cómoda así?- pregunta.

- Sí- digo volviendo hacia él- Estamos juntos, ¿no? No tengo que tener miedo de nada. Bueno en realidad tengo miedo de algo- digo acercándome lentamente.

- ¿De qué?- pregunta abriendo mucho los ojos.

- Tengo miedo de que mientras preparo mi cena tu desaparezcas y no vuelvas. Pareces asustado- digo acariciándole la mejilla.

- No voy a salir huyendo- dice girando la cara y besando la palma de mi mano.

- Mejor, porque si jugamos al pilla, pilla se que yo perderé.

Hago la cena, y me la como en el sofá. Cuando termino me acurruco junto a Edward y apoyo mi cabeza en su hombro hasta quedarme profundamente dormida. 

Me despierto por la luz del amanecer entrando por los ventanales. Respiro el olor a playa con gran satisfacción para recordarme que sigo aquí. La cama es suave y mullida. Estiro el cuerpo completamente. Abro los ojos poco a poco y miro desde debajo de las sabanas blancas la playa.

DULCE TENTACIÓN [EDWARD CULLEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora