Veinticuatro.

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–Sí, no hay ningún problema en el cambio de las flores. Solamente... No hay ningún inconveniente. Lo que ella quiera se hace –Nick habla con Aba, nuestra organizadora. Yo reviso la lista de invitados y me pongo a pensar sobre las posibilidades de invitar a mis padres.

Tal vez ni siquiera se presenten.

El 99% de los invitados son amigos, compañeros, conocidos y familia de Nick. Solo he aportado una pequeña lista de personas:

Derek, Lena, Martin -un muy cómico amigo gay que conocí por Lena hace unos cuantos años-, la tía Milla acompañada de Kate, Rachel -compartimos algunas sesiones juntas cuando apenas compré mi primera cámara, fue algo así como mi primera instructora, seguimos en contacto aun-; mi prima por parte de papá, Sophie -una de las pocas familiares que me habla- Y unos cuantos amigos que he hecho por el trabajo. No son más de quince personas.

Los dos estamos en la cama, Gato duerme en los pies de esta mientras nosotros tenemos nuestras computadoras en nuestros regazos y un partido de fútbol en vivo se muestra en nuestro televisor en modo mute.

Solo queda enviar las invitaciones y los detalles son menores. Organizar una boda para octubre, solo en un mes, ha sido bastante sencillo para mí. El lugar está perfecto -un salón bastante amplio y bonito-, el vestido, las flores, los arreglos, decoración. Todo está perfecto para una gran boda civil, ambos decidimos aceptar el hecho de que no llevamos ninguna religión en especial, aunque él parece creer firmemente en Dios, no le gusta ninguna religión.

Cuelga la llamada para ver un segundo el televisor y regresar la vista a su MacBook.

–Cariño, ¿crees que debería invitar a mis padres? –Muerdo mis labios porque estoy a punto presionar el enviar de mi correo comunicándole a Aba que están correctas las listas de invitados e invitaciones para enviar, listas que no incluyen a mis padres. Él me ve un segundo antes de responder:

–Solo si tú quieres, Charlie –Se detiene un segundo-. Lo que a ti te haga feliz me hace feliz a mí también.

Le sonrío y lo pienso mejor. Sé que nuestra relación está muy deteriorada, pero son mis padres y es mi boda. Tal vez debería invitarlos. Escribo rápidamente sus nombres y envío el correo para luego cerrar de golpe la computadora, he terminado y no hay vuelta atrás.











Cepillo mis dientes y me veo en el espejo sintiendo de repente el ardor que me produce la menta en mi boca en este momento. Escupo la espuma por el ardor que hace que mis ojos lagrimeen, enjuago varias veces mi boca antes de secarme con la toalla más cercana. Acabo de recuperar el gusto. Le sonrío a mi reflejo y me dirijo triunfante al armario aun en toalla. Acabo de tener un baño y me visto para ir al trabajo. Como es normal, Nick todavía duerme en la cama.

Escojo unos pantalones anchos oscuros y una blusa clara, debe hacer fresco fuera, más no debe hacer mucho frío, pero escojo una fina chaqueta que llevaré en mi mochila. Me miro en el espejo de cuerpo completo que divide el lado de Nick con el mío. Solo llevo un sujetador sin copas casi transparente con unas bragas a juego de color negras, por un momento hasta me puedo sentir sexy por mi nueva lencería, ya que la otra no me sirve de nada si las caderas de mis antiguas pantys me vuelan y mis sujetadores antiguos me recuerdan a cuando jugaba a escondidas en el armario de mi madre y ponía su ropa y sujetadores sobre mí.

Tal vez debería pesarme en la habitación de al lado, después de todo en mi cita con el doctor Ritchie pesaba cuarenta kilos y eso fue hace dos semanas.

¿Habré recuperado más peso?

Muerdo mis labios y trato de reprimir mi ansiedad al saber la respuesta.

Pero recuerdo que allá fuera de estas cuatro paredes, en una cama con fundas blancas y todavía soñando, está el hombre a quien prometí no volver a caer.

Repaso mi agenda para hoy mentalmente mientras me enfundo en mis pantalones y, ya que solamente tendré que ir a una reunión con Derek y su gran amigo de aventuras que promociona el viaje a Alaska, Jack, estaré libre. Decido que sería bueno pasar la mañana escondida en el piso más alto de edificio donde vivimos, tal vez corriendo en la cinta y una rutina algo suave.

Camino por el pasillo con Gato meneando su cola entre mis pies, solo enciendo la cafetera y espero pacientemente en una de las sillas altas que rodean la isla de la cocina. No voy a beber café, ya que aún no sé cómo terminaría cayéndome, pero Nick siempre toma una taza en el desayuno. Me sirvo el cereal que he estado comiendo en estas últimas semanas y me maldigo mentalmente.

El cereal es con alto contenido en fibra y tiene pinta de ser más saludable que una lechuga, pero sabe a cartón, en estos momentos desearía perder el gusto de nuevo. Es como morder cartón con leche, simplemente asqueroso, pero me prometo a mí misma que seguiré con él y en algún momento el sabor ya no será tan malo, tal vez me acostumbraré.











– ¿Charlie? –El susurro de Nick me aturde un momento. Estamos en la oscuridad que es interrumpida levemente por el televisor en la sala donde se transmite una película a la cual no le prestamos nada de atención, ya que hasta la tenemos en mute, escondidos debajo de las mantas que mantenemos en el espacioso sofá donde nos solemos acurrucar, como ahora.

– ¿Mmm? –Mis ojos siguen cerrados y me acomodo más contra su cuerpo, su pecho pegado mi espalda, sus piernas enredadas con las mías y sus manos tomadas a las mías sobre mi vientre.

Lo escucho suspirar y hasta puedo jurar que se muerde los labios. Muevo mi cuerpo hasta quedar frente a frente con él. Le doy un beso para que se deshaga de sus dientes sobre su labio inferior y su ceño deje de fruncirse. Suspira varias veces y me ve nervioso, mis manos siguen atrapadas entre las suyas, le doy un apretón insistiéndolo en hablar.

–Quiero... Charlie, yo quiero tener hijos contigo –Mis cejas vuelan hacia arriba y solo abro mi boca para tomar cierta cantidad de aire y la cierro para empezar a morder mi mejilla interna. Boto aire por mi nariz lentamente.

–Pero... pero, yo... Tú sabes que yo... –Prefiero mirar su nariz recta a ver sus ojos. Me siento nerviosa de repente. Recuerdo muy bien al doctor dando negativas sobre la última esperanza de mi posibilidad de ser madre, fecundación in vitro.

–Lo sé, cariño. Además sé que aún necesitamos avanzar mucho; sabes de qué te hablo, –Sus manos pasan a cada lado de mi rostro. Claro, Nick espera que yo supere mi fase de "dificultad"– pero quiero asegurarme de que es lo que quieres conmigo –Guarda silencio unos segundos viendo mis ojos–. Yo sé lo que quiero contigo. Quiero una vida juntos, quiero una familia, quiero pasar el resto de mi vida contigo, con mi familia –Se escucha tan real. Se escucha sincero y sé lo que quiero con él.

–Yo lo quiero todo, si es contigo yo lo quiero todo –aseguro viéndolo a los ojos.


¡Hola!

Gracias a los nuevos lectores y los votos.

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CharlieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora