Uno.

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Está bien, vomitar la comida de aniversario que tu novio había pagado se vería muy feo, pero todo sea por corregir mi terrible error. Llevo dos semanas en Nueva York y todo está como lo recuerdo. Nick ha estado más atento de lo normal, lo cual lo convierte en un novio perfecto. Lo amo y no le cambiaría nada.

Mi relación con Nick empezó cuando yo iba a mitad de mi carrera universitaria, lo cual fue hace cinco años exactamente. Nunca hemos estado de acuerdo con todo y siempre hemos tenido nuestras peleas estúpidas, pero al final siempre estamos unidos. Aún recuerdo nuestra única gran pelea una semana antes de 2013, un completo desastre; no podemos permanecer separados mucho tiempo.

Aunque nuestro tiempo juntos fue interrumpido hasta hace cinco meses, cuando me fui con la tía Milla en Londres. Estaba muy triste por la muerte de su esposo, el tío Frank. La hermana de mi madre ha estado muy deprimida estos últimos meses, así que me decidí por mudarme con ella un tiempo. Los últimos cinco meses fueron un remolino de emociones, me sentía triste por la muerte de Frank, me sentía triste por extrañar a mi novio, me sentía triste por simplemente escuchar a Milla llorar en la noche.

Ahora ella está perfecta, se ha despedido de mi con uno de sus caros vestidos negros con una sonrisa, aún algo desanimada, pero creo podrá seguir sola -cuando sé que Kate la acompaña-.

Mi estadía en Londres me ha brindado ganar peso, a la tía Milla la pone feliz hacer pasteles, he decidido parar este aspecto de mi vida. Las mejillas sobresalientes, mis caderas gordas y mis brazos asquerosos van a acabar. Siempre he hecho ejercicio, jamás lo dejé en Londres, fui cada vez que pude, pero al parecer no hizo ningún efecto. Todos esos pasteles, escapadas a la nevera en la noche, la comida que comía cuando me encontraba nerviosa, todo el té y las galletas hicieron su efecto: Un muy marcado 52 kilogramos en la balanza.

Salgo del cúbico del baño del restaurante donde Nick me ha traído, no había comido mucho, canelones vegetarianos, pero aun así sentí la necesidad de botarlo todo.

Como supuse, mis ojos se encontraban llorosos y mis mejillas rojas, saco la gotas para mis ojos y las echo. Pongo un poco de maquillaje en mis mejillas. Por supuesto que había traído un cepillo en mi bolso, siempre lo llevaba -hace algunas semanas apenas podía resistirme a vomitar todo.

Nick me espera en la entrada de los servicios, le doy una sonrisa antes de tomar su mano.

– ¿Te gustó? –pregunta Nick colocando su brazo encima de mis hombros, mientras salimos a la calle. Dios, hace frío.

–Sí, gracias, cariño –digo dando un beso en su mejilla.

Gracias cariño, estuvo grandioso vomitar todo lo ingerido.

Caminamos hasta llegar a su auto, me abre la puerta, como es de costumbre, y luego entra al puesto de piloto. Lo veo bien, está muy guapo el día de hoy, su cabello claro esta peinado hacia arriba de forma despreocupada, su barba de algunos días ya no está, lleva ropa formal oscura y se ve muy –demasiado- sexy.

–La verdad es que me gusta mucho tu regalo –dice viendo el nuevo reloj en su muñeca. Lo acepto, fue muy caro, pero valió la pena. No se compara con los cinco años de estar juntos–. Creo que el mío queda como nada –Me mira a los ojos cuando paramos en un semáforo en rojo. Entrecierro los ojos con una sonrisa.

–Cualquier cosa que me des estaría bien –digo haciéndolo sonreír–. Aunque sea un besito.

Me regala otra pequeña sonrisa antes de darme un pequeño beso, luego mueve el auto.

Llegamos al apartamento pasadas las diez, puesto a que el tráfico no estuvo tan congestionado. Con una sonrisa abre la puerta de nuestro hogar. Enciendo las luces del pasillo, alcanzo a ver como Gato sale de la cocina.

CharlieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora