XXXIV

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Vuelvo a sentir esa corriente eléctrica corriendo por mi cuerpo. Primero viene el impulso y después quedan los restos que me recorren de arriba a abajo. Lo noto varias veces y después, nada. 

Lo próximo que noto es un fuerte dolor en el pecho. No puedo decir exactamente dónde, pero es más o menos lo que hace que recupere la sensibilidad. Hasta que todo quema. Todo, literalmente. Incluso las puntas de mi pelo queman. Cada célula de mi quema. Mis padres me dijeron esto. Ellos me advirtieron que quemaría, pero que tal vez no de la forma en la que quema para los humanos, es decir, soy mestiza, tengo un tercio del recorrido logrado, solo tiene que hacer unos ajustes en mi cuerpo. Creo que es como la combustión espontánea o al menos así se siente. No hay fuego en el interior del cuerpo, sin embargo es como si las células se quemasen de repente, sin estar expuestas al fuego, solo a una transformación que parece mágica. 

Yo sé cuanto tiempo paso así, el tiempo es algo interminable, pero también es algo bastante subjetivo incluso aunque tenga una medida especifica. Es igual que todas las cosas que tienen medidas, depende de quien lo mire pensará una cosa u otra. 

Mis ojos se abren de repente. Es como despertar después de una pesadilla. Se supone que con el corazón acelerado y esas cosas, pero ya ni siquiera me paro a tomar aire. Veo mejor, no voy a mentir. Es como ver la vida en HD... en una pantalla gigante de 3D. Sonrío ante mi propia broma. 

Estoy en casa de los Cullen. Escuché que me iban a trasladar desde el hospital hasta aquí, pero a veces mi mente se desconectaba durante un tiempo y solo viajaba entre oscuridad y silencio. Me siento en la cama de hospital instalada en el despacho/ consulta de Carlisle y cuelgo mis pies por el borde. Es una cama de hospital de verdad, y todavía están los aparatos médicos alrededor. Todos desconectados, por supuesto. 

Estoy en pijama. Un horrible pijama de hospital de pantalón largo y una camisa de botones, todo de un color verdoso algo vomitivo. 

Miro mis manos en mi regazo. Desde luego mi tono de piel es más claro ahora, pero no demasiado. Tengo ganas de verme en un espejo. Me deslizo fuera de la camilla cuando Edward entra en la habitación. 

Ni siquiera me lo pienso dos veces. Camino hasta él con paso decidido y lo envuelvo en un suave abrazo. No quiero volverme toda loca y estrujarlo como un peluche. 

- Te he echado tanto de menos- susurro-. Creía que no volvería a despertar. 

- No has despertado- dice con delicadeza mientras me mira a los ojos. 

- Lo sé- aseguro tranquilamente-. Estaba escuchando- explico. 

- ¿Todo el rato? ¿Mientras estabas en coma?- pregunta tomándome de los hombros. 

- No podía escuchar todo el tiempo. Solo a veces cuando... es difícil de explicar. Cuando salía de la bruma o trataba de luchar. Pero siempre me acababa cansando. Yo... lo siento. Estaba corriendo y... y me dispararon. Yo no quería que pasará, no los vi entre la maleza con sus uniformes de camuflaje. Además llevaba los cascos puesto... y ya sabes lo mucho que me gusta la música alta para correr. Ellos pensaban que yo era un animal y cuando me di cuenta estaba sangrando mucho. No pude hacer nada y ellos no querían traerme aquí. 

- Lo sé- me tranquiliza. Levanta una mano hasta mi mejilla y la deja allí. 

- Quiero verme- le  digo mientas me separo lentamente de su toque. Él retrocede bruscamente y mira sus pies extrañado. Por muy placentero que sea la caricia, quiero verme. Ahora. 

Camino hasta el espejo y me paro frente a él. ¿Hola? ¿No se supone que tengo que cambiar un montón y ser perfecta? Me sigo viendo igual, la verdad. Mi tono de piel es más claro y mis ojos son rojos (lo cual me da realmente pena), pero por lo demás soy igual. La misma chica mestiza con todo un pack de atractivo para toda la población mundial. Daba igual lo que te gustará, yo atraía a todos de forma inexplicable, pero los fines de mi creación no eran tan.. puros. 

- ¿Y... y el anillo?- pregunto levantando mi mano. El anillo de compromiso ya no está-. ¿Has... has cambiado de idea?- le pregunto confundida. 

- No- responde acercandose de nuevo-. Los médicos tuvieron que quitártelo y lavarlo. Te lo daré cuando volvamos. 

- Lo quiero ahora- digo mirándolo a los ojos. Edward da un paso brusco hacia atrás y me mira con los ojos muy abiertos-. Por favor- añado con cautela. ¿Tan mal le ha sentado que no haya dicho por favor? 

Edward comienza a moverse hacia la salida de la habitación. 

- ¿Por qué...- comienza a preguntar mientras camina-. por qué me estoy moviendo? Karenina, algo está mal. Mírame y dime que pare. 

Corro hasta estar frente a él sin saber muy bien lo que está pasando. Me paro frente a él y lo agarro por los hombros, aunque él trata de zafarse de forma extraña. 

- Para- pido desesperada mientras lo miro a los ojos. Él los vuelve a abrir de nuevo con sorpresa, pero se detiene-. ¿Qué está pasando?- pregunto preocupada. 



DULCE TENTACIÓN [EDWARD CULLEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora