Doce.

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Me desenvuelvo de su agarre como puedo, Nick me tenía entre sus brazos como si me fuese a escapar en cualquier momento. Le miro un momento antes de levantarme a buscar con que taparme del frío. Debo irme ya, tengo que regresar a casa. Mañana tendré clase y necesito irme antes de que se haga más tarde. Camino hasta el baño de la habitación de Nick, quien aún se encuentra dormido, decido que no es momento de despertarlo, tal vez puedo tomar el metro a casa o un taxi.

Decido que la ducha la puedo tomar en casa, solo trato de arreglar mi cabello y ponerme la ropa que estaba minutos antes en el suelo, cuando termino me cepillo los dientes y lavo mi cara. En mi reloj marcan las 9:48 p.m.

Salgo del baño en silencio, pero Nick ya se encuentra despierto, se está despeinando el cabello mientras las sabanas caen a su regazo, ya que se encuentra sentado en la cama. Le sonrío y me acerco para despedirme, necesito llegar a casa.

–Tengo que irme ya –Paso las manos por su cuello, mientras le doy unos cuantos beso en su boca. Él me abraza un rato, donde estoy tentada a quedarme y faltar a clases, ¿qué me hace?

– ¿Segura no te quieres quedar? –Me hace un puchero que me hace pensarlo realmente. Pero mañana tengo un importante trabajo, además que me reuniré con Derek en mi espacio entre 10 a.m. Niego con mi cabeza haciendo que él me saque la lengua en un gesto infantil. Hoy está bastante feliz– Debería llevarte –dice dando unos besos en mi mejilla. Niego inmediatamente.

–No te molestes, puedo tomar el metro –Acaricio su cabello que ya está más largo que hace algunos meses.

–Me sentiría mejor si te llevo yo, ya es tarde –No me deja alegar más, puesto que se pone de pie y camina hasta su armario. Mientras se pone algo de ropa yo me encargo de arreglar mi mochila que se encuentra en la sala, donde hace unas horas pasábamos la tarde.

Estamos en silencio en su auto, lo que es extraño, él siempre tiene que decir. La radio se encuentra encendida y suenan los últimos segundos de The Killers con Human. A penas podemos escuchar el principio de la siguiente canción cuando él sube el volumen de la radio, haciendo que las notas de la guitarra inunden el auto.

–Mi vida es brillante –Me sonríe Nick mientras canta junto con James Blunt–. Mi vida es brillante. Mi amor es puro, vi un ángel, de eso estoy seguro. Ella me sonrió de camino al metro, y no estaba con otro hombre, pero no perderé el sueño por eso, porque tengo un plan –Me río escuchándolo cambiar la letra de la canción–. Eres hermosa, eres hermosa, eres hermosa, es cierto. Vi tu rostro en un lugar abarrotado, y no sé qué hacer, porque siempre estaré contigo.

Sonrío porque la versión de Nick es mejor que la de James Blunt.





Escupo el resto del asqueroso vómito de café y galletas, no soy capaz de controlarlo. Lloro mientras siento como mi garganta quema. Tengo tanta hambre y mi estómago no es capaz de resistir lo que son unas pequeñas galletas que compre en la cafetería y un simple café. Una nueva arcada hace doblarme y abrir la boca para expulsar lo que viene, aunque no creo que haya más comida en mi estómago. Me asusto al ver el líquido rojo cayendo al váter, pero lo que más me asusta es no sentir el sabor de la sangre en mi boca. Simplemente soy capaz de olerla y verla, mas no siento su sabor metálico, ya tampoco siento el sabor del vómito en mi boca.

Salgo del cúbico con demasiado dolor en el cuerpo, mi vista está distorsionada en cuanto llego al lavabo. Me veo al espejo y no soy yo, solo es piel pálida y cabello sin brillo, mis ojos se ven horribles con esas ojeras de compañías, toda yo soy un desastre, siento como el control se va escapando de entre mis dedos y ya no puedo manejar la situación, no sé cómo detenerme. Enjuago mi boca y trato de saborear el agua que tengo en la boca, no sabe a nada aun cuando debería sentir el sabor del vómito que acabo de expulsar, o tal vez algo. No tengo nada. Enjuago varias veces mi boca, hasta que siento que es suficiente. Salgo del baño para encaminarme de nuevo a la cafetería, esta vez solo me detengo a comprar goma de mascar, ya que no sería capaz de retener algo más, y necesito que mi gusto vuelva.

Camino entre los pasillos del hospital hasta llegar a la habitación de Nick, en pocas horas se habrán cumplido las horas de estar en el hospital en observación y saldría de alta, cosa que más que desearla la necesitaba. Lo necesitaba a mi lado, dándome apoyo.

Al abrir la puerta lo puedo encontrar sentado en su cama de espalda a la puerta, se ve concentrado en lo que hace, me distraigo en su espalda desnuda, ya que esa bata muestra más de lo que tapa, casi puedo sonreír al ver sus pequeñas pecas repartidas entre sus hombros anchos y espalda. Podría señalarlas sin ver, ya que las conozco de memoria. Camino hasta tenerlo justo a mi lado, al estar cerca solo me siento en la silla que he ubicado hace unas cuantas horas cerca de su cama, solo para tenerlo cerca y sentir que está bien.

–Cariño, creo que deberías ir al hotel a descansar un poco –Despega su vista de su iPhone en cuanto me ve en la silla. Niego con una pequeña sonrisa, solo quiero estar cerca de él para estar bien.

–No tengo sueño –Y es verdad, no creo que pudiera cerrar los ojos por más de cinco minutos sin sentirme mal o algo mareada.

– ¿Por qué no me acompañas un rato? Todavía me quedan unas dos horas en observación, podríamos descansar por un rato –Asiento sin necesidad de pensarlo o hacerme de rogar, porque justo ahora haría todo lo que él me pidiera o insinuara.

Me acuesto a su lado cuando él ya se ha acomodado entre su vía intravenosa y alguno de los cables que aún se adhieren a su cuerpo, con su mano derecha, de su brazo libre, me acaricia el cabello, haciendo que me tranquilice un poco. Y es que estoy muy alterada, estoy asustada, no sé qué podría pasar conmigo, no sé qué quiero justo ahora. Estoy tan arrepentida de la primera vez que metí mis dedos en mi boca para devolver el desayuno que él preparo para mí. Estoy tan arrepentida de haberle mentido todo el tiempo, de no haberlo escuchado, de no haber sido suficiente para él.

Las lágrimas solo se deslizan entre mis mejillas sin permiso alguno, no aguanto ni un segundo más cuando estoy llorando entre sollozos e hipidos.

– ¿Qué pasa, Charlie? –Escondo mi rostro en su cuello teniendo cuidado con alguno de los cables– ¿Te sientes mal? ¿Vomitaste de nuevo? Dime, cariño –Sollozo aún más fuerte mientras él me acaricia la espalda con su mano derecha.

Quiero decirle que no, que tenga cuidado con él, que está delicado, que yo no importo en este momento, que ya estoy perdida y no tengo arreglo. Pero es que me siento justo en casa, entre sus brazos no hay ningún problema, todo se encuentra perfecto, y es que así es, él es mi hogar, mi tranquilidad, mi todo.

–Todo va a estar bien, cariño –Y le creo, a él le creo, a él le creo todo. Podría darle mi propia vida, daría todo lo que tengo para poder estar siempre entre sus brazos.

–Lo siento –Las palabras escapan de mi boca y no me arrepiento, deseo con toda mi vida que me perdone, que me entienda aunque sea un poco y no me aparte en cuanto se entere.

–Siempre voy a estar aquí. –dice besando mi sien, como siempre lo hace.

CharlieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora