Diecisiete.

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–Muy bien, todo está aquí. No olvides ir al especialista mensualmente cuando te encuentres en casa –El doctor Charles, nutricionista, habla a la perfección con un poco de su acento francés, dándome las indicaciones para poder salir. Entrega a Nick la bolsa con los suplementos, vitaminas y demás. Me desea lo mejor, para luego Nick pase su brazo por encima de mis hombros y me guía entre los pasillos.

Partiremos a Londres, donde mi tía Milla nos espera en su gran casa, solo nos faltaban unas horas para llegar al aeropuerto y seguir con nuestro vuelo, con nuestra vida. Porque esto solo es una etapa, la etapa donde decido darle un cambio a mi vida, donde prometo ser realmente hermosa para él. En el camino al hotel no hablamos, apenas me toca con su brazo, no pega su cuerpo al mío como siempre hace; simplemente se mantiene callado, mientras yo trato de mantenerme quieta demostrando mi nerviosismo nada más en el apretón constante en mis manos.

Merci –Me despido del taxista en cuanto nos bajamos en las puertas del hotel. Camino despacio hasta los grandes ascensores, donde una mujer de mayor edad va junto a un botón que lleva su pequeño equipaje en manos. En cuanto llegamos al último piso camino unos cuantos pasos más adelante de él hasta llegar a la puerta de la única habitación del piso.

Cuando entro a nuestra habitación está todo limpio, la cama está arreglada y no hay ningún desorden, camino hasta mi maleta sacando unos jeans simples claros mientras una blusa holgada de color oscuro lo acompaña, Nick me ve desde la cama, se ha quitado los zapatos y mantiene su vista fija en mí. Me baño luego de largos minutos tratando de quitar el nudo de mi cabello, el agua caliente se siente como una delicia en mi piel. Para mi sorpresa, no lloro mientras estoy en la ducha, siento que no han quedado más lágrimas que derramar.

Estoy lista en menos de media hora, en cuanto estoy cepillando mis dientes, Nick entra al baño, ya estoy vestida y peinada. Empieza desvestirse en cuanto salgo de la habitación del baño, con la mirada que me regala, soy todo menos bienvenida. Creo que en algún momento me pedirá que me marche de su vida, lo sé porque ni siquiera yo me puedo soportar.





–Es hora de irnos –Me ayuda con mi maleta, además de que carga con la suya, no parece que arrastrar esas dos pesadas maletas le moleste. Mientras bajamos en el elevador no decimos nada, me muerdo la legua tratando de recordar que he hecho mal el día de hoy para que se encuentre de tan mal humor.

Se queda, más o menos, unos quince minutos pagando las noches en el hotel y firmando los papeles que le da el hombre en recepción, donde yo solo me mantengo respondiendo unos cuantos correos a Derek y veo la invitación que me ha mandado Mariah al cumpleaños de su hija. El taxi lo tomamos justo en la entrada del hotel, donde duramos más de una hora hasta llegar al aeropuerto.

Cuando estoy entregando mi maleta, mi celular vibra desde mi bolsillo trasero.

– ¿Hola? –Nick no me presta atención, más yo retrocedo unos cuantos pasos, ya que no quiero interrumpir lo que es Nick peleando con la señora detrás del mostrador que insiste el que no haya sillas de primera clase disponibles, cuando claramente hicimos reservas en estas.

Hola Charlotte –La voz de mi madre hace que toda yo me quede pálida y nerviosa.

–Mamá... –alcanzo a decir.

Tu tía Milla ha estado hablando conmigo –Su tono es tan... ella–. Sabía que tenías un novio, pero, ¿por qué no llamar a tu madre, aunque sea a tu padre, para anunciar que te casarás?

–Eh... mamá, tengo que abordar un avión, iré con la tía unos cuantos días –trato de deshacerme de ella.

¡Con tu prometido! Dime, Charlotte, ¿Qué has hecho para que el hombre te invité a pasear por toda Europa? Pero si no tienes nada más que esa estúpida carrera que no te da ni un centavo –Sus palabras son las mismas y van cargadas con el mismo veneno de siempre.

–Problema resuelto, Charlie. Tenemos que apurarnos si no queremos perder el vuelo... –Nick me ve un segundo antes de terminar de hablar y mirarme con un signo de interrogación en su expresión.

¿Es él, verdad? ¿Por qué nunca lo has traído? Es uno de esos inservibles fotógrafos como tú, ¿me equivoco? –No tengo nada que explicarle a mi madre.

–Tengo que irme –anuncio. Cuelgo antes de escuchar su respuesta.

– ¿Quién era? –enseguida me pregunta Nick, empezamos a caminar mientras yo guardo mi celular en la mochila que él se ha adueñado. Me junta a su cuerpo, al parecer ya se le ha olvidado lo molesto que está conmigo.

–Mi madre –Quiero decir lo molesta que estoy con la Tía Milla, pero, meditándolo mejor, ella solamente lo cuenta lo emocionada que está a su gruñona hermana lo feliz que está al saber la noticia. La tía Milla, junto con Derek, son los únicos que saben la grandiosa noticia de nuestro compromiso. Sé que a nadie más le interesa tanto como a ellos, tenemos muchos conocidos, casi todos por parte de Nick, que es amigo de cada uno de sus socios o clientes de clase alta, gente muy aburrida y elegante con los que pretendo ser agradable.

– ¿Tu madre? –Su ceño se frunce y para nuestra caminata mirándome con confusión.

–Se acaba de enterar del compromiso, me dijo... lo de siempre –Muerdo mis labios–. No entiendo por qué no solo sigue con sus llamadas en navidad y año nuevo –Aprieto mis manos. El me da un beso en mi sien para luego pasar su brazo por encima de mis hombros de nuevo.

–Tu madre no importa ahora, cariño –dice antes de llegar a migración.





– ¿Qué se siente? –Nick va impecable con su traje, reservando los jeans para el fin de semana. Caminamos entre las jaulas del refugio de animales, donde adoptaremos a nuestro gato. Le miro divertida, porque siempre le gusta hacer esta clase de preguntas de la nada.

– ¿Qué se siente qué? –Un cachorro llora a lo lejos, pero sé que Nick ha dejado claro como no le agradan ni un poco los perros. Solo veremos gatos, en su mayoría ya son mayores, pero eso no importa, tal vez estamos dándole muchas vueltas, ya que hemos recorrido de esquina a esquina la habitación llena de jaulas con gatos adentro, quienes nos ven indiferentes.

–Que esté tan enamorado de ti –Me envuelve entre sus brazos haciendo que mi sonrisa se amplíe más–. Deberías buscarme ayuda, esto empieza a parecerme enfermo –Me da besos en mi cuello mientras habla.

–Tal vez porque yo también te amo demasiado –Me pego más a su cuerpo mientras me hace cosquillas. Quedamos contra una jaula con un gato bastante pequeño, pero muy enfadado.

Algo me dice que este será nuestro Gato.

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CharlieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora