Quince.

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A penas entramos a la suite seguimos con el besuqueo que teníamos en el elevador, ya que me he adelantado en el pasillo del hotel, tengo mucha prisa en llegar a la habitación y seguir con lo que me propone Nick con sus besos desde que deslizó mi nuevo anillo en mi dedo. Me alza en sus brazos y enredo mis piernas en su cintura, sintiendo como camina hasta la habitación apenas cerrando la puerta al entrar.

Empieza a esparcir besos en mi cuello haciéndome reír, lo amo. Empiezo a desabotonar su camisa y la quito de su torso de forma rápida, cuando me lanza a la cama haciendo que rebote sobre esta suelto una pequeña carcajada. Toma mi mano izquierda y da unos cuantos besos sobre el anillo, antes de acomodarse sobre mi cuerpo.

Me ve a los ojos, me ve a mí.

Siento que con él puedo ser yo, llega ese momento en el día donde yo puedo dejar de sentirme mal, porque él me ve con amor, me ve con verdad. Y le gusta lo que ve, porque refleja la misma mirada de amor que le regalo.

Empieza a quitar la blusa holgada que llevo hoy, cuando queda en algún lugar del suelo me ve fijamente. Su mirada cambia, pero sus manos se posicionan a cada lado de mi rostro. Ya no es lo mismo, ya no me ve. Lo pierdo un momento, antes de notar como sus ojos empiezan a acumular agua en las orillas.

–Charlie –suelta con dolor. Niega con la cabeza antes de tomar mi cuerpo entero y ponerme en su regazo en unos solos segundos con unos movimientos precisos–. No... No puedo, no quiero hacerte daño. Siento que si llego a tocarte te podrás romper en cualquier segundo –Esconde su cara debajo de mi cuello, acercando su cuerpo al mío, abrazándome, sus manos descansan en mi espalda, donde solo me acaricia.

Trato de ignorar el dolor y la preocupación que su voz, mirada y todo su cuerpo tenso me ha enviado.

–Oye... –lo llamo. Apenas me ve a los ojos en cuanto saca su rostro enterrado en mi cuello. Empiezo a besarlo, tomando su cabello y enredando mis piernas cubiertas con un jean que en estos momentos estorba en su torso. Suspiro contra su boca– Estoy bien –apenas puedo pronunciar en medio balbuceo, sus labios bajan de nuevo hasta mi cuello y ahora no se van a detener–. Estamos bien. –sentencio.





Me levanto por el dolor que siento en mi estómago. Siento una arcada y me levanto enseguida del pecho de Nick, me pongo mis bragas camino al baño, donde demoro unos cuantos minutos teniendo arcadas y demasiado dolor. Cuando por fin siento el líquido atravesando mi garganta me siento aliviada, solo por unos segundos, porque en cuanto mis ojos se abren al ver el fondo del váter me asusto. No me sabe a sangre, ya que no he recuperado mí gusto, pero es lo único que hay, hay sangre en el agua, solo sangre.

Empiezo a llorar, aun sintiendo como el líquido que sube desde mi estómago quiere salir. Llorar es estúpido mientras vomitas, la razón es que empiezas a sollozar y todo el vómito, en este momento, sangre, se va hacia tu nariz, y es muy doloroso además de asqueroso.

Tomo papel en cuanto empiezo a toser, la puerta se abre cuando estoy sentada enfrente del váter, limpiando mi nariz. Nick, nada más con unos bóxers, me ve preocupado. Corre hasta mí y me toma en sus brazos, ahora solo quiero llorar, llorar por impotencia.

– ¿Qué pasa? –me pregunta mientras me sienta encima del lavado.

–Me duele mucho –sollozo más fuerte. El pega su cuerpo al mío, tengo tanto frío y estoy tan cansada.

Se separa de mí para luego correr adentro de la habitación y regresar en menos de un segundo con mí ropa. Me la pone con cuidado y me deja encima del lavado, cuando regresa, unos segundos más tarde, está poniéndose una camiseta blanca encima. Nada más lleva unos jeans y zapatos cerrados, mientras en sus manos lleva una chaqueta. A mí me colocó mi pijama de pantalones largos. Me carga en brazos para poder salir de la habitación, donde camina rápido hacia el ascensor, recargo mi cabeza en su pecho, sintiéndome muy cansada.

CharlieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora